Un reino de otro mundo

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Ilustración. Hiking artista.

Dice Jesús en el evangelio del último domingo del mes, el domingo que cierra el año litúrgico, el domingo de Cristo Rey, que su reino no es de este mundo. Y a fe mía que tiene razón.

Los últimos tiempos están dando mucho para contemplar y quedarse maravillado. La crisis ha puesto al descubierto la realidad que estaba por debajo de las grandes palabras. ¿Dónde están todos aquellos discursos sobre la Europa solidaria? Cuando ha llegado el momento de las dificultades, cada uno está tratando de salvar los muebles como puede. Lo de siempre, vamos. Y todas las personas olvidando que no hay más forma de salir adelante que fortaleciendo la unión y siendo solidarias unas con otras. Lo que estamos viviendo ahora es una especie de guerra fría entre el norte y el sur. Quienes están en el norte no quieren renunciar a nada y entienden que necesitan desembarazarse de un sur que siempre les ha resultado una carga. Quienes están en el sur se agarran a sus privilegios. Pero eso que sucede a nivel europeo, sucede también dentro de cada país, donde quienes tienen la mejor posición no quieren renunciar a nada. Y, como tienen proporcionalmente más poder, hacen que la carga de la crisis recaiga sobre la gente de abajo. Lo de siempre, vamos.

Mientras tanto, nosotros y nosotras celebramos un mes que se abre con las bienaventuranzas (fiesta de todos los santos). Esto es una locura. Está claro que eso de las bienaventuranzas no es de este mundo. Tampoco lo del domingo siguiente (4 de noviembre) con el evangelio hablando de que el mandamiento primero es el amor. Tampoco lo del siguiente (11 de noviembre) con Jesús contando lo del óbolo de la viuda.

Quizá por eso, el domingo siguiente (18 de noviembre) Jesús habla de la gran tribulación que precederá a la venida del Hijo del Hombre con gran poder y majestad. Habla de su cercanía, de que ya está aquí. Pero este mundo tiene que morir para que pueda nacer lo nuevo.
Lo mejor de todo es que aquí seguimos. Contra viento y marea.

Nuestra fe es una locura ciertamente pero vale la pena porque ya estamos alumbrando ese mundo nuevo. Porque Jesús y su reino ya están aquí. En los barrios, en las comunidades, en las familias. Porque los cristianos y cristianas ponemos en práctica ese lema que tienen los marines americanos: “No man left behind.” No dejar a nadie atrás. Una comunidad construida en Jesús no deja a nadie atrás y tiene las puertas abiertas para acoger a todas las personas. Una locura, ciertamente. Más en los tiempos que corren. Pero es que Dios es así.

Autoría

  • Alandar

    Algunos artículos son escritos por personas ajenas a Alandar a quienes pedimos colaboración por su experiencia, conocimiento de la materia, etc...

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