Pasaje Seguro-Cantabria: reacción ante el desastre

¿Cuándo surge Pasaje Seguro-Cantabria y con qué objetivos?

Pasaje Seguro-Cantabria es un grupo de trabajo ciudadano que surge en febrero de 2016 como reacción a la ilegal e inhumana respuesta dada por la Unión Europea y el Gobierno español a la llegada a Europa de refugiados, personas con cobertura jurídica para ser acogidas, que llegaban procedentes de diversos conflictos de esta gran guerra global en que los gobiernos están convirtiendo el planeta. Sabíamos (y los datos nos apoyaban) que la opinión ciudadana general era que defender la vida es lo primero, que debía acogerse a esas personas y para eso solo había que respetar la legislación internacional. En cambio, los gobiernos han optado por dejarlas morir y se ha aprovechado para poner en marcha un oscuro y jugoso negocio de fronteras y seguridad que beneficia a empresas gigantes como Indra y otras muchas que también venden las armas que provocan los conflictos. En esos días, hubo una movilización global inmensa en la que, al menos en 30 países y en 45 ciudades y pueblos en el Estado español, nos conectamos y empezamos a trabajar juntos por los derechos humanos de las personas refugiadas… y migrantes, porque -y esto es importante- no hacemos distinción entre las víctimas de las guerras visibles y las de esa guerra invisible que es el capitalismo que condena a la muerte a poblaciones enteras.

Pasaje seguro Cantabria quiere responder a la reacción ilegal e inhumana de la UE ante los refugiadosEn vuestro tiempo de andadura, ¿cuáles son las acciones más significativas que habéis llevado a cabo y las que más os han ayudado a configuraros como colectivo?

Lo más destacado de nuestras acciones es que hemos conseguido unirnos personas de diversas generaciones, credos e ideologías, todas a una. Y esto es un motivo de esperanza, en tiempos de obsesión identitaria: ver juntas, reivindicando el cumplimiento de los derechos humanos, a personas cristianas, musulmanas, ateas y agnósticas, por ejemplo. Hemos hecho diversas manifestaciones y concentraciones; performances participativas como Lo que el mar nos trae, abiertas a quien quisiera unirse; un precioso flashmob —canto colectivo— en Cabezón de la Sal, con una adaptación del tema de Los Miserables, Canta el pueblo, que se ha convertido en nuestro himno y que repartimos y cantamos entre todas y todos cada vez que hacemos un acto. Hemos coorganizado ya dos ediciones de “Corre Por Siria” con Amnistía Internacional; colaboramos con las donaciones que nos llegan con Himaya, una organización sin ánimo de lucro que alquila pisos en Grecia a refugiados, para sacar a las familias de los lugares infames en los que les hacen vivir. Organizamos y participamos en mesas redondas para hacer pedagogía social e informar y sensibilizar sobre el tema que, tememos, se está quedando en el olvido… cuando las personas refugiadas están en una situación igual o peor.

Hemos asesorado a la Consejería de Educación -con poca respuesta efectiva por su parte, lamentamos- para hacer trabajo en los colegios e institutos y, por nuestra cuenta y medios, tenemos un grupo de educación que va a los colegios a dar charlas y explicar la situación de refugiados y migrantes; tenemos un espacio sobre Migraciones en el programa de radio Aquí en la Onda de Onda Cero, que nos han acogido… y tantas cosas que no cabe reseñar. Todo esto nos ha ayudado a mantener vivo en lo posible el tema, porque somos un grupo de trabajo ciudadano, no un mero colectivo: nuestro trabajo es facilitar sinergias y acciones, sobre todo de la sociedad civil -aunque también tenemos interlocución con los partidos- para que los derechos de las personas refugiadas y migrantes sean reconocidos y respetados. Ese es nuestro objetivo, el motivo por el que trabajamos juntas desde hace más de dos años. También debemos destacar que no es solo lo que hacemos nosotras directamente, que mucha gente de diversos puntos de Cantabria -Torrelavega, Cabezón, Astillero, Bezana, San Vicente, Reinosa… y muchos más- nos han informado de que hacían actos y nos han hecho llegar muchas veces los fondos recogidos para que los destinásemos a Grecia, donde durante un año entero tuvimos un voluntario trabajando codo a codo con las personas refugiadas, apoyándolas de igual a igual, que es como trabajamos nosotras. Luchamos ahora por sus derechos -que son los nuestros- y que los gobiernos que no velan por sus vidas tampoco velarían por las nuestras. Lo que hacemos, por tanto, no es caridad, en todo caso com-pasión, pasión compartida, una demanda horizontal por sus derechos y los nuestros.

