Nombre científico: Prelatus pelatus, para distinguirlo del Prelatus perlatus, de categoría superior y que ostenta en su pecho un gran crucifijo sujeto con una especie de collar de perlas. No confundir con el Pelatus pelatus o monoseñor nullíus, que ni pincha ni corta.
Hábitat: La mayoría habita en palacios. Nunca se le ha visto viajar en metro, ni sentado en una terraza, ni en una sala de cine. Practica el españolísimo dicho: “Del coro al cañi y del cañi al coro”, rodeado la mayor parte del tiempo de monjas objeto y laicos querubinizados.
Genealogía: híbrido de piedad tradicional y derecho canónico. En un principio fueron animadores de la fe; hoy han evolucionado hacia los autos de fe y animadores del fuego.
Mitramorfosis: pasa de gusano a capullo (es decir: puede tratarse de un buen sacerdote y hasta de una persona normal pero, apenas son nombrados obispos, se transforman en mariposones y abandonan el hogar que los cobijó).
Características más destacadas: flor de invernadero que solo florece en su ámbito propio (curas, monjas y fieles devotísimos), del que nunca se atreve a salir y que le impide todo contacto con la realidad. Fuera de ahí se siente perdido, incomprendido, agredido… Siempre lleva la cabeza cubierta, por miedo a que le caiga del cielo un versículo de Mateo de esos que Jesús dedica a los sacerdotes de su tiempo.
Voz: habitualmente permanece callado ante cualquier problema que afecte de verdad a la gente. Sólo alza su voz cuando puede procurar algún fastidio a los demás en asuntos de placer o felicidad.
Alimentación: desayuna, come y cena en privado (a veces con algún devoto íntimo, dado que no se le conocen amigos ni, mucho menos, amigas). Su alimento consiste en hacer la voluntad del papa. Bebe los vientos que vienen de Roma. Con frecuencia ostenta panza, pero raras veces da a luz.
Dónde observarlos: la mejor ocasión para observarlos en grupo es en la Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, donde se dedica a aprobar las decisiones tomadas por otros. También se le puede ver, ataviado con extraños ropajes medievales, en procesiones, fiestas patronales y ceremonias carpetovetónicas, al lado de políticos y militares (resultaría muy difícil distinguirlos si no fuera porque el prelatus pelatus suele ostentar más cola). El resto del tiempo permanece escondido no se sabe dónde.
Reproducción: se reproducen a distancia, a través del nuncio, sin consultar previamente a la grey que deberá pastorear. Los muy devotos y obedientes pueden llegar con el tiempo a cardenales (Prelatus principatus). Como la abeja reina, sólo uno de los obispos alcanzará el grado supremo o pontificado (Prelatus papatus).
Población: en el Concilio Vaticano II se llegaron a juntar hasta 3.000. En la actualidad ha aumentado su número, pero ha disminuido su calidad.
* Que conste que “cañí” no está por “Cañizares”, que pertenece a otra categoría de este Bestiario, la de los Cardicuriáceos vaticanensis.
Es tanta la vanidad de este Prelatus pelatus y tiene tanto afán por salir en los medios, que decidió conceder esta entrevista aunque fuera a alandar, una revista requete-excomulgada, repudiable y llena de rojos, masones, gais, protestantes y protestantas (también cuenta con algún suscriptor).
He aquí sus matizadas respuestas:
alandar: ¿Ud. ya nació siendo obispo?
Obispo Cañí: Yo de pequeño era un niño normal, me gustaba disfrazarme y decir mentiras. Luego crecí.
A: ¿Y cómo fue lo de hacerse obispo?
OC: Con una infusión
A: ¿Una infusión?
OC: Sí, la del Espíritu Santo. Te ponen las manos en la cabeza y… ¡zas! ¡Toma mitra y dinamitra!
A: Supongo que también Ud. dijo aquello de “No me lo esperaba”.
OC: Que no es igual que “No lo anhelaba”, je, je… Jesús. También dije lo de “Vengo a servir a todos”.
A: ¿Por qué cree Ud. que hay tanta crisis de vocaciones sacerdotales, monjas, frailes… pero nunca de obispos?
OC: Porque la crisis es consustancial al pueblo.
A: ¿Al pueblo de Dios?
OC: No, al pueblo pueblo, a la chusma.
A: ¿Sabe usted qué es un currante?
OC: El que trabaja en la curria y en ella desarrolla su curriculum.
A: ¿Cuántas genuflexiones es capaz de hacer en ayunas?
OC: Yo siempre estoy en ayunas de todo.
A: ¿Si Jesús le dice “Ven y sígueme” lo deja todo?
OC: Hombre, todo, todo… Los excesos, como los exsexos, siempre son peligrosos.
A: ¿Qué le parece lo de la “nueva evangelización”?
OC: Me parece bien, mientras no sea nueva.
A: ¿Cree que servirá para ganar adeptos a Jesús?
OC: Lo importante es que sirva para no perder adeptos a la Iglesia.
A: ¿De qué va su última carta pastoral?
OC: No sé, todavía no la he leído; la publiqué tal y como me llegó del Vaticano.
A: ¿Y la siguiente?
OC: Creo que tratará de un tema muy interesante y de mucha actualidad: la actitud cristiana ante el posible desmembramiento del Imperio Austrohúngaro. Aquí hay que ser muy firmes en la fe.
A: ¿Cree usted que sus fieles entienden sus homilías?
OC: Si se entendieran, ya no serían homilías.
A: ¿Por qué están ustedes tan callados cuando gobierna la derecha?
OC: Ellos ya dicen lo que diríamos nosotros.
A: Hablando de hombre a hombre, ¿a usted qué más le da que dos hombres se casen?
OC: O todos o ninguno.
A: ¿Se ha enamorado alguna vez?
OC: Sí, de la Iglesia.
A: ¿Habrá boda?
OC: Si la santa sede…
A: Sinceramente, ¿qué opina de Paoletto, el mayordomo del papa?
OC: ¡Quién tuviera mayordomo…!
A: ¿Hay que estar muy amargado para llegar a obispo?
OC: Lo justo. En cualquier caso, si uno quiere llegar alto en la Iglesia nunca debe estar demasiado alegre.
A: ¿Qué le gustaría ser de mayor?
OC: Abadesa mitrada.
En nuestra próxima entrega del Bestiario estudiaremos “El seglar mono-catecúmeno” (Laicus mobilis inmobilis). No se lo pierdan.