Errantes en un nuevo siglo

Foto. Servicios Don Bosco.“Errantes en un nuevo siglo” era el título de un libro de Douglas Monteiro, estudioso brasileño sobre peregrinos populares que formaron un movimiento de lucha por la tierra y libertad a principios del siglo XX en el sur de Brasil (la Guerra del Contestado). Al participar el pasado mes de marzo en el encuentro europeo del Comité Católico Internacional para los Gitanos (CCIC) en Fátima (Portugal), me pregunté si ese título podría aún valer para esas categorías de hermanos y hermanas tan marginados de nuestras sociedades y también de las Iglesias. Es verdad que cada vez menos pueden vivir el nomadismo en países con fronteras tan rígidas. También, al clasificarlos así, alguien podría entender que los veo como personas de otras épocas, incapaces de adaptarse o integrarse en nuestro tiempo. No podemos hacer una lectura positivista y lineal de la historia, como si el tiempo de ahora fuera automáticamente mejor o más civilizado que un tiempo anterior.

En la Bíblia hebraica, el término para decir “pasado” (aaron) significa de hecho “lo que está adelante” y la palabra que se traduciría por “futuro” (lifne) quiere decir precisamente “lo que quedó para detrás”. Parece una contradicción: el futuro está por detrás y el pasado, delante. Pero, para el pueblo bíblico, el futuro justo y verdadero no estaba en las sociedades más “desarrolladas” de Egipto y Babilonia. Allí el pueblo hebreo solo podía estar en la esclavitud. Los profetas, como el 2º Isaías, apuntaban, como futuro y promesa de Dios el Éxodo que estaba en el pasado.

Hoy, en América Latina, los pueblos indígenas nos proponen como futuro mejor el sumak kwasay, el buen vivir, una calidad de vida nueva e integrada en la comunidad y en la naturaleza. Servir a que todo el mundo tenga esa vida más vida es la misión de la pastoral y la misión de todas las Iglesias. En los grupos pastorales que acompañan nómadas y romaníes en Europa aún hay una tensión. Hay quien considera que su misión es evangelizar las comunidades nómadas y comprenden “evangelizar” como enseñar una doctrina y convertirlas al catolicismo. Otras personas han descubierto que la misión cristiana es servir a la humanidad como instrumento de vida y liberación. La evangelización es testimonio de lo que el Evangelio llama “Reino de Dios”, o sea, el proyecto divino para el mundo. Este encuentro europeo de la pastoral de los pueblos nómadas, gitanos y romaníes, fue un signo de que lograremos dar a toda la tierra una primavera nueva para un nuevo mundo posible.

En el corazón de la Iglesia

Foto. Secretariado Diocesano de Pastoral Gitana. Málaga.El encuentro anual del Comité Católico Internacional para los Gitanos (CCIT) se celebró en la emblemática ciudad portuguesa de Fátima entre el 23 y 25 de marzo, con el apoyo de la Fundación Calouste Gulbenkian. En él se trataron cuestiones como las perspectivas evangélicas frente a una sociedad cada vez más estructurada, que crea marginalidad. Además, se debatió sobre la situación de las poblaciones gitanas y nómadas en Europa y especialmente en Portugal. El colaborador de alandar y biblista Marcelo Barros, por su parte, impartió la conferencia titulada “Nomadismo, de vocación a provocación profética”.

En su mensaje para el encuentro, la Alta Comisaria para la Inmigración y el Diálogo intercultural, Rosario Farmhouse, señaló que el encuentro “sin duda va a renovar la esperanza de un futuro mejor para todos y fortalecer la capacidad de compasión que nos hace llegar a los más necesitados”. En un momento en que el mundo está siendo sacudido por los conflictos, desigualdades y malos entendidos, “este será un momento apaciguador y de reflexión profunda sobre los que nos rodean y que merecen nuestra simpatía y respeto”.

La Iglesia tiene un papel destacado en la construcción de la comunión espiritual con las poblaciones gitanas y nómadas, “une a los que están comprometidos con el proceso de socialización y la creación de nuevas vías para la población romaní, para que todos y cada uno sean bienvenidos y apreciados”. Tal y como dijo el papa Pablo VI al pueblo gitano con motivo de su peregrinación a Roma en 1965, “vosotros no estáis en los márgenes de la Iglesia, sino en su corazón”.

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