¿Quién no se ha fijado alguna vez en un caracol? Este animalillo que se desplaza a ritmo lento, ha despertado la curiosidad de todos y todas, principalmente cuando éramos niños. La pena es que, de mayores, no nos fijemos más en ellos.
No sé si han oído hablar del decrecimiento. Si no, les cuento, porque es un tema interesante… y necesario. Lo van a comprender con facilidad, tan solo con algunos ejemplos de “andar por casa”, que es como mejor nos entendemos. Si tienen que comprar sillas y solo necesitan cuatro, no compren ocho. Creo que es lógico. Supongamos que su trabajo está a 25 minutos andando, pero tiene coche y le gusta ir en él. Si se pone a hacer cuentas y calcular las consecuencias negativas de su uso y lo beneficioso que sería para su salud ir andando, entonces, vaya andando.
Seguro que en su casa hay muchos enchufes, (hablamos de Europa), posiblemente tenga conectados varios aparatos eléctricos y en ocasiones encendidos gran número de ellos. Si solo necesita utilizar la plancha, que, por cierto, consume bastante, por qué tener encendida también la TV… respuesta: “para hacerme compañía”. Está claro, de toda la vida, que la televisión ha servido para hacernos compañía, lo mismo que las personas, lo que pasa es que confundimos soledad con el miedo al silencio, con televisión como compañera.
Voy con el último ejemplo: si se le ha estropeado la lavadora y la reparación le cuesta menos que comprar una nueva, arréglela y no se crea eso de “mejor comprar una nueva” que, casualmente, lo suelen decir los comerciantes; por algo será.
En resumen, el decrecimiento es gestionar de forma individual y colectiva las materias primas, energías y espacios naturales para emplear solo lo necesario. También se puede aplicar a los valores humanos optando por aquellos que nos hacen más personas: frente al egoísmo, el altruismo; mejor cooperar que competir; búscar de la colectividad y no del individualismo. Ello nos llevará a revisar nuestra escala de valores.
Se preguntarán a qué viene a cuento un caracol y el tema del decrecimiento. Espero que me entiendan. Sin ir más lejos, Dios es un ejemplo de ello: elige dónde nacer y cómo vivir, lo que llamamos estatus social. Jesucristo, pudiendo ser rico, opta por los más miserables y, pudiendo morir de muerte natural, que es la más natural, se mete en berenjenales para acabar crucificado e incomprendido. Por si fuera poco, se pasa algunos años de su vida denunciando que los poderosos viven a costa de las demás personas (lo que ha pasado toda la vida y seguirá pasando si no hacemos nada por cambiarlo). Opta por decrecer para dar ejemplo, que es una de las mejores formas de predicación.
El caracol, símbolo del decrecimiento, reivindica la lentitud como oposición al uso compulsivo del tiempo; la simplicidad que supone vivir “con lo puesto”, sin posesiones superfluas; el uso medido y moderado de la energía -propio del avance pausado de este animal- la ausencia de residuos, salvo un leve rastro que la naturaleza absorbe sin problemas. Si así pasamos por la tierra, la dejaremos fértil para seguir creciendo.
jukaprieto@hotmail.com
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