Si te tomas un café

Tomarse un café puede ser un hábito cotidiano para muchas personas, pero detrás de ese  acto sencillo hay todo un entramado complejo desde que se siembra la planta hasta que nosotros lo consumimos.

Os planteo dos alternativas en las cuales os pido, sencillamente, que asumamos el rol de agricultores que tienen cafetales. Con un poco de imaginación será más fácil adentrarse en el mundo de lo humanamente posible.

En la primera, elije uno de los cinco países productores de café: Brasil, Colombia, Indonesia, Vietnam o Etiopía. No te recomiendo este último, pues te pagarán en torno a dos euros por una jornada de trabajo. Después, en los países del norte,  se venderá un kilo de lo que hayas recolectado a 30 euros, si es de buena calidad. Quiero comentarte que, tal vez, la tierra que trabajas haya sido en sus orígenes para el cultivo de otro tipo de alimentos autóctonos pero, por aquello de intentar sacarle un dinerito, los has tenido que quitar y ahora estás metido en esta vorágine que se llama mercado internacional, donde las subidas y bajadas de precio son peores que cuando se descompensa la tensión arterial. Te pongo en antecedentes: desde 1997 el precio del café ha caído un 70% y en 2002 llegó a índices más bajos.

[quote_right]En México los intermediarios se llaman coyotes, en Perú pirañas y en Indonesia, tiburones. El apelativo les viene que ni pintado[/quote_right]

Te preguntarás por qué, si a ti te pagan esa cantidad irrisoria, se puede vender después a precios tan desorbitados en otros países. La cuestión es muy sencilla. Ahí es donde aparecen los intermediarios. En México reciben el nombre de coyotes, en Perú el de pirañas y en Indonesia se conocen como tiburones. El apelativo les viene que ni pintado. Ellos están haciendo el juego en medio de las grandes multinacionales: Kraft Suchard, Nestlé, Procter&Gamble, Sara Lee y Tchibo, que controlan el grueso del mercado mundial de este producto y aplican políticas comerciales agresivas. De las ganancias, el 20% se quedan en el país y menos de un 10% llega a quien lo produce. Este tipo de café no se sabe en qué condiciones se ha producido, si en ello han intervenido niños o si a las mujeres que lo han recolectado se les ha pagado menos. Además, a menudo en ese tipo de plantaciones se utilizan pesticidas y agroquímicos.

recolectores de café en vietnam y precio del café que allí se produce son completamente diferentes.En la segunda alternativa, también puedes elegir de nuevo uno de los países que te indiqué al comienzo. En este caso el café, que has cultivado de forma respetuosa con el medio ambiente y en condiciones dignas, lo comercializarás a través de cooperativas organizadas de forma democrática en tu zona. Se exportará a través de organizaciones de comercio justo. Éstas han pactado un precio que les permite cubrir costes, independientemente de cómo fluctúe el mercado y cómo se hayan levantado las bolsas internacionales ese día. Este tipo de mercado genera unas relaciones comerciales justas, participativas y solidarias. Como consecuencia, todo ello revierte directamente en la seguridad económica familiar. En tu casa ya no tendrán que ponerse a cantar la canción de Juan Luis Guerra: “Ojalá que llueva café en el campo”. Ahora tu producto de calidad se mueve haciéndose un hueco entre las redes internacionales de distribución, que lo miran con cara de sospecha porque, además de excelente aroma, tiene sabor a dignidad.

[quote_right]Cuando vayamos a pedir un café preguntemos si tienen de comercio justo, así dejamos caer el tema y, de paso, vamos concienciando[/quote_right]

Llegados a este punto y volviendo a la  realidad de que somos consumidores de cafeína, no nos queda más remedio que obrar en conciencia después de habernos imaginado trabajando en los cafetales en otro lugar del mundo; labor nada agradable, por cierto.

Tal vez sea cuestión de empezar por algo fácil pero que requiere su punto de coraje. Cuando vayamos a pedir un café preguntemos si tienen de comercio justo, así dejamos caer el tema y, de paso, vamos concienciando sobre este asunto. Pequeños gestos producen grandes cambios. Si de un grano de mostaza puede nacer un árbol en el que aniden pájaros, de unos granos de café puede brotar el sustento diario de una humilde familia campesina.

jukaprieto@hotmail.com

 

 

 

 

 

 

Juan Carlos Prieto
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