Paz, alegría, amor: vida

Ilustración: Hiking ArtistSon tiempos difíciles. Da la impresión de que no salimos de una para entrar en otra. Desde la corrupción hasta la crisis pasando por desastres naturales, recortes, desempleo, guerras… ¿Para qué seguir? Una nube de pesimismo parece que se va imponiendo en nuestro mundo. Se oye en las conversaciones en la calle. “No hay salida.” “Todo está mal.” Y frases por el estilo. No se ven brotes de ningún tipo y el futuro se parece más al de aquella ciudad lluviosa, contaminada y triste de Blade Runner que a la primavera que vence al invierno y nos llena de esperanza, calidez y alegría.

Pero no es verdad. La palabra de Dios de los domingos de Pascua de este mes de abril nos pone en nuestro sitio. La persona creyente no puede ser pesimista. Porque Dios está a la vuelta de la esquina, nos trae la paz y el efecto de esa paz es la alegría. Ese es el efecto de las palabras de Jesús al aparecerse a los discípulos (2º domingo de Pascua, 7 de abril). No hay temor. Les desea la paz: “Paz a vosotros.” Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.

El evangelio del siguiente domingo (2º de Pascua, 14 de abril) nos lleva a otro escenario. Es una repetición de la pesca milagrosa. Pero ahora el que está en la orilla es el resucitado. Y espera a los pescadores, a los que han bregado toda la noche sin sacar nada hasta el momento final. Está a la orilla. Les tiene preparado un fuego en el que se asa un pez, al lado hay un pan. Y les invita a almorzar. Jesús mismo les reparte aquella comida sencilla que les tuvo que saber a gloria.

Estos domingos podemos aprender a vivir de nuevo la importancia de las cosas sencillas. Estamos en crisis, pero eso no nos debe impedir vivir la fraternidad, lo mejor de la vida: el amor, la fraternidad, la ternura, la cercanía, el compartir el trabajo y la vida y la mesa.

Creer en la resurrección no nos aleja de esta realidad dura y complicada ni nos hace desoír a nuestros hermanos y hermanas. Nos baja, más bien, al nivel sencillo y humilde del desayuno en la playa. Un poco de pan, un pescado a la brasa, el descanso compartido después del trabajo, la palabra cercana y el oído atento para escuchar a la otra persona. Es un momento de paz, de alegría profunda. Jesús está cerca, está vivo. Y nuestra esperanza se llena de sentido.

Luego vendrá el compromiso (5º de Pascua, 28 de abril) cuando Jesús nos regale su mandamiento: el mandamiento del amor que implica justicia, misericordia, compasión, ternura, cercanía y tantas otras cosas. El verdadero amor de Dios que se nos ha manifestado en Jesús. Vale la pena seguir al pie del cañón.

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