Me he parado a pensar en nuestra revista, a imaginármela y soñar lo que podría ser. En pocas palabras os lo cuento.
Por todas partes hay –¿quién lo puede dudar?- inquietudes, deseos de cambio verdadero, tareas sinceras de renovación, pensamientos fecundos, experiencias generosas de fraternidad, luchas por la libertad, trabajos duros por la justicia, juventud que busca y quiere vivir con calidad cuanto hace. Este pulso de la vida se nota por todas partes y en este esfuerzo están sumergidos tantos creyentes cristianos que solidariamente buscan con los demás mejorar las relaciones de convivencia. También lograr que la democracia no sea una palabra vana y superficial o un fácil pretexto, sino una experiencia seria y profunda, querida y vivida para mejorar las condiciones y calidades de la vida de todos.
Hay también quienes buscan profundizar en su fe y descubrir el dinamismo que les lleve a ser creyentes en su mundo concreto, con sus preguntas, dudas y oscuridades. Hay tanta vida y esperanza, tantos deseos de caminar que desconocerlo nos empobrece a todos y dificulta que la marcha sea más animosa y rica.
¿No podría ser alandar la plaza mayor donde aparece, habla y escucha, gesticula y anima, critica y se entusiasma la gente de a pie, donde hace su presencia la vida real, los pensamientos más directos y las esperanzas más queridas? ¿No podría ser así?
Más de una vez pregunté: ¿A dónde vas, alandar? Hoy siento que me responde: ¿A dónde me llevas tú?
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