Lala Franco

Alandar me permite hacer una de las cosas que mas me gustan como periodista: entrevistar a esas personas que son la sal de la tierra porque van cambiando el mundo con su trabajo, su reflexión y su denuncia.  Además, es un espacio para la libertad y la creatividad dentro de la Iglesia, muy necesitada de ambas. Y me da pistas para vivir de un modo más solidario y menos consumista y para seguir alimentando el núcleo espiritual que nos vincula, desde lo profundo, con el mundo, con los otros y con Dios.  Por lo demás, ahora soy una periodista jubilada de TVE que se mete en muchos líos. En la Revuelta de mujeres en la Iglesia, por ejemplo. Y que está agradecida a dos espacios eclesiales: la JEC (Juventud Estudiante Católica, que me albergó de joven, y Profesionales Cristianos (PX), mi actual comunidad de referencia. Soy murciana y, además de mi tierra de origen, amo Madrid, donde vivo;  pero también la Montaña Oriental Leonesa y Asturias, donde paso buena parte de mi tiempo. La vida, pues, no cesa de abrirme a  paisajes y horizontes nuevos, en todos los sentidos. Y yo trato dejarme sorprender por la riqueza y la novedad que nos rodea y los mensajes de cambio que sugiere. 

Las cifras del maltrato

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En materia de violencia de género hay una preocupación cada vez mayor: una de cada cuatro adolescentes reconoce haber sufrido alguna vez coerción por parte de su pareja. Pero las jóvenes no identifican esas conductas como violencia de género: sólo el 10% se identifica como víctima.

La mayoría de cristianos en Palestina tienen que emigrar.

Cristianos en Tierra Santa: una diáspora inexorable

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El éxodo de la población en Israel y los territorios palestinos parece imparable. En 1948, el 20% de la población de Jerusalén era cristiana; hoy lo es el 1’2%.

Tanta ha sido la emigración que se estima que hoy tan sólo el 20% de los cristianos palestinos viven en su tierra de nacimiento.

entrevista a la teologa teresa guardans sobre interioridad y silencio

“Perder el tiempo es, realmente, aprovechar la vida”

«La realidad se muestra si nosotros la atendemos y escuchamos. Lo importante es ATENDER, con mayúsculas: es esa actitud interesada y abierta, con los sentidos, con el corazón, con todo el ser. Pero si yo tengo los ojos y la mente velados, no me estoy enterando.»