Entrevista. Inma Sánchez García-Muro y Elena Hernández Martín, responsables de Más Que Silencio, un “centro abierto de silencio y encuentro” situado junto a la Plaza de España de la capital. Va a hacer 5 años que un grupo de mujeres, entre ellas estas dominicas, impulsó la aventura de ofrecer un lugar de meditación en el corazón de la ciudad.
¿Qué es Más que silencio?
Elena: Es un proyecto, ante todo, en el que compartimos un proceso de interioridad para que la persona pueda encontrarse consigo misma y con el mundo, y en sí misma encuentre a Dios. Y dentro de ese proyecto está este centro de Más que silencio para el crecimiento espiritual. Aquí se ofrece una iniciación a qué es, para qué sirve y cómo entrar en el silencio. Hay además un área formativa en esta línea de meditación e interioridad. Y un área de acompañamiento individual.
Hace 5 años que comenzó esta aventura ¿Cómo ha salido la apuesta?
Inma: Muy bien. Era una apuesta por algo que estaba en el ambiente, que era la búsqueda espiritual –aunque a veces no se explicite así- y por eso ofrecimos este espacio sin etiquetas, abierto a todo el que esté en esa búsqueda. Todo lo que hacemos se dirige al cuidado de esa dimensión espiritual de la persona, que nos es connatural. Y la experiencia ha sido muy positiva. Han pasado por el centro en torno a 600 personas por año. No es algo masivo, pero hay una con solidación de la experiencia, basado sobre todo en el boca a boca.

Inma y Elena, en uno de los espacios de Más que silencio. FOTO LALA FRANCO
Más que silencio, el nombre es en sí mismo una declaración de intenciones…
Elena: El silencio no es ausencia de ruido, es una búsqueda hacia la trascendencia. Y la pedagogía del silencio es apropiada para iniciar esa búsqueda. No es un silencio vacío o forzado, es un silencio habitado, que nos lleva al autoconocimiento y al encuentro con la trascendencia. Y es un proceso, un camino que dura toda la vida que hay que cultivar y acompañar.
¿Cuáles son los elementos básicos de la meditación?
Inma: Ya sabemos que hay postura, silencio, quietud, etc. Pero, como actitudes de base, yo destaco la aceptación como acogida a la realidad, que no resignación: aprender a amar eso que somos y que hay a nuestro alrededor. Porque cuando acoges y amas lo que hay, comienza una transformación. Hay otra actitud de la meditación que me gusta mucho que es poder mirar las cosas como si fueran nuevas, con frescura. Y el no juzgar. Junto a la fidelidad al tiempo y al espacio, y la constancia.
Elena: Y una visión antropológica unificada: somos cuerpo, psicología, afectos, relación y nuestro yo profundo donde se alberga la pregunta sobre Dios. Y la meditación ayuda a integrar todos esos aspectos.
Tú, Elena, llevas el espacio de danza contemplativa los jueves, ¿no hay un pudor a movernos, un rechazo a tocarnos?
Elena: Es un aprendizaje de acogida y aceptación de mi propio cuerpo y si eso no se tiene mínimamente es difícil que una persona acuda a esta actividad. También puede venir alguien si es consciente de esa dificultad, porque se trabaja la integración corporal. Aquí incorporamos coreografías sencillas para todo tipo de personas que nos ayuden a entrar en esa dimensión espiritual a través de lo corporal.
Inma: Vivimos en una cultura en la que todo pasa por la palabra y hay experiencias que tocan el misterio que son muy difíciles de verbalizar, mientras que el cuerpo tiene más facilidad para captar y expresar ese diálogo, el cuerpo toca el misterio, lo vive y lo trasmite con profundidad y mucho más directamente que cuando queremos ponerle palabras.
Vuestra hipótesis es que lo espiritual puede acercarnos en lugar de separarnos, por eso no tenéis una identificación o etiqueta…
Elena: Una de las apuestas es ser un centro abierto para toda persona que quiera hacer un trabajo espiritual. Y como nuestra sociedad es cada vez más plural y diversa creemos que los lugares que podamos ofrecer también han de serlo. Nuestra vocación es ser lugar de encuentro. Con gente que tiene una tradición religiosa que quiere seguir cultivando, y con personas cristianas que han dejado de practicar su fe; o con gente que está familiarizado con tradiciones orientales; y con mucha gente sin nombre, buscadores que no buscan una iglesia.
No hay etiquetas pero seguro que hay algo irrenunciable para Más Que Silencio…
Inma: La búsqueda espiritual.
Elena: Sí, porque este no es un lugar de entretenimiento, donde yo vengo a relajarme y a bajar mi nivel de estrés –que esos son positivos efectos secundarios- sino que es un lugar para buscadores espirituales.
También proponéis dos espacios para jóvenes: un taller de Silencio y Mindfulness en la Universidad Rey Juan Carlos, que va a comenzar su tercer año. Y el Jueves Joven, aquí en el centro, que es quincenal. ¿Qué acogida tiene la meditación entre los jóvenes?
Inma: Yo he sentido que, aunque no son grupos muy numerosos –unas 15 personas- la acogida ha sido muy buena, los que han acudido a la universidad han sido muy serios y sus evaluaciones se referían a la utilidad concreta que tenía el curso para ellos. Y había gente que venía incluso de otros campus, con el consiguiente esfuerzo. El problema es la continuidad. Esto es como un “abrir boca”, el crearles un deseo.
Elena: Veo que a los jóvenes les gusta mucho, tienen un a priori muy positivo pero fallan en la constancia. Esto es una característica general hoy, nos gusta probar esto y lo otro pero nos cuesta permanecer en un camino. Este año queremos abrir el Jueves Joven a otros grupos ya organizados que quieran iniciarse en el silencio y la meditación y encontrarse con jóvenes de otros lugares, meditar juntos y descubrir este mundo interior que nos habita. Los jóvenes, más que creencias, buscan una experiencia espiritual que les llene y les dé sentido.
¿Qué agradecéis más de este tiempo vivido?
Inma: Yo volvería a elegir crear Más Que Silencio porque a mí me ha dado una apertura grande, de no cerrarme a que mi visión es la única. Y la experiencia de sentir que mis límites se diluyen y me acerco a los otros. La meditación me pone en contacto con Dios de otra forma, desde el “aquí estamos”, en la que no tengo que explicar nada, me limito a decir, quiero ser eso que tú has soñado para mí.
¿Es una aportación para el mundo religioso esta experiencia de silencio?
Elena: Sí, porque las ofertas de espiritualidad que tenemos, también en el mundo religioso, a veces se quedan muy pobres. Y la meditación y el silencio abren un camino hacia la hondura y la experiencia de Dios.
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