Gloria Fuertes: de oficio, poeta

El 28 de julio, Gloria Fuertes cumplirá sus cien primeros años. Así, en presente, porque la poeta, nacida en el madrileño barrio de Lavapiés “a los dos días de edad”, como ella misma dice en su deliciosa Nota bibliográfica, sigue viva en sus poemas para todos. Poemas con ternura, con ironía, con denuncia, con pensamiento profundo, con soledad, con humor, con dolor, con feminismo, con Dios… y siempre con un lenguaje comprensible para quien tiene en las manos uno de sus libros.

“Si leemos su poesía conocemos a la persona”, dice Paloma Porpetta, directora de la Fundación Gloria Fuertes. “Es tal como la leemos –continúa. Creemos en la utilidad de su poesía, canta a las personas, remueve conciencias, nos habla cuando estamos enamorados y cuando llega el desamor. Nos habla de su vida, de sus sentimientos, de lo que ve, de lo que le gusta y de lo que no. Es una mujer que viene del pueblo, de una familia humilde y nunca olvida quién es. Es breve, directa, como un dardo a veces, pero es dulce, divertida, directa, ingenua, a veces una niña grande; otras nos desgarra y nos hace pensar”.

La vida de Gloria Fuertes no fue fácil. Ella misma recuerda que era buena y delgada, alta y algo enferma; que a los nueve años le pilló un carro, a los catorce la guerra y a los 15 murió su madre. Tuvo que buscarse la vida por los pueblos para comer, trabajar en una oficina “como si fuera tonta”, mientras escribía por las noches. Todo ello en una España en la que lo de escribir no estaba demasiado bien visto y menos poesía y aún menos  una mujer. Como dice en No dejan escribir: “Sé escribir, pero en mi pueblo/no dejan escribir a las mujeres”.

[quote_right]Gloria tutea a Dios, le habla de poeta a poeta, de creador a creador[/quote_right]

Paloma Porpetta resalta que “ella sí supo luchar con su poesía en un mundo dominado por los hombres y en muchas ocasiones es la única mujer presente en las grandes antologías  de los poetas españoles de los años 50, 60 y 70 del siglo pasado”.  Esta lucha le lleva a fundar en 1951, junto con Adelaida Las Santas y María Dolores de Pablos una tertulia femenina, “Versos con faldas”, para dar voz a aquellas mujeres a las que no les permitían participar en recitales. En algunos cafés de Madrid se reunían junto con actrices y locutoras de radio que daban voz a aquellas autoras que no podían asistir personalmente o que enviaban sus poemas desde el resto de España o desde América Latina.

Muchos estudios y trabajos señalan que Gloria Fuertes, junto con Ángela Figuera, son las representantes de la poesía social en España. “Esa poesía desarraigada, que se humaniza y se fija en el hombre. En ese momento, en la postguerra española y habiendo nacido y vivido en Lavapiés, su reivindicación la realiza desde el interior. Ella vive la pobreza, el hambre, el que el jornal no te llegue ni a medio mes, la guerra en Madrid, el tener que ponerse a trabajar muy pronto por necesidad. Se solidariza con sus vecinos, con los que sufren y lo grita a través de la poesía, su arma”, manifiesta Paloma Porpetta.

En el centenario de la poeta Gloria Fuertes

Gloria Fuertes comienza a ser reivindicada como merece.

Un buen ejemplo de todo esto se recoge en obras como Antología y poemas del suburbio, Aconsejo beber hilo o Todo asusta, escritos entre 1954 y 1958. En ellos, tal como resalta Reyes Vila-Belda en un espléndido trabajo titulado Pan y versos: hambre y subversión en la poesía de Gloria Fuertes, la poeta madrileña muestra su preocupación por el mundo del suburbio, por los marginados, por los pobres, por los encarcelados, por las prostitutas, se replantea la función del poeta y la poesía.

La profesora de la Universidad de Baleares, María Payeras Grau, indica que las causas de las injusticias que denuncia Gloria Fuertes siempre “las hace desde una mirada humanamente compasiva, asociada a su cristianismo”. Y es que Dios es otro de los grandes temas de Gloria Fuertes. Paloma Porpetta asegura que “Gloria tutea a Dios, le habla de poeta a poeta, de creador a creador. Le pide que baje y vea lo que está pasando, se encomienda a él, se ríe con él y hasta le compadece porque está solo”. Llega a agradecerle a Dios que le haya dado la condición de ser humano y se tomara la molestia de hacerla “poeta y despacio”. Son muchos los poemas en  los que hablan de Dios y de su espiritualidad –Vamos a ver…, Un hombre pregunta, Poema, Cristo, Dios qué me da…- pero quizá sea en Oración donde muestra una impresionante expresión del padrenuestro.

Aunque no sea cierto, pasado el tiempo se tiene la impresión de que Gloria Fuertes es recordada por su poesía para niños. Quizá porque también fue una gran comunicadora y supo llegar a todos los hogares con sus apariciones en televisión contando cuentos en programas como Un globo, dos globos, tres globos, La cometa blanca, La mansión de los Plaff. Para la directora de la Fundación “esta faceta la catapultó a la fama y la fama eclipsó su labor como poeta de adultos”. Pero reconoce que  la obra infantil de Gloria es muy importante. “Con sus poemas supo dar una vuelta a la literatura infantil. Con sus rimas fáciles, con su musicalidad, consiguió que más de una generación se acercara a la poesía”, asegura.

Esta especie de disolución en el mundo de los niños está cambiando y Paloma Porpetta asegura que en estos momentos se están realizando dos tesis doctorales sobre la obra de adultos de Gloria Fuertes, desde distintas perspectivas. Además, recuerda que en Estados Unidos existen más de doce especialistas en la obra de Gloria Fuertes, porque “la consideran una figura fundamental en la literatura de las posguerra española”. Sin olvidar que se va a celebrar un curso de verano de El Escorial, que en este mes de marzo se inaugura una exposición en el Centro Cultural Fernando Fernán Gómez y que en abril la Biblioteca Nacional abre una muestra de sus fondos bibliográficos. Y que el Ayuntamiento de Madrid le dedicará una plaza en Lavapiés, el barrio donde nació y vivió.

Para Paloma Porpetta “lo verdaderamente importante es que la leamos, que llegue a todos, como ella misma quería. Escribe para que la entendamos todos. Escribía para todos, para niños y para adultos. Y lo hacía a diario. Su oficio, poeta”.

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