Por Pedro J. Navarro

Bernardo Pérez Andreo
El teólogo y profesor Bernardo Pérez Andreo (Nimes, 1970) es un pesimista esperanzado. Como tal, nos presenta en La sociedad del escándalo un texto que conmueve, que nos sitúa ante un incómodo espejo de la realidad de nuestra vida y de nuestro mundo, que cuestiona nuestras prácticas cotidianas y nuestras falsas seguridades, que golpea las conciencias como Francisco lo ha hecho recientemente en el Encuentro Mundial de Movimientos Populares. Y lo hace sin medias tintas, con meridiana claridad, desde la filosofía, la economía, la historia y, por supuesto, la teología. Desde el pensamiento, en definitiva, que no se queda en la mera elucubración teórica, sino que repasa las fuentes de la modernidad hasta llegar a la globalización posmoderna. Una globalización que deja millones de víctimas a su paso y que es, por tanto, piedra de escándalo para el presente y el futuro de las generaciones de la que formamos parte.
Una sociedad en “en la que el hombre se ha convertido en piedra de caída (…) para el hombre”. Y en otro sentido, “en la que se establece una medida para determinar el valor de lo humano o lo social, es una sociedad del escandallo, de un escandallo que permite ascender por la escala de lo humano, que permite transcender”.
De breve extensión, pero no por ello carente de suficiente munición para que produzca una amplia onda expansiva en la conciencia moral como sociedad y en lo personal. A lo largo de cuatro capítulos seremos capaces de sumergirnos en ocho postales del mundo venidero, en la globalización como teología legitimadora del orden mundial capitalista, en un repaso de los elementos que sustentan este sistema económico y social asesino, hasta alcanzar unas propuestas en firme con las que que pueda salir adelante una sociedad rota que espera salvación, una salvación de lo humano, de una sociedad del escándalo.
Pese a que cueste en ocasiones verlo con claridad, tenemos en nuestras manos un libro profético que alberga la utopía de una sociedad que busca la paz en la tierra, con el que podemos afirmar que no habrá un cambio en la conciencia social si no lo hay en la conciencia personal. Esa búsqueda del Reino que aparece nítida entre sus páginas encuentra su conexión con la Doctrina Social de la Iglesia, especialmente en Evangelii gaudium y en Laudato Si, para un mundo y un sistema social y económico en el que molesta y estorba un Dios que apuesta por el cuidado de la naturaleza y de sus criaturas.
La puesta en práctica de la revolución del amor es la que pone en jaque al hecho de “tu muerte es mi vida” de un autor pesimista esperanzado, que no esconde a sus pensadores fetiche, como Slavoj Žižek, se sirve de las series de televisión o de acontecimientos mediáticos como la caída de las Torres Gemelas para concluir que lo único positivo de la sociedad del escándalo es que tenemos la oportunidad de trascenderla. Y ese camino es lugar de encuentro de creyentes y no creyentes, de aventureros en busca de una salvación liberadora, que no es otra que la revolución social en la transformación de las conciencias. Como concluye Pérez Andreo, “necesitamos una verdadera metanoia, un cambio y transformación de la mente (alma) y de la sociedad. A esto estamos llamados, para esto somos convocados. ¡Augere Aude!”.
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