El Evangelio del sentido común

Alguien  tiene  que  romper  esa  espiral  de  violencia  y  respuesta  más  violentaA pesar de que los evangelistas se empeñan en ocasiones en mostrarnos a Jesús como el gran cumplidor de la ley, la verdad es que no lo consiguen casi nunca. Porque Jesús hace más bien lo contrario. Se sitúa al margen de la ley, va por libre. En realidad, no hace ni dice cosas extrañas, sino de sentido común. Lo que sucede es que a veces la ley y la tradición terminan por tener poca relación con el sentido común.

Este mes comienza con la fiesta de la Presentación de Jesús, domingo 2 de febrero. La tradicional fiesta de las Candelas. Lo puso ahí Lucas para decirnos que los padres de Jesús y Jesús mismo cumplieron escrupulosamente con la ley. Y fueron a llevar su ofrenda, tal y como marcaba la ley.

Pero al domingo siguiente, 9 de febrero, Jesús ya nos sale por peteneras. No quiere cristianos ni seguidores o seguidoras grises y que pasen desapercibidos. Lo suyo es ser luz del mundo y sal de la tierra. Lo suyo es que nos vean y que pongamos color en este mundo tan lleno, a veces, de tristeza. Pero -y esto ya es interpretación mía- no creo que Jesús quisiese decir que la visibilidad de los cristianos y cristianas fuese gracias a las procesiones o a los grandes actos litúrgicos (léase misas en la plaza de Colón de Madrid). Algo me dice que se refería a otra visibilidad.

Es que, en el fondo, lo que Jesús nos plantea es de sentido común. Lo vemos en los dos domingos siguientes (16 y 23 de febrero). El evangelio es ese discurso de Mateo articulado sobre el “habéis oído que se dijo pero yo os digo”. Se puede matar de muchas maneras al hermano o la hermana. No solo clavándole un puñal. También mata quien margina, quien oprime, quien no hace justicia, quien insulta, quien ningunea… Para saber que eso es así no hace falta ser un genio. Basta con tener sentido común. El adulterio no es solo cosa de irse a la cama. La infidelidad no está en el cuerpo sino en el corazón, en el deseo. También es de sentido común. La sinceridad tiene que estar presente en las relaciones humanas. ¿Cabe otra posibilidad entre los hermanos y hermanas? Pues que vuestro sí sea sí y vuestro no sea no. De sentido común. ¿Es que aquello del “ojo por ojo” vale para algo más que para quedarnos todos ciegos? Alguien tiene que romper esa espiral de violencia y respuesta más violenta. De sentido común. Termina con el amar a los enemigos. ¿Locura? Vista la experiencia de tantos siglos de historia, debe ser la única posibilidad de construir un mundo diferente y mejor. De sentido común.

Esperemos que el sentido común comience a hacérsenos un poco más presente. Y que se convierta en normal lo que a algunos y algunas les/nos parece todavía extraordinario: amarnos unas personas a otras, perdonarnos, darnos la mano, hacer justicia, atender a los seres humanos más necesitados, confiar… De sentido común.

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