Qué hacemos por una sociedad laica
Santiago J. Castellá, Antonio Comín, Joana Ortega-Raya y Joffre Villanueva
Editorial AKAL. 2013
Esta colección de libros de pequeño formato y muy fáciles de leer nació a finales de 2012 para contribuir a “dar respuestas a temas urgentes”, como dicen en la introducción quienes la promovieron, entre los que destacan Ignacio Escolar, Olga Rodríguez, Isaac Rosa o Emilio Silva, por citar los nombres más conocidos.
Los cuatro autores empiezan por ubicar a quien lee en un contexto social e histórico que la mayoría de quienes poblamos este país desconocemos. La “muy católica España” es el estigma que determina la identidad de un país que comienza a serlo expulsando a quienes no profesaban el cristianismo. Sólo con la Constitución republicana, nuestro país goza por unos años de un marco jurídico verdaderamente laico. El golpe de Estado de 1936, tras el pacto entre Franco y la jerarquía católica, acaba con lo avanzado y se impone el nacionalcatolicismo.
Ya en democracia, todo queda “atado y bien atado”. También en lo que se refiere a la relación Iglesia-Estado. Así lo cuentan quienes han escrito de este libro, que desmenuzan la letra pequeña de un Concordato que firman los responsables del Estado español y de la Santa Sede en 1976 y en 1979. Con él se mantienen los privilegios de la Iglesia en aspectos tan importantes como la financiación, la enseñanza o la exención tributaria (los bienes inmuebles de la Iglesia siguen hoy en día sin pagar IBI). Aunque la Constitución del 78 garantiza en su artículo 16 la “libertad religiosa y de culto”, el sistema de pactos amplía los derechos de otras confesiones pero, en lo fundamental, siguen “jugando en una tercera o cuarta división mientras que la católica lo hace en primera”. Un ejemplo es que una persona musulmana no puede destinar parte de sus impuestos a financiar su confesión, mientras que una católica sí.
La obra muestra, mediante datos y opiniones, a la sociedad española de 2013 como plural y muy secularizada. Sólo un 30% de la ciudadanía española asiste a sus templos y, mientras que la práctica de otras religiones crece, la de la católica disminuye año a año.
El futuro es incierto, mucho más tras el intento fallido del la Ley de Libertad Religiosa que vendió el Gobierno de Zapatero como uno de sus grandes proyectos, pero terminó quedando en agua de borrajas por la falta de voluntad demostrada por sus promotores. Y ahora, ¿qué hacemos? Los autores y autora proponen realizar la Transición pendiente, al menos en el ámbito religioso, renunciando al falso debate entre clerical y anticlerical. La creación de un Estado laico debe pasar por modificar el artículo 16 de la Constitución, promulgar una nueva Ley de Libertad Religiosa y de Conciencia, denunciar el Concordato con la Iglesia católica de 1979 y eliminar el sistema de financiación del culto. Que así sea.