«La muerte no es un problema si has vivido antes»

El pasado mes de julio murió mi buena amiga Encarna Pérez. Llevaba años luchando, aunque quizás esta no sea la palabra adecuada y sea mejor decir viviendo, con el cáncer. 

Conocí a Encarna en 2007, en un viaje a Marruecos. Por aquel entonces era profesora en la Universidad de Salamanca. Enseguida nos entendimos. Era una mujer directa, sensible, con sentido del humor… Había sido antigua alumna de la Institución Teresiana y ahí encontramos muchos puntos en común. Era una mujer de una gran fe, una fe encarnada en el día a día, escuchando el clamor de las personas más pobres y desvalidas y, sobre todo, el de las mujeres más pobres, porque Encarna era también una mujer feminista, dispuesta siempre a trabajar por la igualdad real en nuestra sociedad. Lo hizo siempre y, en los últimos cinco años, aún pudo incidir más desde el puesto que ocupaba como Subdelegada del Gobierno en Salamanca.

Encarna pertenecía a esa rara avis de persona creyente y de izquierdas, al menos eso es lo que piensan muchas de las personas ajenas a una de las dos creencias.

Desde 2007 compartimos viajes y lugares, rezamos juntas, discutimos a veces… Nunca le era indiferente la opinión de los demás y siempre estaba dispuesta a dar la suya, aunque supiera que el contexto no era favorable. Era una mujer valiente.

He intentado, a pesar de la distancia, estar cercana en toda la enfermedad. Ella lo sabía y lo agradecía. La última vez que nos vimos fue en mayo del año pasado. Estuvimos en Portugal, disfrutamos de una buena comida, nos enseñó la casita que se había comprado cerca de su familia. Encarna era muy de sus amistades, pero sobre todo era muy de su extensa familia que la ha arropado en sus últimos años. Ella ha estado pendiente de todo y de todos, dando ánimos y llevando con entereza y dignidad el final de su vida. Era consciente de ello. Y así me lo hizo saber en la última conversación que tuvimos. Una mujer de fe que murió como vivió. Me ha impresionado todo el cariño y las personas que la han acompañado en su último viaje y han estado cerca de su familia.

Su padre, su querido padre al que había dedicado gran parte de su tiempo, murió el dos de agosto, apenas seis días después que ella.

Ese mismo día recibí la noticia de la muerte de Ramón Lobo, un gran periodista, reportero de guerra, gran vividor en el buen sentido de la palabra. Coincidí con Ramón en Segovia en los Premios Cirilo Rodríguez; además de estar en el acto de entrega de premios, junto a Carmen Sarmiento, compartimos unas cervezas y una animada charla.

Ramón sabía que se moría. Tenía dos cánceres con metástasis. Era ateo. Javier del Pino, en la SER, en el programa en el que Ramón colaboraba “A vista de Lobo”, le hizo una entrevista. Impresionante. Les animo a que la escuchen.

Encarna y Ramón este verano me han hecho reflexionar mucho. ¿Por qué hablamos tan poco de lo único que tenemos certeza? Hemos de morir todas y todos. Lo sabemos. ¿Por qué no hablar de cómo nos gustaría que fuese ese momento? ¿Por qué no despedirnos de la gente que queremos y decirles que, cuando no estemos, lo mejor que pueden hacer por nosotras es ser felices y hacer felices a los demás?

Para mí Encarna y Ramón han sido un verdadero ejemplo de vida y de muerte, como en su día lo fue Luis Arancibia, consciente de que se moría quiso brindar con su familia por todo lo que habían vivido y gozado juntos. Dejó preparado su funeral. Era la manera de despedirse de quienes le queríamos.

Y sobre todo lo que me ha hecho reflexionar es que vida y muerte van unidas. Normalmente, morimos como vivimos. O como dijo Ramón Lobo: “La vida no tiene nada que ver con el número de años que vives, sino con la forma en la que vives. La muerte no es un problema si has vivido antes.”

Autoría

  • Charo Mármol

    En 1953 en Cuba un grupo armado revolucionario liderado por Fidel Castro ataca el cuartel Moncada en Santiago de Cuba. Fue un intento fallido para derrocar al dictador. Ese mismo año en la URSS muere Stalin y, en Inglaterra, Isabel II es coronada Reina. Además nací yo. Fue en Murcia, pero enseguida me acogió la capital del Reino, Madrid. Ya madurita empecé a viajar por los países del Sur y desde entonces me considero ciudadana del mundo. Un mundo en el que me gustaría que reinase la paz, la justicia y la igualdad. Y a esto he dedicado la mayor parte de mi vida: a trabajar por el Reino de Jesús aquí y ahora.

1 comentario en ««La muerte no es un problema si has vivido antes»»

  1. “ La muerte no es un problema si has vivido antes” Y para quien muere en un bombardeo? O para las esclavas de la mafia? O para quienes han vivido con dos dólares al día? Dice usted?: “ por qué no hablamos más de cómo queremos morir?” Pues porque eso dura solamente cinco minutos por ejemplo yo quiero morir de un infarto. “ por qué no despedirnos de la gente que queremos?” Cuando?” Mañana? Dentro de los años?
    Creo que son afirmaciones y preguntas sin sentido.

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