En estos primeros días de verano al concepto de desescalada se le une el de reconstrucción, aludiendo a la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica creada en el Congreso, cuyos trabajos están finalizando. Paralelamente, están apareciendo desde instancias muy diversas informes que analizan los retos que aquí y ahora se plantean para la reconstrucción post covid-19. Uno de estos informes es el presentado recientemente por la ONG Oxfam Intermón, titulado “Una reconstrucción justa es posible y necesaria”, con el subtítulo “No es momento para la austeridad, elijamos dignidad”. Dicho informe arranca afirmando que la crisis desatada por la pandemia “Ha desvelado la debilidad de nuestro sistema sanitario, las limitaciones de las políticas públicas responsables de garantizar nuestros derechos sociales y la fragilidad del contrato social, donde todavía abunda la precariedad laboral, los bajos salarios, la desigualdad de género y la vulnerabilidad de una parte importante de la población. (…) La crisis deja además una huella de profundos daños económicos y sociales que se han distribuido de manera muy desigual e injusta”.

Según los datos que aparecen en el informe, las consecuencias de la pandemia en nuestro país son de tal calado que el número de personas pobres podría verse incrementado en más de 700.000 y alcanzar los 10,8 millones de pobres, lo que supondría un aumento de la pobreza relativa en 1,6 puntos, alcanzando el 23,1% de la población, incidiendo en la desigualdad, de manera especial, para las personas con rentas más bajas. El coronavirus está impactando gravemente en las familias pobres que malviven hacinadas o en viviendas con graves carencias o se encuentran sobre ocupadas.
Las personas con menos ingresos tienen serias dificultades para protegerse ante los contagios y en los meses de confinamiento han soportado condiciones extremas, especialmente graves para aquellas mujeres víctimas de la violencia de género, que han tenido que convivir, en demasiados casos, con su agresor y el de sus hijos e hijas. Al respecto, el informe destaca el hecho de que, según la Oficina Europea de la Organización Mundial de la Salud, “Aunque los datos son escasos, los Estados miembros de la Unión Europea han informado de hasta un 60% de aumento en las llamadas de emergencia de mujeres sometidas a violencia por parte de sus parejas en abril de este año, en comparación con el año pasado”.
Otro tema relevante se refiere a las personas imprescindibles que han liderado la respuesta sanitaria y social, es decir, millones de personas que trabajan con sueldos bajos y condiciones laborales a menudo precarias, tales como los profesionales de la salud –celadores, auxiliares, personal médico-, el personal reponedor, el de limpieza de residencias y hospitales, transportistas, repartidores, empleadas de hogar que atienden y cuidan a enfermos, personas a las que se les debería garantizar un salario digno.
En definitiva, para la reconstrucción justa, que es posible y necesaria, como se afirma en el informe, Oxfam Intermón propone medidas para reducir drásticamente la desigualdad y sentar las bases de un mundo más justo con una economía más humana, en cuyo centro se sitúen los cuidados y el planeta.
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