Nos consta vuestro compromiso y acciones en las últimas semanas denunciando la llegada de barcos al puerto de Santander con armas que son vendidas por España a Arabia Saudí y que estas armas se dirigen a la guerra del Yemen. ¿Podríais hablarnos de esta denuncia y cómo la estáis desarrollando?

 Esta denuncia pone de manifiesto un mecanismo que resume bien una parte de la problemática de los refugiados. Una naviera saudí, la Bahri, hace negocios de armas en España, armas que utiliza para masacrar a la población civil yemení. Si la situación se mantiene, tendrán que abandonar masivamente su país, convirtiéndose en refugiados, por culpa del deseo saudí de doblegarlos, que cuenta con el silencio cómplice de la Comunidad Internacional. Primero cargaban en el puerto de Bilbao, pero la sociedad civil vasca los echó a golpe de movilizaciones impulsadas por Ongi Etorri Errefuxiatuak, colectivo hermano nuestro allá. Ahora nos toca trabajar aquí, no dejar de denunciar que no queremos que la guerra empiece aquí. Contamos, supuestamente, con el apoyo del Parlamento de Cantabria, que dictó el 2 de abril una resolución contra la utilización del Puerto de Santander para tráfico de armas, pero esta pasada semana, el 15 de mayo, nos encontramos con una nueva carga de contenedores con armas. Es vergonzoso lo que está ocurriendo y pedimos el apoyo de la sociedad civil para denunciarlo: publicándolo en las redes sociales, contándolo a amigos, escribiendo cartas a los periódicos, acudiendo a las concentraciones… El trabajo que estamos haciendo es agotador porque, aparte de nuestras vidas con toda su complejidad -las lectoras entenderán que incluir en una vida cotidiana estos trabajos extra no es sencillo- estos buques obran con oscurantismo, apagan los sistemas de vigilancia -algo que es ilegal- y tenemos que estar pendientes todo el rato, porque nos sobresaltan con sus llegadas, lo que exige reaccionar muy rápido y estar en el puerto para denunciarlo. Hacemos lo que podemos, porque no se puede consentir: hay vidas, más de 10.000 yemeníes asesinados ya, detrás de todo este tipo de operaciones que se pretenden “comerciales”.

¿Con qué otros colectivos colaboráis desde Pasaje Seguro y cómo valoráis vuestra presencia en la sociedad cántabra?

Por lo que he comentado antes, ya se ve que nosotras no estamos solas: trabajamos con personas y colectivos de muy diversos tipos. Desde algunos creados por este motivo, como la Comunidad Solidaria Cantabria Actúa, que presta ayuda directa a refugiados aquí y en Grecia en cuestiones materiales y vitales, desde buscar piso a proyectos de autoempleo, con los pocos medios que tienen o Himaya que, como dijimos, paga el alquiler de pisos en Grecia y ayuda a las familias. Un regalo que nos ha hecho este trabajo es que conecta con la parte más humana de todas nosotras y, aunque se trata de una seria y contundente demanda de cumplimiento de la legislación internacional -parece mentira, ¡sólo pedimos que se cumplan las leyes!-, es un tema en el que nos podemos poner de acuerdo muchas y muy diversas personas. Eso hace que colaboremos, sencillamente, con quien quiera colaborar: y hay muchas formas de hacerlo, desde el pequeño gesto personal de hablar del asunto… al más grande de organizarse para hacer algo en nuestra comunidad de referencia: coles, clubs deportivos, comunidades cristianas de base, asociación de bolos… es igual, ¡se puede trabajar en todas partes! Animamos a vuestras lectoras y lectores a organizar algo en sus entornos: cada acto o gesto sirve y no nos podemos olvidar de las personas refugiadas y migrantes que cada día están peor: si no fuera por organizaciones de la sociedad civil como Proactiva Open Arms o Proem-Aid el Mediterráneo, que es una fosa común, estaría aún peor y los refugiados son ahora rechazados por Libia y Turquía, países con los que la Unión Europea tiene subcontratados los flujos migratorios. Debemos denunciar que esta situación constituye una de las mayores vergüenzas del siglo XXI. Algún día se nos preguntará dónde estuvimos.

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