
Personas comprometidas, rostros conocidos, gente de Alandar de toda la vida y también recién llegadas. El pasado 17 de noviembre el Colegio Mayor Chaminade fue de nuevo la sede de la ceremonia de entrega de los Premios Alandar. Una fiesta sencilla, cercana y sentida que fue, a la vez, una ocasión para el encuentro y un espacio en el que reconocer las luchas de colectivos y personas que trabajan para que el mundo sea un lugar mejor.
De la mano de David Álvarez y Juan Ignacio Cortés, presidente y secretario respectivamente de la Asociación Alandar, la velada se inició con la entrega del premio al Proyecto Repara, iniciativa de la Archidiócesis de Madrid para acompañar a las personas víctimas de abusos en la Iglesia y en la sociedad. Su coordinador, Miguel García-Baró, explicó la labor que vienen desarrollando, que no solo es de escucha, acompañamiento y asesoría a quienes llegan a su sede buscando apoyo, sino también de prevención y denuncia de las situaciones de poder que desembocan en todo tipo de abusos, desde sexuales a emocionales y morales. La mirada valiente, al tiempo que llena de ternura, es imprescindible para sanar, desde el seno de la propia Iglesia, las heridas perpetradas durante largo tiempo a hombres, mujeres, niños y niñas.
Desde una lucha diferente pero igual de necesaria, recogieron también su premio diversas representantes de las entidades que impulsan la campaña “Esenciales” que, bajo el lema “500 mil firmas para 500 personas esenciales”, promueve la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) para la regularización extraordinaria de personas migrantes en España. Augustin Ndour expresó la importancia que ha tenido esta campaña por la movilización de las propias personas migrantes, reclamando sus derechos de manera organizada. El compromiso de organizaciones muy distintas, desde políticas a eclesiales, pasando por movimientos de base ha hecho posible que incluso varios ayuntamientos se unan y actúen como impulsores.
La velada tuvo, además, un espacio para recordar las raíces de Alandar, con el nombramiento de Martín Valmaseda como socio de honor. Su humor agudo e inteligente, su capacidad de explicar conceptos teológicos de forma llana y accesible hacen de él una figura imprescindible. Este sacerdote marianista, con muchos años vividos en Guatemala, no solo fue clave en los inicios de Alandar, también ha mantenido —y mantiene— un largo compromiso con proyectos de divulgación a través de los medios audiovisuales, en España con el mítico ECOE y en Guatemala con el Equipo Cauce. Un ejemplo vivo de cómo hablar con el lenguaje de los tiempos para transmitir las ideas y los sentimientos más transformadores dentro y fuera de la Iglesia.
El colofón de la fiesta lo puso el grupo senegalés Bogonyi, con Mamadou, Bagnas Diouf, Ousmane Chan y el gran bailarín Mudou Fall. Una rotunda prueba de lo que aportan las personas migrantes a nuestra cultura y convivencia.




















