Lo mejor que me ha pasado

Eran felices en su mundo de azúcar y de viento
de todas partes venían a impregnarse de su aliento
de sus claras miradas.
Hacia todas partes salían los que habían conocido
portando sueños
soñando con profecías nuevas
que hablaban de tiempos de mariposas y ruiseñores
y de que el mundo no tendría que terminar en la
hecatombe.
Gioconda Belli

Hace ahora exactamente cinco años, una lluviosa tarde de primeros de febrero mi vida dio un vuelco insospechado y maravilloso: conocí a Marta y decidimos, a las pocas semanas de esa tarde, compartir el resto de nuestras vidas juntos. En cinco años nos ha dado tiempo a hacer bastantes cosas que quería compartir, aunque sea algo muy personal y dé incluso un poco de vergüenza, con todas las personas que leen esta escalera y agradecérselas de esta pública manera a la mujer que las hace posibles. El proyecto que hemos armado y el camino que vamos recorriendo juntos tiene y tendrá también sus baches y cuestas arriba pero en general merece la pena y creo que tenemos que estar orgullosos de cómo lo vamos construyendo.

En primer lugar hemos creado una familia con pocos pero claros criterios de funcionamiento: cariño y respeto (consideración le gusta llamarlo a ella) y anticiparse siempre a las necesidades del otro. Nadie tiene que contarle a nadie qué es lo que hay que hacer, qué es lo que falta en la nevera, cuándo hay que poner una lavadora, cuándo uno necesita un rato de silencio, un beso o un achuchón. Esa complicidad mutua hace que las cosas sean mucho más fáciles y que convivir sea un placer. Esta familia se completa, como bien sabéis, con Martin y Miguel, con los que también intentamos –a su nivel- hacer compartir esta forma de vivir.

Cuatro años hace ya que decidimos también trasladarnos a vivir a la sierra de Madrid y abrir nuestra casa a amigos de todas partes del mundo. En ella han dormido o cenado personas africanas, vascas, burgalesas, chilenas, catalanas, inglesas… Y siempre queremos que la puerta esté abierta a ellas. Nos fuimos a la sierra y quisimos ser parte de ella, vivir de cara al pequeño pueblo que nos acogía, participar de su vida cultural, social, política… hacer amigos allí, llevar a los niños al colegio del pueblo –público, por supuesto-, comprar lo máximo posible en sus tiendas, conocer el nombre de sus vecinos, de los de toda la vida y de los que hemos ido llegando después, de los de aquí y de los de más allá…

Hace también cinco años que Marta me llevo de la mano a Africa, a Kenya, a Nyumbani. Ella me confesó luego que había tenido algo de miedo por si no me gustaba pero que estaba convencida de que me iba a sorprender y a tocar algo por dentro. Y así fue. Conocimos y vivimos juntos realidades muy duras, diferentes, complicadas y decidimos, al volver a casa, dedicar esfuerzos e ilusiones a tratar de compensarlas y aportar lo que pudiéramos y supiéramos a construir alternativas. Africa forma parte ya de nuestra vida y en breve queremos que Martin y Miguel también conozcan esa parte del mundo. Por cierto que, de otra manera y con otras inquietudes, pero Kenya no ha sido el único destino: México, Cuba, Italia y por supuesto gran parte de España han sido también sitios de vacaciones y vivencias.

La aventura que ahora nos (la) ocupa es dar forma y contenido a un proyecto laboral, empezado con ilusión y ganas por Marta una vez que se ha quedado en paro y cuyo nombre, atandocabos, es fiel reflejo de las inquietudes que nos mueven y nos han movido en lo personal: ser facilitadores de relaciones, de las redes, de la llamada sociedad civil que trabaja por construir otro mundo mas justo y mas limpio, mas agradable para todo el mundo.

Pensé en titular esta columna “un lustro” pero lustro es palabra que conlleva una carga algo negativa, como si el tiempo pesara. Un lustro es lo que llevamos juntos y tenemos cuerda, proyectos y amor para muchos muchísimos más. Gracias, Marta.

ballesteros@cee.upcomillas.es

Carlos Ballesteros
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