Actualmente, desde el punto de vista técnico, las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) se pueden utilizar en prácticamente todos los aspectos del quehacer diario y, de hecho, están provocando un cambio social caracterizado por una mayor capacidad de obtener, procesar y compartir información entre los distintos agentes sociales (ciudadanía, entidades empresariales y Administraciones Públicas).
Estas tecnologías se han implantado rápidamente en la sociedad gracias a la confluencia de cuatro factores:
• Una gran innovación tecnológica, que ha permitido una mayor difusión de las TIC al mejorar la interoperabilidad de las redes y diversificar los sistemas de acceso (por ejemplo, ordenadores, telefonía móvil, televisión digital).
• Un claro apoyo por parte de las autoridades, que consideran que el uso de estas tecnologías favorece un desarrollo económico sostenible a nivel internacional y mejora la relación entre los distintos agentes sociales.
• Importantes modificaciones de tipo legislativo, que han permitido dar más seguridad al uso de estas tecnologías.
• Una importante alteración en el comportamiento social, denominada habitualmente como aparición de la sociedad de la información.
El proceso hacia una sociedad en la que estas TIC formen parte de nuestras vidas es irreversible. Sin embargo, es necesario que dicho proceso no provoque efectos sociales perniciosos que puedan perjudicar la cohesión social que debe asistir en cualquier sociedad.
Todas las ventajas que pueden tener estas tecnologías solo serán una realidad si la implantación y utilización de las mismas se hace de forma adecuada. De hecho, uno de los grandes problemas que ha surgido con el desarrollo de la sociedad de la información ha sido el aumento de las desigualdades socioeconómicas entre países y entre diferentes grupos de personas dentro de cada país.
Si todos los individuos de una nación o de los diferentes países no tienen las mismas posibilidades de utilización de estas tecnologías y de acceso a la información que se difunde a través de ellas, lo que se está creando es una nueva forma de exclusión social en donde algunas personas se pueden beneficiar de las ventajas asociadas a las TIC mientras que otros colectivos se ven excluidos de tales beneficios. A este nuevo tipo de exclusión social basado en la disponibilidad y uso de estas tecnologías es lo que se denomina “Brecha Digital”.
A partir del momento en que las Naciones Unidas pusieron de manifiesto las consecuencias sociales que tiene esta nueva forma de exclusión social, desde muy diversos ámbitos -tanto a nivel internacional como nacional- cualquier medida que se ha aplicado en relación con el fomento y desarrollo de la sociedad de la información y de la sociedad del conocimiento considera fundamental tener presente la posibilidad de que aparezca una posible brecha digital con el objetivo de intentar evitarla.
Para poder solucionar el problema social que genera la existencia de la brecha digital lo primero que hay que hacer es determinar cuáles pueden ser los factores que la generan. En este sentido se han detectado dos causas fundamentales: problemas de accesibilidad y desconocimiento del uso de estas tecnologías y de sus ventajas.
Por ejemplo, en España se calcula que actualmente el número de internautas es cerca del 67’1% de la población entre 16 y 74 años (23’2 millones de la población) pero que solo un 63’9% de los hogares españoles tienen acceso a Internet y un 27% de la población entre 16 y 74 años nunca han usado un ordenador; es más, según los datos del Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones de la SI el internauta en nuestro país mantiene un perfil muy específico, esencialmente joven menor de 35 años (el 47’9% del total), de sexo masculino (55’3%) y principalmente de clase media-media (45’4%).
Aunque en España se está realizando un importante esfuerzo económico y legislativo por desarrollar una sociedad de conocimiento, todavía existen ciertos problemas que han generado una brecha digital entre las distintas Comunidades Autónomas y distintos extractos sociales:
1. Una parte importante del fomento de la sociedad del conocimiento se ha lleva a cabo por las propias Comunidades Autónomas. Esto ha provocado importantes diferencias en cuanto al destino de los fondos utilizados para implantar estas tecnologías. En algunas Comunidades, desde el principio, se han puesto en marcha proyectos muy interesantes para favorecer la accesibilidad a toda la ciudadanía y para enseñarle a utilizar estas tecnologías. Frente a esto, en otras Comunidades estas actuaciones han sido objetivos secundarios.
2. Todavía existen importantes diferencias entre quienes más acceden a las ventajas de la Red. Sigue predominando el sexo masculino, con mayor poder adquisitivo y con un nivel de estudios universitarios. Pese al abaratamiento de costes de acceso y de utilización y a la importante diversificación en los mecanismos de acceso (cada vez se utiliza más el móvil para acceder a Internet) aún existe una parte importante de la población a la que no le resulta fácil utilizar la Red y que, incluso, no dispone de los conocimientos suficientes para aprovechar todo lo que le puede ofrecer.
3. Muchas áreas rurales españolas todavía no tienen un acceso adecuado a Internet y, en consecuencia, están siendo excluidas de todo el proceso de modernización asociado a esta sociedad del conocimiento.
4. Aunque se han mejorado mucho los contenidos que se ofrecen en Internet, la mayor parte de la población -incluyendo a quienes acceden- lo utilizan esencialmente para cuestiones de ocio. Todavía es muy bajo su uso para formación, comercio electrónico o tramitación de procedimientos relacionados con las Administraciones Publicas.
No se puede dudar de que en la sociedad española la brecha digital es una realidad. Lo importante es plantear qué se puede hacer para reducirla. En este sentido existen algunas recomendaciones que algunas Administraciones Públicas y ciertas Instituciones, muchas de ellas del Tercer Sector, están poniendo en marcha. Estas iniciativas se pueden englobar en tres grandes bloques:
• Alfabetización digital. Es básico que la ciudadanía aprenda a utilizar adecuadamente estas tecnologías. Gracias a las TIC se puede acceder a servicios públicos, a una formación que permita el acceso al mercado laboral, a redes sociales que permitan el aprovechamiento del capital humano del que se dispone y que fomenten un mayor capital social, etc.
• Mejor aprovechamiento de los nuevos mecanismos de acceso a Internet. Puede resultar costoso llevar la banda ancha a todos los rincones de España, pero también se puede acceder a Internet a través de móviles o satélites. Conviene fomentar el uso de estos nuevos mecanismos que, además, están bajando de coste, para acceder a las ventajas de la Red y que se conviertan en un instrumento para la inclusión social.
• Ofrecer contenidos en la Red que faciliten de forma cómoda, flexible y rápida información, formación y apoyo a aquellos colectivos que actualmente se encuentran en situación o riesgo de exclusión social y que solo acceden esporádicamente a Internet.
En definitiva, la brecha digital es una realidad que puede afectar a cualquier persona en algún momento pero, sobre todo, a las que se encuentran en los niveles inferiores de renta, tienen un bajo o medio nivel educativo, son mayores de 44 años o del sexo femenino. Dado que es una nueva forma de exclusión social conviene establecer lo antes posible las medidas que permitan evitar esta brecha digital y que faciliten que las TIC puedan ser realmente utilizadas como instrumento de inclusión social y mecanismo para una sociedad más desarrollada socioeconómicamente.