No estoy muy seguro de que una columna de Alandar sea el lugar más apropiado para entablar disputas teológicas pero, quizá, pueda valer como un espacio divulgativo de creencias y afirmaciones nuevas.
En su libro Por qué soy católico Chesterton argumenta que las herejías (así las llama) toman una verdad razonable del catolicismo y la estiran hasta convertirla en algo irracional.
Pues bien, la teología católica ha defendido desde sus inicios que a Dios nadie le ha visto nunca, es el misterio absoluto. Sin embargo, Él ha querido comunicarse con el ser humano haciéndose carne, es decir, aceptando su finitud, que desemboca en la muerte. De este modo, por medio del Espíritu, ha hecho de los seres humanos sus hijos, participantes de su esencia.
Es un esquema sencillo y razonable, aunque entrañe muchísimas preguntas, justo las que ha intentado contestar a lo largo de los siglos la mejor teología.
Pero llega un tiempo en que la influencia de religiones orientales y la crítica a formulaciones menos acertadas han llevado a tirar de la afirmación primera: a Dios nadie le ha visto nunca. Así pues, «hoy, para cada vez más cristianas y cristianos…, no solo es lícito sino también imperioso, dejar atrás toda imagen teísta de Dios o del Absoluto, yendo en eso más allá de Jesús».
«Este ‘Dios’ a no teísta no es un Yo frente a un tú, ni un Tú frente a un yo, que serían dos. Es más bien el Yo Absoluto que no tiene límite ni limita con nada. Es el Tú Absoluto que no conlleva separación ni separa nada».
«Qué queda, pues, después de ‘Dios’: después de ‘Dios’, queda lo Real».
«Lo Real es autoconciencia del yo, alteridad del tú, comunión del nosotros. Lo Real es digno de fe, de confianza sin fin a pesar de todo. Después de ‘Dios’, queda lo Real, con el Misterio fontal dinámico que late en su Fondo»,
«Lo Real absoluto es más que personal, de modo que en nuestra relación con El/Ella/Ello no se da ni fusión en uno ni separación en dos».
Todas las citas que anteceden son afirmaciones de José Arregui, la voz más difundida de esos pensamientos.
Un viejo chiste clerical contaba que a las frases de Jesús “dentro de poco no veréis pero luego me veréis… os conviene que yo me vaya…” “os digo esto antes de que suceda…”, San Juan decía: Maestro, si vamos contigo es por lo bien que te expresas.
Pues bien, yo no querría hacer una crítica irónica pero no tengo por menos que dar la razón a Chesterton y constatar que, tirando de la verdad inicial de que Dios es el misterio absoluto, ya no queda nada razonable.
¿Qué es eso Real que a la vez es yo y tú sin serlo, que se relaciona sin ser dos ni tampoco uno, sin fusión ni separación? Y sobre todo ¿por qué eso Real es digno de fe y de confianza? Escuchando las noticias tan desalentadoras de todos los días, con el sufrimiento diario de millones y millones de personas, no parece que ese/esa/eso Real se esté portando muy bien con la humanidad. A menos que yo mismo no haya entendido muy bien qué es ese Misterio fontal que carece de definición.
Me parece mucho más razonable creer en Dios Padre-Madre revelado en Jesús de Nazaret. Movidos por su Espíritu, podemos dirigirnos a Él por su Hijo, a quien hemos visto y oído.
Quizá es que ya soy muy mayor y no estoy a la altura de estos tiempos -así dicen- no duales, pero la vieja teología razonable me convence y me alienta. Espero que siga siendo así, con permiso de lo Real.
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