Los días 29 y 30 del pasado mes de octubre se celebró en la Escuela de Relaciones Laborales, Turismo y Trabajo Social de Jerez de la Frontera (Cádiz) la III Asamblea de Redes Cristianas. En esta ocasión el lema en torno al cual se congregaron fue “Cristianos y cristianas en una sociedad plural”. Dos días de encuentro en los que compartieron vidas y caminos más de 300 personas vinculadas a los distintos colectivos y comunidades que integran esta plataforma de Iglesia abierta a la que alandar pertenece desde sus inicios.
Nuestra revista estuvo representada en la III Asamblea con la participación de Salvador Mendoza, miembro de la comunidad de la Parroquia de Guadalupe en Madrid. Para Salvador, lo más enriquecedor fue “el ambiente que se vivió, el contacto con la gente”, destacando especialmente “el esfuerzo por acoger a todo el mundo, venciendo las dificultades, poniéndose a disposición de todo el mundo desde las comunidades de Jerez, con un derroche de simpatía, generosidad y acogida”.
Ciudadanía intercultural
La Asamblea es un hito más en el camino que esta plataforma lleva andado. Dignidad del ser humano, solidaridad y voluntad de presencia son los pasos que han ido marcando hasta el momento el proceso iniciado por Redes Cristianas desde su fundación en abril del 2006, cuando expresaron en su carta fundacional el propósito de “anunciar con alegría la Buena Noticia del Reino”. Y anunciarlo, precisamente, “a una sociedad compleja, en proceso abierto de secularización y a una Iglesia petrificada, incómoda en el nuevo escenario e incapaz de leer los nuevos signos de los tiempos”.
Así, la III Asamblea se convocó con la voluntad de “reconocer la pluralidad que abre camino hacia una ciudadanía intercultural y democrática que, respetando las diferentes identidades, pueda ir más allá de las etnias, las religiones y la misma nacionalidad”. Tal y como la describía la comisión organizadora del encuentro, se trata de una ciudadanía cosmopolita “capaz de abordar conjuntamente esa otra cara de la globalización encarnada en las migraciones y en la creciente emergencia de la marginación”.
En realidad, esta ciudadanía abierta de las personas cristianas no es algo propio de nuestro tiempo. Ya en los primeros textos de la Iglesia, como en la carta a Diogneto, aparecen referencias a esta actitud. En dicha epístola, escrita en torno al año 150 d.C., se afirma que el pueblo cristiano “no se distingue de los demás ni por su tierra, ni por su habla ni por sus costumbres, porque ni habitan ciudades exclusivas suyas, ni hablan una lengua extraña, ni llevan un género de vida a parte de los demás; habitando ciudades griegas o bárbaras, según la suerte de cada uno, adaptándose en vestido, comida y demás género de vida a los usos y costumbres de cada país, dan muestra de peculiar conducta admirable”. Y este libro de la apologética cristiana continúa describiéndonos: “Habitan sus propias patrias, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos y todo lo soportan como extranjeros, toda tierra extraña es para ellos patria y, toda patria, tierra extraña”. Desde la apertura y la diversidad, como hiciera el mismo Jesús.
Talleres y actividades
Esta opción por integrarse en la pluralidad fue el hilo conductor de los talleres y actividades que conformaban el programa. Dichos talleres fueron enormemente variados, con temas como las redes alternativas frente a la crisis, el movimiento mundial de indignación manifestado en plazas y ciudades, la lucha de clases en una sociedad justa y alternativa, las diferentes formas de vivir lo trascendente, la afectividad y sus distintas expresiones, el trabajo por la paz y en contra del militarismo o la pluralidad eclesial y comunitaria en el compromiso con las víctimas de esta crisis.
El trabajo en grupo y la convivencia fueron la mejor forma de compartir experiencias entre las comunidades y colectivos que participaron, que se encuentran en momentos y circunstancias muy diversas. “Hay una diferencia muy grande –nos explica Salvador– entre comunidades parroquiales y comunidades extra-parroquiales que se han mantenido como tales, sobre todo en el tema de la libertad de espíritu a la hora de celebrar su fe”. Estas comunidades que siguen su camino fuera del ámbito de la parroquia “muy a menudo no se plantean tanto la necesidad del presbítero partiendo de la idea de que todos somos sacerdotes y solo algunos son presbíteros”. Reflexiones como éstas fueron el fruto de algunos de los talleres.
La diversidad de nuestro mundo y nuestra sociedad también estuvo muy presente en la Eucaristía que sirvió de cierre al encuentro. Tal y como lo explica otro de los participantes, Luís Ángel Aguilar, de Comunidades Cristianas Populares, “desde la atención a la pluralidad de razas, enunciando algunos de los artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, hasta la pluralidad de religiones y de espiritualidades, pasando por la opción por los empobrecidos, que se concretó a través de la pluralidad de propuestas del 15-M, proclamando los ocho objetivos más consensuados por las asambleas”.
Según Luis Ángel, miembro de la coordinadora de Redes Cristianas, “tampoco se quedó en el tintero la atención a la pluralidad de manifestaciones de la sexualidad, así como el recuerdo a las grandes mujeres de la Biblia: Séfora, Fuá, Débora, Julda, María de Nazareth, Judith, Agar, Tamar, reivindicándose la reelaboración feminista de la historia desde los primeros siglos del cristianismo”.
Esta diversidad sexual estuvo también presente en talleres como el organizado por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) bajo el título Transexualidad: una aproximación a la identidad de género, a partir de la experiencia personal de una de sus coordinadoras, Mar Cambrollé. Según nuestro compañero Salvador, que participó en dicho taller “representó una experiencia nueva, conocer una vivencia muy fuerte y un proceso de sufrimiento, de rechazo, de superación y de lucha que fue muy aleccionador”.
