Mario Obregón G.
Los calores del pasado verano nos dejaron muchas horas de la tarde encerraditos en casa: una ocasión de primera para la lectura reposada después de la relajante siesta. Como fruto de estas lecturas veraniegas, deseo haceros dos invitaciones: un viejo libro de Miret Magdalena: El nuevo rostro de Dios, de la editorial Temas de Hoy, 2ª edición, 1990. El título es una metáfora de lo que en otra forma llamamos “los signos de los tiempos” que tanto se repitió durante el Concilio Vaticano II. Sin duda, los más veteranos conocemos su estilo, su sentido crítico, la amplitud de sus conocimientos, la visión globalizadora de los mismos, la pedagogía de su exposición y demás cosas que hicieron de él un escritor muy leído y escuchado en el último tercio del siglo pasado.
El segundo, Existencia cristiana, es una antología de Hans Küng, presentada por su amigo Karl-Josef Kuschel, de fecha más reciente: la editorial Trotta S.A. lo publicó en 2012. La experiencia de estas lecturas es, en verdad, muy positiva porque, cuando se está en los “descuentos finales” (es mi caso) y esa lectura consigue sacar un refuerzo de tu fe y confianza y, a la vez, te libra de ciertas angustias y temores surgidos en el tortuoso camino de esta vida, no es cosa de poco provecho. Y esta es la razón de mi invitación: “Id y predicad la buena noticia” (Mc. 16,15).
Pero echemos una mirada a su contenido. Como es frecuente en estos temas de pastoral práctica, ambos parten de una herencia cercana recibida. Al Sr. Miret Magdalena le atormenta la cerrazón con que se ha trasmitido el mensaje cristiano en nuestro país en los dos últimos siglos y, para abrir el horizonte a la luz, expone su propio camino, con toda su erudición y la experiencia de su madurez. En el caso de Hans Küng, esa herencia es una gran herida en el cristianismo de la Europa central durante el s. XVI aún sin cerrar. Y sigue abierta por la intransigencia y cortedad de miras de la Iglesia para dialogar en busca de fórmulas comunes logradas ya por los teólogos y seguir dialogando para descargar la tensión acumulada por el tiempo. Algo que no se consigue por el camino de la presión personal ejercida contra las posturas crítica y reformista.
Miret Magdalena, encandilado por los avances de la ciencia y la tecnología de nuestros días y por el pensamiento oriental (el misticismo sufí, la teología del hinduismo y del budismo Zen), intenta buscar el rostro de Dios aparcando la teología helenística, mediante una actitud agnóstica (“etsi Deus non daretur”—no lo formula, pero sí lo aplica como postura racional) ante Él, sabiendo que el misterio de Dios seguirá siempre siendo misterio.
Küng extiende su trabajo por todos los campos de la teología crítica, siempre pegado a los textos del N.T. y a la tradición cristiana. Su recorrido crítico se extiende desde el tema que provocó la ruptura (la justificación) pasando por la ecúmene cristiana, los temas básicos de Dios y de Jesús como el Cristo, la religión en esta época y el proyecto de una “Ética Mundial”. Como se ha dicho arriba, la obra es una antología; por tanto, se trata de textos oficiales en los que el preparador y el traductor se han empleado a fondo. Este último ha conseguido, por la soltura de la expresión, que el lector sienta que su escritura original parezca hecha en español. Todo esto y mucho más podréis apreciarlo en esta antología y, si disponéis de tiempo, en su obra más amplia, Ser cristiano, de la misma editorial, Trotta, 1974 y otras más que encontraréis en el anexo final.
Como mi intención es invitaros, queda hecha la invitación. Que la lectura reposada del verano os enriquezca la fe y la esperanza, que lo demás se nos da por añadidura. Tolle et lege.
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