El libro es fruto de 4 años de trabajo: conversaciones con Charo Mármol que Sobrino ha ido completando en una auténtica revisión de las claves de su vida y de su producción teológica. Tiene el libro por tanto ese doble color, teológico y biográfico, lo que lo hace muy valioso como reflexión, pero muy ameno como testimonio. Con gran sentido periodístico, y con la eficaz ayuda de la entrevistadora, Sobrino va contando ordenadamente su vida desde sus grandes ejes, que son, primero la cuestión de Dios, y, luego, la irrupción de los pobres y de las víctimas. Y lo hace como si quisiera hacer un ajuste de cuentas con su propia historia. Como Rahner -lo cita mucho y admirativamente- aborda las cuestiones teológicas con la honestidad esencial de hacerse y responder las preguntas sobre la fe desde su propia vida.

By Archbishop Romero Trust – Johan Bergström-Allen
El tronco de la narración -su propio proceso de fe y la vivencia de esa fe apostando por una Iglesia profética y pobre, comprometida contra las injusticias en El Salvador- está recubierto de un follaje que son las circunstancias concretas del momento, que él pinta eficazmente. Así desfilan ante el lector la familia, el noviciado, la universidad y la Compañía de Jesús, la Iglesia, pre y postconciliar, la España de la posguerra y El Salvador de los años 50, los EE.UU. de los 60 y a la Alemania que concentraba la producción teológica, con Rahner a la cabeza, enfrentándose ocasionalmente con Ratzinger, más tarde Benedicto XVI. Asistimos, en fin, a los enormes cambios que desencadenó el Concilio en la Iglesia y, de manera especial en una Compañía de Jesús que, en El Salvador, evoluciona desde cierto conservadurismo hacia apostar por los pobres hasta el martirio.
Los pobres y los mártires fueron una autentica irrupción que lo cambió todo en su vida: “de los pobres sí tenía alguna noticia de su realidad. De los mártires por la justicia, ninguna”, confiesa. Pero la realidad se encargará de ilustrarlo ampliamente en esa materia, ya que Sobrino fue compañero de los 6 jesuitas asesinados en la UCA de El Salvador en 1989. Ya antes la Iglesia salvadoreña había vivido el martirio del arzobispo Romero -hoy ya santo- en 1980, y numerosos asesinatos de sacerdotes y agentes pastorales junto a todo un pueblo martirizado. Va componiendo Sobrino, al hilo de sus recuerdos, una bellísima elaboración teológica de lo que significan los mártires, cuya irrupción, como categoría, ha cambiado radicalmente el pensamiento y la teología, en un proceso que nos ayuda a todos a entender lo que la Iglesia latinoamericana ha dado a la Iglesia universal, desde Medellín hasta ahora, incluyendo el papado de Francisco.
De gran interés resultan los testimonios sobre los mártires de la UCA; y sobre la relación entre Romero y Ellacuría –y sus respectivas conversiones-, muy documentada con textos de ambos: percibió Ellacuría que en Romero “Dios era absolutamente real (…) y que, con ese Dios, Monseñor humanizaba a personas y traía salvación a la historia”.
Lo que a estas alturas de su vida le parece irrenunciable –también tiene el libro algo de testamento-: “no olvidarse nunca del pueblo crucificado y que no nos quiten a Jesús de Nazaret”.
Hay un texto de Miqueas que él cita de principio a fin en el libro como iluminación fundamental en su vida: “Ya se os ha dicho lo que quiere Dios de ustedes: hagan justicia, amen con ternura y caminen humildemente con Dios”. Él ha hecho teología intentando humildemente caminar con Dios, y con Jesús, que fue buena nueva. Y con Ellacuría, Romero, Arrupe, Casaldáliga y tantos buenos seres humanos. Y hacerlo –concluye- con humildad, con esperanza y con agradecimiento “al Dios que carga con nosotros misteriosamente”.
Por toda esa vida, esa memoria elaborada teológicamente y ese testimonio hay que darle las gracias. A él y a Charo Mármol que lo ha recogido.
Qué alegría saber que tenemos la oportunidad de conocer más y mejor al amigo Sobrino, a través de su voz y del corazón de Charo Mármol. Seguro que sabe a Evangelio, a compromiso por los empobrecidos, a una vida entregada y compartida.
Un auténtico regalo. Gracias a todos los implicados.