28 de junio 2022
En una labor poco publicitada, se siguen desenterrando víctimas de la guerra civil enterradas en fosas comunes. Son actos de enorme valor y emotividad para los familiares supervivientes. También deberían ser oportunidades para la reflexión de los cristianos.

Ya casi se ha terminado la exhumación de los restos de las 53 fosas comunes de Ciudad Real y provincia que contenían, aproximadamente, 4.000 víctimas, de las cuales unas 3.500 ya han sido identificadas. Esta labor, financiada por la Diputación Provincial, se ha recogido en un libro[1] que está dando lugar a actos de memoria histórica en los que se entregan los restos a los familiares y tienen la oportunidad de dirigir unas palabras al auditorio.
El acto celebrado en Almagro, en junio de 2022, es el que justifica este artículo que quiere llegar más lejos. Los presentes descendían de 70 víctimas asesinadas entre mayo del 39 y junio del 40, y allí se expresó el miedo, la zozobra, la angustia, la humillación, la injusticia, el hambre, la huida…, en definitiva, la tragedia, llegada incólume hasta los biznietos. He aquí algunos testimonios mostrados en el escenario y en los corrillos:
- Gracias, muchas gracias, a los que han hecho las leyes y a los que las aplicáis. Lástima que los que tenían que estar hoy aquí se nos han ido. Habéis tardado tanto…
- Estoy a punto de cumplir cien años. Mis padres tenían seis ovejas y acordaron con L. López que, puesto que habían asesinado a su padre, maestro, y pasaba mucha hambre, le darían todas las tardes un vaso de leche a cambio de que me enseñara a leer. Gracias a eso pude ser ferroviario.
- Mi abuela fue condenada a garrote vil y se cumplió en la plaza de un pueblo cercano; era maestra y enseñaba a las mujeres a leer y a que no se sometieran tanto a los maridos.
- Mi abuela se avergonzaba de que no tenía una foto de su marido porque las fotos eran muy caras.
- Los desplazamientos entre los pueblos se hacían en carro. Viajando mi bisabuela de Arroba de los Montes a Piedrabuena encontró a un herido desconocido tirado en la carretera, le subió al carro y murió en sus brazos. Cuando le paró la guardia civil les dijo que era su marido que iba borracho.
- Una tía, hermana de mi abuelo, murió en la cárcel junto con su bebé recién nacido.
- He traído una bandera republicana para ponerla en la caja de los restos de mi bisabuelo porque suponía que os olvidaríais.
- A mi bisabuelo y dos hermanos suyos vinieron a buscarles, para hacerles unas preguntas en el ayuntamiento y les asesinaron.
- Que no se diga que en las guerras todos hacen desmanes, los de un lado y los de otro, aunque es cierto. Pero sirva de ejemplo para evitarlo que, de los 1219 cuerpos de hombres y mujeres arrojados a la fosa común del cementerio de Ciudad Real, 1086 habían sido asesinados entre abril de 1939 (terminada la guerra) y mediados de 1942. Los restantes 133 cadáveres, entre 1942 y 1947.
En Almagro la tragedia ha llegado a los biznietos
Han pasado 80 años durante los cuales las víctimas y los familiares han aguardado el reconocimiento y la complicidad del resto de la sociedad, y se nos ha escapado lo que duele el desprecio, que se le nieguen a uno sus derechos y se le trate sin dignidad, que se le acuse mentirosamente de lo que no es responsable y de que se le chantajee o amenace. O quizá hemos pensado que era mejor enterrar el pasado y no nos hemos dado cuenta del silencio atronador de aquellos antepasados sufrientes que callaron sus desgracias para evitar represalias en sus hijos y descendientes.

Recurriendo de nuevo a los datos de la provincia de Ciudad Real, sabemos que fueron jornaleros, mineros, pastores, obreros y ferroviarios en su gran mayoría. Pobres. Y sus esposas o madres que se hicieron cargo de la familia superviviente más pobres todavía. Sin trabajo, con varios hijos y la etiqueta de sospechosas políticamente.
Una lectura creyente
Se trata de una realidad tan grave, aunque haya pasado mucho tiempo, que deberíamos poner el foco del evangelio en dos llamadas de atención. Cabe que tratemos de sensibilizarnos más ante los pobres. Jesús no se escabullía de las desgracias de sus paisanos, ni pasaba de largo cuando los eruditos anteponían las leyes a la ayuda, la curación, o la comprensión de los necesitados. Y también podemos sentirnos interpelados por alusiones como: “Vosotros sois la sal de la tierra y si se torna insípida ¿quién le devolverá el sabor?” (Mateo 5,13), porque muchos de nosotros hemos tenido reacciones neutras u hostiles ante las condenas y el descubrimiento de las fosas comunes; incluso tampoco nos hemos interesado por las leyes de la memoria histórica y las ONG que tratan este tema. Pero estamos a tiempo de cambiar y pedir perdón a Dios por nuestro desinterés por los pobres.
Jesús no se escabullía de las desgracias de sus paisanos
Los cristianos nos estamos moviendo, aunque hayamos tardado y lo hagamos con baja intensidad. A la sociedad le importa cada vez menos nuestra fe y las razones últimas de por qué somos como somos; es más, nos prefiere laicos y que colaboremos al bienestar general. Se espera de nosotros que seamos generosos, serviciales, comprensivos, compasivos, colaboradores, benéficos…, así como defensores de la verdad y de la justicia… para lo que, históricamente, las religiones unas veces han ayudado y otras entorpecido.
No consintamos que se desprestigie la memoria histórica y asistamos a algún acto si hay oportunidad. Sería un contrasentido que nos conmoviéramos con la guerra de Putin, cosa que está justificada, pero no lo hiciéramos con nuestra propia guerra civil y sus víctimas.
Asistamos a algún acto de recuerdo y aprovechemos la oportunidad de contarlo.
[1]Varios Autores. Todas las fosas de postguerra en Ciudad Real. Moreno Andrés, Jorge; Villalta Luna, Alfonso y Ballesteros Martín, Gonzalo Eds. Diputación Provincial de Ciudad Real (2020)
- Fosas comunes: una lectura creyente - 27 de junio de 2022
- Físicos, física y Dios - 11 de julio de 2021
Muchas gracias a Lola Cabezudo por este interesante sobre las fosas comunes.
Muy acertada, a mi entender, esa reflexión que abre desde un a perspectiva cristiana para acercarnos a estas duras realidades del sufrimiento de los que murieron y de los que siguen vivos con la angustia e incertidumbre, con el dolor, con la desesperanza que lo sucedido ha dejado en sus corazones.