Una teología en pantuflas

pag8_iglesia_teologiapantuflas.jpg“Teología en pantuflas” es la nueva sección con la cual alandar quiere acercarse a ti, querido y querida lectora. Ya en sí, la palabra “teología” suena a algo demasiado elevado y, por lo mismo, a algo apartado de la gente. Qué contradicción, si pensamos que “teología” significa precisamente “tratado sobre Dios”, un camino o un instrumento para comprenderlo mejor y sentirlo más cerca de nosotros a Él y a todo lo que con Él está relacionado; que es precisamente el cosmos, el mundo y todo lo que hay en él, ya que, en palabras del salmista, “todos somos obra de sus manos”.

No podemos olvidar, sin embargo, que durante mucho tiempo la teología en general ha conseguido ser más bien lo contrario. Para un buen número de personas ha sido como el trampolín que les ha servido para dar el salto definitivo a la increencia. Otros no han llegado tan lejos, pero con un resultado no menos negativo, como es la indiferencia ante todo lo religioso.

Las razones de por qué ha sido así pueden ser diversas. Yo me atrevería a mencionar simplemente tres: tengo la impresión de que la teología era considerada, en primer lugar, como algo muy serio que, además, era tratado de manera absolutamente seria y que, ya el colmo, pretendía hablarnos de un Dios totalmente serio, con el ceño siempre fruncido y con cara de pocos amigos.

El resultado para los que decidíamos continuar no era otro que el de misterios y más misterios que no conseguían hacer otra cosa que, como dice el refrán popular, “ponernos la cabeza caliente y dejarnos los pies fríos”. Estábamos, en definitiva, ante una teología de laboratorio y, por lo mismo, ante una teología técnica y carente de vida.

¡Se acabó! Vamos a intentar presentar en esta sección una teología casera para que la entienda todo el mundo. Una teología festiva como lo es el Dios que nos muestra Jesús en el Evangelio, que no solamente no pega una bronca de padre y muy señor mío al golfo del hijo pequeño que acaba de llegar, sino que le recibe con una fiesta por todo lo alto. A pesar, eso sí, del enfado del hijo mayor; seguramente porque era un teólogo “serio”.

Una teología alegre y gozosa que nos ayude a disfrutar del mundo y de las cosas, en vez de considerarlas algo peligroso que nos apartan del buen camino. Una teología infectada de humanidad por todos los poros, que nos recuerde siempre que los seres humanos somos hermanos, creados por el Dios de Jesús para dar amor y para recibirlo. Una teología misericordiosa que nos muestre un Dios que no sabe lo que significan las palabras “pecado y castigo”, ya que Él solo habla el idioma del amor y del perdón. Una teología, finalmente, que nos enseñe que Dios es padre y madre, por lo que es absurdo que las personas nos dediquemos a construir muros o a marcar diferencias por cuestiones de sexo o cosas por el estilo.

Teología en pantuflas para gente sin joyas ni corbata.

pag8_iglesia_teologiapantuflas_reyes_web.jpgLos Reyes Magos

El relato de los tres Reyes Magos aparece solamente en el evangelio de Mateo y, por lo mismo, es exclusivo de él. Este relato pertenece a un género literario conocido como «Midrás». ¿Qué es el Midrás? Se trata, sencillamente, de una especie de cuento, cuya misión no es la de distraer precisamente, sino la de ofrecer un mensaje o una enseñanza doctrinal.

¿Sería más o menos como una fábula? No. Se diferenciaría de la fábula, entre otras cosas, en que ésta tiene como objetivo principal dar una lección moral respecto a una actitud, normalmente personal, poco coherente y sincera. ¿Quién no conoce, por ejemplo, la fábula de la zorra y las uvas?

La historia de los Magos de Oriente está cargada toda ella de hechos interpeladores para toda persona que sea capaz de leerla, no desde fuera, sino metiéndose dentro de ella hasta el punto de convertirse en verdadero protagonista de la misma salvando, claro está, las peculiaridades propias del tiempo y del lugar de entonces respecto a las que nos toca vivir ahora y en cada lugar a cada uno de nosotros. En general, no se puede leer el Evangelio manteniendo una actitud neutral y, menos aún, una actitud indiferente. Pues bien, hay pasajes en que eso se hace más urgente e imprescindible. Uno de ellos es, precisamente, el relato de los Reyes Magos.

De esta historia se pueden sacar infinidad de aplicaciones para nuestras vidas de cada día, si analizamos todo lo que se nos narra en ella, sobre todo la actitud de los diferentes personajes.
En primer lugar, ¿por qué solamente aparece en el evangelio de Mateo? Porque éste, que era de origen judío, se dirige a un grupo de cristianos provenientes del judaísmo que creían que ellos, por el simple hecho de ser judíos, eran los únicos destinatarios de la Buena Noticia que había traído aquel Jesús, también de origen judío, nacido en Belén y crucificado en Jerusalén.
Ante semejante error sale Mateo para recordarles, sirviéndose del midrás de los Reyes Magos, que nadie puede apropiarse de ningún mérito ni puede creerse que es bueno o que está ya justificado por el hecho de pertenecer a una raza, a un pueblo ni, tampoco, a una religión.

El Dios revelado en la persona de Jesús no entiende estas distinciones ni diferencias de las que los seres humanos nos valemos muchas veces para levantar tantas barreras entre personas, pueblos y países. Él se hace accesible a todos los hombres y mujeres sin ningún tipo de distinción.

Ahora bien, para llegar a conocerle de verdad son necesarias grandes dosis de humildad y deseos profundos de llegar a esa verdad que realmente hace feliz a quien la consigue. En la Jerusalén de entonces se encontraban Herodes, los grandes sacerdotes del Templo, los escribas, etc., que no sólo creían conocer dicha verdad, sino que además se creían poseedores exclusivos de la misma. Y no hay peor cosa que eso: igual que el enfermo que se cree que está sano, ¿para qué va esforzarse por recuperar la salud? En cambio estos hombres, no importa el número ni lo que eran, de colores diferentes y pertenecientes a religiones paganas o de adivinazación, ven compensado su profundo deseo de conseguir la Verdad con el encuentro gozoso de la misma.

Tú, creyente, seguramente cristiano o cristiana de toda la vida, ¿de quién te crees estar más cerca: de los seguros y prepotentes Herodes y sacerdotes del templo, o de los humildes y deseosos de la verdad Magos de Oriente?

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