Líneas programáticas
El encuentro de Jerez también sirvió, como toda asamblea de un movimiento social, para hacer balance de los últimos dos años de actividad y para plantear las líneas programáticas para Redes Cristianas de cara al curso 2012-2013. Por consenso, las personas participantes aprobaron que esta plataforma llevará a cabo una serie de acciones ante la situación social y económica derivada de la crisis, para llevar a la práctica el compromiso con las personas empobrecidas, ser punto de convergencia para el diálogo interconfesional y caminar hacia una Gran Asamblea Universal del Pueblo Cristiano.
Se propuso reforzar la comunicación, aprovechando las nuevas tecnologías, así como fortalecer la estructura de red interna en la plataforma, revisando y actualizando a los miembros de la coordinadora y la asamblea de representantes. Asimismo, entre las líneas programáticas que marcarán el trabajo de Redes Cristianas para los próximos años también está la continuación de la línea de trabajo en el tema de la laicidad, en colaboración con colectivos que actúan en este campo, principalmente reclamando la derogación de los acuerdos preconstitucionales del Estado español y la Santa Sede. Reforzar la vigilancia y denuncia en los casos de injusticia y acoso intraeclesia, así como la denuncia de las posesiones de la Iglesia como antisigno evangélico. La III Asamblea de Redes Cristianas asumió, en suma, el compromiso de reivindicar la persona de Jesús, centrados en ella como referencia fundamental.
Redes Cristianas, que ha crecido y se ha fortalecido después de las asambleas anteriores –celebradas en Madrid y Bilbao– es, hoy por hoy, una plataforma consolidada, con voz ante la opinión pública. Y Jerez ha sido la confirmación de que “somos muchos más de los que creemos” y que, pese a trabajar desde lo pequeño, desde lo cotidiano, “tenemos más fuerza de lo que parece”.
Manifiesto de la III Asamblea Redes Cristianas
Hoy, 30 de Octubre de 2011, en la III Asamblea General de Redes Cristianas celebrada en Jerez, bajo el lema “Cristian@s en una sociedad plural, hemos constatado que “somos más de los que creemos” y que, intentando seguir a Jesús de Nazareth y junto con otras y otros, “tenemos más fuerza de lo que parece”.
Esta crisis nos pone en evidencia la brutalidad de un sistema que, a quienes hemos sido creados iguales por Dios, nos hace injustamente diferentes en la igualdad de oportunidades. Un sistema que reinventa continuamente formas de marginación y exclusión social.
A lo largo de la historia, el único Dios en el que creemos se ha manifestado de diferentes formas. Por ello, hemos de avanzar en el diálogo para recuperar los valores de bondad, justicia e igualdad tan cercanos a este Dios.
Vivimos en una sociedad multicultural y multirreligiosa que exige, en este tercer milenio, algunos gestos inaplazables en orden a fundamentarse sobre bases justas e igualitarias. Vivimos en un mundo adulto y plural en sus criterios políticos, científicos, y morales, en relación con los derechos humanos. En este contexto, creemos que no son necesarias las muletas de la religión para trabajar por la transformación de este mundo; por eso estamos convencidos de que “somos muchos más de los que creemos” en la voluntad de avanzar por este camino.
En esta III Asamblea de Redes Cristianas hemos trabajado en once talleres sobre la sociedad plural y la actitud e implicación de creyentes y no creyentes en ella. En estos talleres hemos reflexionado sobre las redes alternativas frente a la crisis, el movimiento mundial de indignación manifestado en plazas y ciudades, la lucha de clases en una sociedad justa y alternativa, las diferentes formas de vivir lo transcendente, la afectividad y sus distintas expresiones, el trabajo por la paz y en contra del militarismo o la pluralidad eclesial y comunitaria en el compromiso con las víctimas de la crisis.
No hemos sido sordos ni ciegos ante recientes acontecimientos tales como el continuo incremento del paro, puesto de manifiesto en la última EPA de ayer, la cesión de la base de Rota para implantar el escudo antimisiles de la OTAN y el secuestro de las cooperantes españolas esta semana en Tinduf y un poco antes Kenia.
Por ello, ante la incapacidad y/o silencios de las instituciones políticas, económicas y religiosas para dar respuesta a estas situaciones, denunciamos su inoperancia y, sabiendo que “somos muchos más de los que creemos”, manifestamos nuestra voluntad de colaborar en la transformación de este sistema, junto a tantas personas, grupos y movimientos que lo hacen desde otras perspectivas.
Y como seguimos convencidos de que “otro mundo es posible”, hemos decidido unir nuestros esfuerzos –enREDarnos- para que ese mundo vaya siendo posible desde ahora. Una fiesta de la esperanza.
Con el Pueblo Saharaui
Redes Cristianas tiene como costumbre concluir sus asambleas con algún gesto público que transmita a la sociedad civil lo que se ha vivdo en el encuentro. En esta ocasión, el gesto no fue propio sino que los colectivos cristianos reunidos en Jerez se sumaron, tras la Eucaristía, a la concentración convocada por “Por la dignidad, libertad e independencia del pueblo saharaui”.
Fruto de esta adhesión, basada también en la defensa de la libertad cultural, Redes Cristianas emitió un comunicado en el que se denunciaba “la política criminal de la monarquía de Marruecos hacia la población saharaui en las zonas ocupadas del Sáhara Occidental desde años, pero en especial en las ciudades de Dajla y El Aaiún en los últimos días”.
Desde todos los rincones de España, las personas reunidas en Jerez quisieron también “rendir un homenaje a aquella gran iniciativa de Gdem Izik que encendió las propuestas de lo que hoy conocemos como la Primavera Árabe”.