El pasado18 de octubre asistimos en la sala Alfa y Omega de Madrid a la conferencia de María Clara Lucchetti Bingemer, teóloga brasileña. Habían convocado tres organizaciones: la Red Miriam, red de mujeres laicas y consagradas de espiritualidad ignaciana; la ATE, Asociación de Teólogas españolas, y el Instituto Superior de Pastoral de Madrid. En su nombre hablaron, respectivamente, Teresa Pascual, Silvia Martínez y Antonio Ávila, que valoraron el interés compartido por las tres organizaciones para poder contar con la teóloga, su persona y su trabajo académico.

Un momento del encuentro. FOTO: PEPA TORRES
El amplio e intenso currículum que aporta María Clara Lucchetti puede consultarse directamente en su blog. No obstante, a modo de síntesis y para quien menos la conozca: es laica, casada, madre, abuela, graduada en comunicación social, doctora en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma, profesora de Teología en la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro y miembro del Consejo editorial de la revista Concilium. Ha investigado sobre mística y testimonio, sobre mujeres místicas -especialmente sobre Simone Weil- y sobre la maternidad como fuente de poder y liberación.
Querer escuchar a una teóloga parte del anhelo de percibir voces (análisis y experiencias) alternativas, en una Iglesia y una sociedad en la que unas y otras son abrumadoramente masculinas. María Clara Lucchetti pertenece a la primera generación de teólogas después del Concilio Vaticano II y en los temas que aborda en sus obras se percibe un lenguaje y unos intereses nuevos: la mística desde la corporalidad, comunidades animadas por mujeres, una mariología crítica en su libro María, mujer profética, así como una preocupación grande por la teología laical.
El arranque de la reflexión que compartió con nosotros en una tarde en que los cielos de Madrid se abrieron en lluvia, después de semanas envueltos en humo fue que lo central de nuestra fe es el encuentro con el Jesús del Evangelio y este es siempre un Jesús contextual y que así, de la misma forma, debe ser la Teología: contextualizada.
En ese encuentro con el Jesús del Evangelio se percibe de inmediato su sintonía con las mujeres, esto puede deberse a diferentes factores, pero uno de ellos indudable es que el animus y el anima en Jesús conviven en armonía profunda.
El trabajo de María Clara Lucchetti busca transformar la Iglesia y la sociedad en femenino e hizo una valoración positiva importante del movimiento feminista y lo que este ha aportado a mujeres y hombres pues, aun teniendo en cuenta los radicalismos iniciales, es gracias a esta revolución que las mujeres hoy estamos donde estamos en la sociedad y en la Iglesia. El proceso laico de secularización permitió que las mujeres pasaran del espacio privado al público y, desde él, a su transformación.
Existen, no obstante, voces de teólogas feministas -como Camille Paglia y Julia Kristeva- que plantean críticas a otras corrientes del feminismo, haciendo estas autoras hincapié en aspectos tales como: no se debe hablar de la mujer sino de las mujeres, con sus singularidades y, en base a ellas, con sus capacidades diversas, transformadoras en la sociedad y en la Iglesia.
Esta presencia más evidente de la mujer convive con la supremacía masculina, introyectada en hombres y también en mujeres que mantiene como natural los roles ancestrales. En parte por ello y por otras razones se genera una triple violencia contra las mujeres: en su no acceso a la educación, en la feminización de la pobreza y en la violencia psicológica y física, presentando un cuadro sombrío que adquiere diferentes intensidades según países y culturas.
Sin embargo, a estas agresiones las mujeres responden con una especial capacidad de resistencia y creatividad que, sobre todo, se articula en experiencias de solidaridad entre ellas, elemento poderoso de liberación. En este punto Clara Lucchetti habló de tres movimientos solidarios:
Calama, en el desierto de Atacama, en Chile donde un pequeño grupo de mujeres ha dedicado su vida a buscar a sus hijos desparecidos en la dictadura de Pinochet.
La Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo, en Argentina, que no aceptan el derecho violado a la maternidad, su orfandad invertida y, vinculadas a sus hijos y nietos, asumen sus ideales.
Madres de tráfico, en Brasil: madres vivas de una generación muerta por el tráfico de drogas, que se ponen en pie para denunciar redes y traficantes que les arrebatan los hijos con diez, doce años…
Unas y otras, mujeres en colectivo en el proceso de transformación del mundo. En todas se producen efectos similares: ganan espacio público a partir de banderas privadas como su maternidad; el locus físico se alía con ellas: el desierto, el océano, les devuelve evidencias de su búsqueda; la unión de las mujeres con motivo de rescatar la vida provoca complicidades en el pensamiento y las artes y así surgen libros, películas, músicas, inspiradas en su lucha y compromiso.
A continuación, la ponente abordó la discriminación de la mujer en la Iglesia, recordando cómo la discriminación no es tanto intelectual o competencial sino que la mujer es discriminada por su corporeidad: su propio cuerpo actúa como elemento perturbador y fuente de sospecha para los varones y esto es terrible porque el cuerpo no se puede eludir y, además nos configura. Esta discriminación está en el subconsciente de la Iglesia y, así, encontramos a lo largo de la historia cómo las mujeres son mantenidas a prudente distancia de lo sagrado, cómo sus experiencias místicas deben ser controladas y tantas otras medidas de sospecha y represión.
Sin embargo, la corporeidad de las mujeres es abierta, acogedora del otro, paradigma de fecundidad por el encuentro y, en ella, la maternidad no es fatalidad o destino sino oportunidad de vivir una pasión: lo femenino como transformador de la sociedad y de la Iglesia.
Para terminar su intervención, María Clara Lucchetti recordó a dos mujeres del siglo XX a las que ha estudiado en su devenir histórico y en sus escritos, siendo ambas referencia para la mística encarnada a la que se hacía referencia al comienzo de la conferencia: Simone Weil y Etty Hillesum.
Quedamos invitadas a conocer más de cerca el trabajo y experiencia teológica de María Clara Lucchetti Bingemer.
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