Cuando un amigo se va…

En las últimas semanas he tenido que despedir a varias personas que nos han dejado, algunas más cercanas que otras. En cualquier caso, en todas las ocasiones ha habido un funeral religioso, que es lo que me ha movido a compartir mis impresiones sobre cómo despedir (y cómo no) a los que nos dejan, sobre cómo reconfortar a los que nos quedamos.

La primera persona que se fue era madre y abuela de alguien muy cercano (mi cuñado). Persona creyente, celebraba hace años en su casa oraciones comunitarias aderezadas con croquetas y tortillas. Fallecida repentinamente, sus hijos y marido organizaron una despedida compartida, con un fuerte sentido comunitario en el cual el sacerdote era acompañante y guía, uno más entre los que allí estábamos; en cualquier caso, la protagonista era María, a la que despedimos cantando, hablando de ella, rezando por y con ella y compartiendo al final, en los propios salones parroquiales, un pincho, un ágape que cobró, así, mucho de su sentido etimológico. Su funeral fue una verdadera Acción de Gracias por la vida compartida.

Luego se fue el hijo de un compañero de trabajo, con 39 años y también de manera fulminante. En este caso la iglesia estaba llena, llenísima, de amistades y compañeros. La ceremonia fue más o menos clásica, con algún toque heterodoxo, dado que la persona que nos había dejado era artista –pintor y escultor. Hubo dos sacerdotes conduciendo el funeral: el que debía ser párroco de la iglesia donde se celebraba (que presidió la Eucaristía) y otro que, a todos los efectos, parecía ser amigo de la familia o, al menos, buen conocido y que pudo decir algunas palabras durante la homilía.

Más tarde, tras una quincena de operaciones en apenas mes y medio, se fue Rafa: un amigo de la infancia. A pesar de que en los últimos años no nos viéramos casi nada, el haber compartido tienda de campaña, marchas por Gredos o fuegos de campamento hacen que los lazos que nos unen sean fuertes, muy fuertes y la pena, grande. El funeral fue como yo recordaba las misas del grupo scout en el que crecí. Presidía Chema; los chicos y chicas actuales del grupo, con sus pañoletas, hicieron sus peticiones y ofrendas y cantaron las canciones de siempre; hablaron hermanos, madre, hijos, mujer y primas…. Rafa hizo que nos reencontráramos personas que a lo mejor hacia 20 años que no nos veíamos y, aunque solo fuera durante un par de horas, nos hizo sentir que aquellos lazos, aquellos momentos, aquella vida compartida lo son para siempre.

Por último, se ha marchado la mujer de un primo de mi mujer. Estaba de viaje, en el extranjero, se sintió mal y ya no le dio tiempo a regresar. Una semana y pico después se consiguió repatriarla y despedirla en su ciudad. En el tanatorio, pegado al cementerio, se celebró un funeral que presidió el cura titular, que leyó una homilía estándar desde un cuaderno de tapas negras, se equivocó en el nombre de alguno de los familiares, se perdió en disquisiciones de carácter más o menos teológicas sobre el sentido de la muerte y resurrección y, en definitiva, aplicó un funeral de receta a una persona que no conocía, a una familia que no había tratado. Tras la misa, procesión a pie hacia el cementerio, apenas a 200 metros y, a la entrada del mismo (que yo pensé que desde hace años eran de titularidad municipal y, por lo tanto, aconfesional) un nuevo cura esperaba al cortejo para darnos la bienvenida y, en competencia con el que apenas 15 minutos antes había celebrado la misa, volvió a encomendar a la difunta en manos de Dios a través de una serie de oraciones y recitados aprendidos de memoria y recitados con cierto automatismo.

Cuatro formas diferentes de decir adiós y de celebrar la vida. Yo tengo claro cuál(es) no me gusta(n). No me queda apenas espacio, tras contar los cuatro casos, para más reflexiones, pero creo que están claras mis preferencias y mis disensos. Otro día volveré sobre el tema. Por ahora, me quedo con aquella vieja canción también de mis tiempos de fuegos de campamento que decía yo quiero que a mi me entierren/como a mis antepasados/en el vientre oscuro y fresco/ de una vasija de barro/Cuando la vida se pierda tras una cortina de años/vivirán a flor del tiempo amores y desengaños/Arcilla cocida y dura, sombra de verdes collados/barro y sangre de hombres, sol de mis antepasados/de ti nací y a ti vuelvo, arcilla, vaso de barro/Con mi muerte yazgo en ti, en tu polvo enamorado. ¡Feliz Verano!

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