Lento, pero viene…

pag12_hayvida_web-12.jpgAsí empieza uno de mis poemas preferidos de Mario Benedetti, que leía con pasión a mis 20 años, en el contexto de un momento social y político ávido de cambios. Se presagiaba lo nuevo, pero había que parirlo en medio del miedo, la desconfianza o la descalificación. Hoy, a mis cincuenta y dos, experimento algo parecido. Me pilla más escéptica y más cansada, pero tengo la suerte de vivir en un contexto donde la gente está convencida de que luchar ya es ganar porque, de este modo se mantiene en pie la dignidad, un contexto en el que la pasión por hacer histórico lo inédito se toca en las plazas, se corre desde el boca a oreja y en las actitudes de vida y la gente está dispuesta, sin ingenuidades, a arriesgar por ello.

Un contexto y una coyuntura histórica empeñados en el parto de lo inédito porque no se puede sostener ya más tanto expolio, tanto sufrimiento, tanta política corrupta a la que el bipartidismo nos ha llevado y se nos invita a “comadronear” lo nuevo con muchos otros y otras diversos. La apuesta de la plataforma Ahora Madrid y su candidatura “Madrid en movimiento” para sus primarias me evocan estas reflexiones. La forman muchas de las gentes de Traficantes de Sueños, La Villana de Vallecas, el Observatorio Metropolitano, la Fundación los Comunes, Movimiento por la Democracia, el ex Ferrocarril Clandestino, etc. Con sus saberes y propuestas -aprendidos en las luchas antiglobalización- la autogestión y el ensayo de lo procomún desde los barrios y los movimientos sociales se plantean ahora el acceso a las instituciones y la representación municipal. Son gentes expertas en pensar lo nuevo y hacerlo práctica política. Lo sé porque los conozco bien y hemos sido compañeros en muchas batallas de barrio en Vallecas, Lavapiés, Carabanchel, Malasaña, por otro Madrid posible. Mucho antes del 15M y con muchas más sinergias después.

Gentes convencidas de que sí se puede, que es posible mandar obedeciendo, como dicen los y las zapatistas, pues muchos de ellos y ellas conocen bien sus municipios liberados contra el neoliberalismo y aspiran a convertir el deseo en ley. Están convencidos de que el modo ya es el fin y, por eso, quieren hacerlo desde otras lógicas y maneras que no sean la del lucro ni la manipulación. De ahí que su sistema de elección en primarias sea ponderado -de modo que ningún partido pueda acaparar la lista electoral- o su empeño en acceder al poder municipal generando, a la vez, estructura de contrapoder y transformando las tradicionales Juntas de Distrito en Juntas de buen gobierno, donde se asegure el fortalecimiento de los movimientos vecinales y sociales, como instancia critica imprescindible para gobernar. Son (somos) pocos, pero nos sentimos “una minoría aplastante”, porque somos conscientes de nuestra resiliencia y persistencia y, por eso, no nos importa ir lentos, porque vamos lejos… y vamos ahora.

Esta pasión que me mueve, lo reconozco, no puedo separarla de mi experiencia como mujer creyente. La fe es siempre un antídoto contra la desesperanza y la acomodación. Creer es dar crédito al amor y el amor en la vida ciudadana y política se llama justicia, democracia participativa, derechos sociales, pasión por lo común o lo procomún, equidad de género, etc. Por eso, nada más contrario a la fe que la fosilización de la vida y las ideas, corromper el servicio a la ciudadanía en política de casta y lucrarse con la exclusión de las mayorías en beneficio de unos pocos, como denunció con su vida Lucho Espinal, de cuyo asesinato en Bolivia se cumplieron 30 años el pasado 22 de marzo:

Los fósiles son imparciales, no pueden arriesgarse a tomar partido por algo, antes de que haya ya triunfado plenamente. Esto hace que ellos no intervengan en lo que todavía está madurando. Por eso, los fósiles esperan que otros decidan las luchas (…) ¿Cómo va a buscar lo nuevo el que está satisfecho con lo viejo?… Pero los fósiles tienen sus motivos, no quieren equivocarse (…) Sin embargo, hay que admitir la posibilidad de equivocarse. El que da dos pasos adelante y luego ha de retroceder uno para corregirse es más positivo que el que está detenido por miedo a no acertar. La vida es riesgo y el que no se arriesga es indigno de la vida. La acción es ambigua y mancha…

Por otro lado, este parto de lo nuevo quiere acontecer también en la Iglesia ante este inesperado regalo que está siendo el nuevo liderazgo del papa Francisco, empeñado en avivar la pasión por las periferias y lo liminar en nuestras comunidades. Este papa también quiere animar a hacer camino común con los movimientos populares y sociales, convencido de que una nueva cultura inédita late en el corazón de la ciudad y de que los cristianos y las cristianas hemos de acoger y recibir de ella otros lenguajes, símbolos mensajes, paradigmas que ofrecen nuevas orientaciones de vida (EG 73). Por ello, resulta absolutamente imprescindible agudizar la mirada contemplativa sobre la realidad para descubrir al Dios que está presente en las calles, las plazas promoviendo la solidaridad, la fraternidad, el deseo de bien, de verdad, de justicia. De modo que esta presencia no sea debe fabricada, sino descubierta, desvelada (EG 71).

En este mes he asistido al parto de dos realidades nuevas que algunos colectivos de Lavapiés, juntamente con otras gentes, hemos “comadroneado” con mucho esfuerzo. La primera de ellas tiene como protagonistas a las personas procedentes del salto de Melilla en Madrid, que con tanto esfuerzo e indignación hemos acompañado en estos meses denunciando su situación de vulnerabilidad, maltrato, exclusión sanitaria, etc. Finalmente, tras muchos meses de presión, diálogos y búsqueda de alternativas, se ha conseguido que Caritas Diocesana abra un centro día de acogida donde puedan estar y recuperar energías en su situación de tránsito hacia otros países de Europa y desde el que acompañar los procesos de quienes decidan quedarse.

La segunda realidad es el local La Universal, situado en la calle Duque de Alba nº 13, muy cerca de la Plaza de Tirso de Molina y de La Latina. Este edificio es una casa común donde diferentes colectivos (Senda de Cuidados, Traficantes de Sueños, Yo sí sanidad universal, La escuelita del afuera y otros) compartimos espacio y proyectos, nuevas formas de educación, de creación cultural, de alternativas al empleo y difusión de ideas para cambiar la ciudad y el mundo, desde la creación de vínculos y el apoyo mutuo. En definitiva, una casa donde construir derechos universales, desde abajo, que es fruto del sí se puede y de la voluntad de confluir y dialogar en la búsqueda de lo común de colectivos tan diversos como una congregación religiosa (Mercedarias de la Caridad) el movimiento okupa y otros movimientos sociales del barrio. Decididamente, sí se puede.

Autoría

  • Pepa Torres

    Teóloga y religiosa Apostólica del Sagrado Corazón de Jesús, vive en una comunidad intercongregacional en el madrileño barrio de Lavapiés. Allí apoya los movimientos sociales y la defensa de los derechos humanos, especialmente desde la Red Interlavapiés. Escribe en alandar la sección "Hay vida más allá de la crisis".

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