“Made in jail”, economía carcelaria

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_Pag.binLa llaman »economía carcelaria» o »made in jail». Estamos hablando de las producciones que provienen del trabajo de detenidos empleados en proyectos promovidos por cooperativas sociales que trabajan dentro de las cárceles. Las actividades laborales dentro de las casas de reclusión tienen una larga historia, pero en los últimos años además de »ocupar el tiempo» de los detenidos se está intentando responder a cómo éstos puedan ocupar su tiempo cuando vuelvan a la sociedad, sin recaer de nuevo en lo que haría inútil el proceso de detención. Lo que se busca es promover una red de profesionalidades que se puedan ofrecer en los circuitos de economía alternativa. Uno de estos circuitos son los Grupos de Consumo, pero también las parroquias, las tiendas del comercio justo: alimentos, sastrería, cosméticos, artesanía, reciclaje, carpintería, etc.

Por lo que he podido entender, a menudo la cosa funciona de este modo: una cooperativa externa pide realizar una actividad laboral dentro de la cárcel con personas a las que no les quede demasiado tiempo de prisión, que estén dispuestas a aprender la profesión y a trabajar. Estas personas, tras un periodo de prueba, se convierten en socios de la cooperativa y son pagados por su trabajo de ocho horas diarias. Cuando salen de la cárcel, si quieren pueden continuar trabajando en la cooperativa hasta que consiguen ofrecer su capacidad y experiencia en otros lugares. De este modo, la propuesta se convierte en un puente eficaz para la reinserción social.

En Italia es un patrimonio poco conocido pero os voy a contar lo que he conocido (en España espero que nos lo cuente quien lo conoce, pues yo no he conseguido enterarme).

Un ejemplo en este sentido es la cooperativa Pausa Café (www.pausacafe.org), que en la cárcel de Turín trabaja la torrefacción de una buenísima calidad de café del comercio justo proveniente de las tierras de Huehuetenango en Guatemala. En los locales de Pausa Café se producen también riquísimas tabletas de chocolate puro hechas con cacao justo de Costa Rica. La misma cooperativa acaba de inaugurar la producción artesanal de cerveza de óptima calidad, en otra cárcel.

_Pag_2_.binOtro ejemplo es la interesante experiencia de Made in Jail con una cooperativa de serigrafía que nace en el 1988 en la cárcel de Roma y que produce camisetas y sudaderas muy originales con frases inventadas por los presos como «Nunca me encerraréis» o «Soy demasiado sexy para trabajar» (www.madeinjail.com). O la cooperativa Rio Terá dei Pensieri, que en la cárcel masculina de Venecia realiza bolsas, serigrafía, peletería («Cuestión de Piel»), editorial electrónica, etc. y en la femenina cultiva un huerto y produce cosméticos (www.rioteradeipensieri.org). O El oro no reluce (L’oro non luccica) taller creativo de ideación y realización de joyas en la sección femenina de la cárcel de Mantua. O Aiscrim, la buenísima marca de helados y tartas producidos en la cárcel de Opera (Milán). En este caso la iniciativa llega de la mano de una empresa privada que trabaja dentro de la cárcel en convenio con el Ministerio de la Justicia.

Los presos pasteleros de la cárcel de alta seguridad de Padua han recibido el premio “Dino Villani 2010” por la Noce del Santo, el dulce tradicional de la ciudad. Y hay un proyecto BuoniDentro (de productos agroalimenticios en institutos penitenciarios) donde algunas cooperativas producen delicias como los dulces de mazapán “Dolci evasioni”, (cárcel de Siracusa); o los vinos con nombres como “El fugitivo”, (cárcel de Velletri), el pan de la panadería de la cárcel de Terni, los huevos de perdiz de la granja Al Cappone (Cárcel de Milano-Opera). Todas producciones de calidad con método biológico.

Libres de hacer (Liberi di fare) es un taller de marquetería y carpintería de la cooperativa Demethra en la cárcel de Roma (www.demethra.it). Este tipo de talleres existe en muchas cárceles, pero pocas consiguen sacar sus productos fuera de la cárcel.

En la cárcel de Bollate han creado un vivero que vende plantas al exterior y realiza cursos de jardinería. Para comprar o participar en los cursos hay que entrar en la cárcel y, por tanto, hay que pasar los requisitos de documentos, etc. Es impresionante ver los jardines floridos dentro de las altas murallas. En esta cárcel también recogen viejos ordenadores para recuperarlos (www.cascinabollate.org).

Foto: Cascina Bollate

La situación económica de estas cooperativas, por lo que he podido ver, no es boyante, pero, como no tienen como objetivo el lucro, ya es mucho si consiguen cubrir los gastos. Y a eso suelen llegar. Muchas de ellas tienen apoyos de voluntarios externos, por ejemplo para los cursos de jardinería, para la difusión y publicidad, para vender los productos en ferias y mercados, para presentar los productos al ayuntamiento de turno, a la empresa a quien puede interesar hacer un encargo, etc.

A mí me parece que este sector de la economía carcelaria hay que sostenerlo y, donde no existe, promoverlo. Los frutos que da en términos de reinserción son espectaculares, aunque las cifras sean aun pequeñas.

Autoría

  • Alandar

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