Latinoamérica se empobrece en la globalización

Foto. CMI-Santiago/mediActivista.Finalizando el año 2011 la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que pertenece a las Naciones Unidas y tiene por objetivo promover el desarrollo económico y social de la región, afirmó que en Latinoamérica existen 174 millones de personas pobres, de las cuales 73 millones viven en la indigencia.

Estas cifras, que según la CEPAL indican que la población latinoamericana mejoró su calidad de vida respecto al año 1990 y que -a su vez- son cuestionadas por numerosas organizaciones sociales porque sostienen que las mismas fueron realizadas con estadísticas oficiales que los gobiernos utilizan para “embellecer” una realidad que es más triste de lo planteada, nos hablan de millones de seres humanos que en América Latina deambulan sin felicidad ni alimento y -como pájaros sin flor- transitan por la vida con una deshilachada ilusión a cuestas.

Ahora bien, la pobreza e indigencia de millones de personas en Latinoamérica se relaciona directamente, según sostienen Adolfo Pérez Esquivel y tantos otros, con la implementación en América Latina de políticas neoliberales que desbastan a la Madre Tierra -lo cual muchas veces explica la crisis alimentaria, climática, económica y sanitaria de la región-, y privilegian la economía por sobre el ser humano, que se transforma en variable de ajuste de los capitales transnacionales.

En este sentido, como décadas atrás afirmó el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, “el problema con la globalización en el neoliberalismo es que los globos se revientan” y con ellos también estallan en miles de cristales las esperanzas de millones de hombres y mujeres en Latinoamérica que siempre están pendientes de que la buena fortuna caiga -cuando menos- en forma de suave lloviznita sobre sus sufridas vidas, pero casi nunca acontece.

Continuando con esta línea de pensamiento, el subcomandante Marcos afirmó que “en algunos países latinoamericanos, en lugar de gobiernos nacionales hay gerencias regionales que malbaratan los recursos naturales, la tierra y a los pobres que -siendo clasificados y confiscados de su dignidad- son arrojados a las periferias de las grandes ciudades y a las orillas de los programas gubernamentales. Si ayer era un deber oponerse, luchar, resistir frente a la estúpida lógica de la ganancia, hoy es, simple y llanamente, un asunto de supervivencia individual, local, regional, nacional, continental, mundial”.

Foto. Amy Duchelle/CIFOR.Por último, considerando que la pobreza e indigencia de millones de latinoamericanos y latinoamericanas nos interpela para construir democracias en las que se respete a las personas y la madre tierra, sería saludable que desde el cristianismo recordemos a Pablo VI, quien en el año 1968 afirmó que “muchas veces la paz esta basada en una falsa retórica de palabras que encubren los intereses de parte que tienen muchos sectores de poder que continúan enriqueciéndose y creando un aspecto exterior de orden y legalidad que en realidad solo enmascara los sentimientos de una población que está en constante ebullición”.

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