Este mes de octubre celebramos una pléyade de santos y santas. En ella encontramos a Francisco de Borja y Francisco de Asís (3 y 4 de octubre). Cuando el actual papa eligió el nombre de Francisco, pensé en un primer momento que quizá lo hacía en alusión a Francisco de Borja, jesuita, tercer general de la Compañía. Luego pensé, lo que ha resultado más cierto, que sería más bien por Francisco de Asís. Claro que lo más probable es que Francisco de Borja se llamase así por el santo de Asís. En este juego de nombres se produce esa mutua fecundidad de los carismas en la Iglesia. Y una llamada a no perder la esperanza. Más allá de nuestros temores, debemos estar seguros y confiados: el Reino es de Dios y él lo va haciendo realidad en la historia y en la vida de cada persona.
Es bueno tener este trasfondo en cuenta a la hora de leer los evangelios de los domingos de este mes. Comienzan con una apertura magna: “Señor, auméntanos la fe”, dicen los discípulos a Jesús (27º del tiempo ordinario, 6 de octubre). Fe es, nos decían, creer en lo que no se ve. Dicho de otra forma, creer que en el trasfondo de nuestra historia está Dios actuando, jugando “paso a paso, sin trucos –sin utopías–, carta a carta, sin cambios, tu formidable solitario.” (León Felipe).
El 20 de octubre (29º del tiempo ordinario) nos vuelve a insistir en que hay que orar sin desanimarse. O, lo que es lo mismo, orar aunque no veamos los efectos, aunque las cosas no cambien como quisiéramos, como nos parece más justo, más de acuerdo con el reino de nuestros anhelos. O, lo que es lo mismo, que aguantemos la posición sin desconfiar, manteniendo la esperanza y la frente alta. Confiando más allá de todas las previsiones y posibilidades humanas. Porque fue el publicano el que salió justificado del templo y no el fariseo (30º del tiempo ordinario, 27 de octubre). Por más que él se siguiese sintiendo pecador y culpable. Por más que el fariseo se sintiese justificado y santo. Ahí está Dios que conoce el interior de cada persona. Confiar. Siempre confiar. Dios no abandonará a sus pequeños y pequeñas.
De ahí brota la acción de gracias (29º del tiempo ordinario, 20 de octubre): de la confianza, de la fe profunda, de la esperanza y de la seguridad en que Dios está ahí, con nosotros y nosotras, con las personas pobres, con quienes sufren.
Francisco es parte de la memoria de los pobres en la Iglesia. Francisco es el nombre del papa actual. Seguro que su actuación no llenará todas nuestras expectativas ni cumplirá todos nuestros deseos. Pero lo que llevamos visto hasta ahora nos da razones para la esperanza, para mantener la frente alta y mirar al futuro sabiendo que el Reino siempre está ahí, a la vuelta de la esquina. Y que lo último que podemos hacer es desesperar.