Se está proyectando en los circuitos de cine alternativos la película titulada «Si todas las puertas se cierran». Basada en hechos reales, en dicha película se aborda la historia de tres mujeres, una de las cuales es Antonia de Oviedo, fundadora de la Congregación de las Hermanas Oblatas.

Es una buena película, galardonada con el premio Signis, en la que se entremezclan las historias de tres mujeres. Una es una víctima de la trata de personas; otra, una joven que en contacto con dicha víctima descubre su vocación; la tercera, Antonia de Oviedo, suiza de padre español quien, por azares de la vida, llegó a España para ser institutriz en la corte de la reina gobernadora, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, de las tres hijas de Fernando Muñoz, duque de Riansares.
En 1864, Antonia de Oviedo, tras su encuentro con el obispo benedictino José María Benito Sierra, abre la primera casa de acogida en Ciempozuelos, y en 1870 toma el hábito como fundadora de la Congregación de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor.
En la película se aborda la historia de tres mujeres, una de las cuales es Antonia de Oviedo, fundadora de la Congregación de las Hermanas Oblatas
“Esto no es sólo una obra de caridad, es una obra de redención“, diría León XIII.
Con casas en 16 países, su vocación es, desde sus comienzos, la atención a mujeres en contextos de prostitución y de trata de personas con fines sexuales. “Somos monjas a pie de calle”, dice una de ellas.
Es un trabajo aparentemente sencillo. Acercarse a esas mujeres allí donde se encuentran, trabar relación con ellas, ofrecerles amistad y ayuda, teniendo como horizonte acompañar sus procesos vitales. Para las Oblatas, se trata sobre todo de mujeres que luchan día a día por su dignidad y por no estar estigmatizadas. En algunos casos, durante largas temporadas nadie se acerca a ellas sin un propósito de violencia. De ahí la importancia de su oferta de acogida, de relación, de reconocimiento de su dignidad como personas que puedan experimentar el amor y la esperanza.
Estas religiosas no trabajan solas sino que, como Familia Oblata, se organizan desde los proyectos sociales tanto con profesionales contratados como con personas voluntarias.
En España la congregación cuenta con 16 proyectos de atención y acogida a mujeres y otros 42 proyectos en diferentes países del mundo. En el proyecto de Madrid se trabaja desde cuatro líneas: un recurso residencial; un centro de día que ofrece un servicio de atención integral, es decir, atención social, sanitaria, laboral, acompañamiento y apoyo en los procesos de formación e inserción. La tercera línea consiste en el acercamiento a espacios donde se ejerce prostitución y, en cuarto lugar, se trabaja desde la sensibilización sobre la realidad de la prostitución y trata en España.
Sobre todo, se ofrece la cercanía humana que las mujeres procedentes de la trata no han encontrado antes.
Del mismo modo, en los proyectos de las Oblatas se ofrecen instrumentos de recuperación física y emocional, servicios de atención jurídica y psicológica, acceso a un entorno social digno, formación básica para salir adelante.
Estas religiosas no trabajan solas sino que, como Familia Oblata, se organizan desde los proyectos sociales tanto con profesionales contratados como con personas voluntarias
“Ellas llegan aquí completamente rotas (…). Escuchamos lo que tienen que contarnos y cuáles son sus anhelos. A partir de ahí las atendemos y convertimos situaciones de muerte en oportunidades de vida“, así dice una de las religiosas que coordina el Centro Al Alba en Sevilla.
Y en efecto, así lo testimonian algunas de las mujeres que han tenido la fortuna de entrar en contacto con las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor:
“Reclamo nada a la vida y estoy muy agradecida a las hermanas porque me han apoyado y me han valorado como mujer y me siento contenta de poder ser diferente y poder cambiar para bien mío y de mis hijos” (México).
“Necesitamos oportunidades en la vida para no caer en este mundo, necesitamos apoyo de gente que nos valore y respete” (Colombia).
“Las Oblatas confiaron en mí” (República Dominicana).
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