Premios alandar: un canto de sueños y dignidad

Foto. Mauricio Burbano Juan Martín Velasco, las Carmelitas de la Caridad de Vedruna y los proyectos Abriendo mundos y Fábrica de canciones fueron galardonados el pasado 15 de junio en la fiesta del vigésimo noveno aniversario de la revista alandar.

El rito se volvió a repetir como mandan los cánones alandariegos y el Colegio Mayor Chaminade de Madrid fue de nuevo el punto de encuentro de lectores y lectoras, amigos y amigas de alandar en el comienzo del verano. ¿El motivo? la entrega anual de los premios que concede esta revista que está a punto de cumplir 30 años de vida. Lo recordó Cristina Ruiz, directora de la revista en la que, según dijo en su discurso de bienvenida, “no queremos ser maestros de vuestra fe, sino servidores y servidoras de vuestra alegría. Al servicio de esa alegría es a lo que queremos dedicarnos hoy y eso es lo que buscamos en cada número de alandar, una revista que fabricamos con esfuerzo y cariño las gentes que formamos la familia alandariega. Una tribu extensa y plural que nace en el Consejo de Redacción, transita por el equipo de administración y publicidad, recoge ideas de los y las colaboradoras, para desembocar en el rico océano de quienes nos leéis cada mes”.

Cristina hizo un repaso por el año transcurrido desde la última entrega de los premios y recordó, entre otras noticias publicadas por la revista, las condiciones infrahumanas de los Centros de Internamiento de Extranjeros, los recortes de servicios públicos “que sirven para recortar derechos humanos y ciudadanos” y algunos asuntos eclesiales como la censura a Torres Queiruga o la postura del Vaticano ante la conferencia de religiosas de EEUU. Cristina recordó las palabras de Joan Zapatero: “hemos optado por apartar la mirada de Roma para volverla a poner muy fijamente en el Evangelio”. La directora añadió que “la opción preferencial por las personas más desvalidas, es una de las grandes virtudes de esta familia plural, santa y pecadora: la Iglesia. Muchas personas y organizaciones lo demuestran a diario y hoy, en esta ceremonia, vamos a reconocer a varias de ellas”.

Antes, recordó que en el campo de las redes sociales, alandar está viendo algunos frutos: hay más presencia en Twitter (http://twitter.com/alandar) y Facebook (http://www.facebook.com/revista.alandar), aumenta el número de visitas a la web de la revista y las suscripciones digitales suben poco a poco. También se ha iniciado una edición digital en catalán y en otoño se hará una presentación de la revista en Barcelona. Subrayó, además, la pertenencia de la revista a Redes Cristianas y el apoyo a la iniciativa de la Asamblea Universal del Pueblo Cristiano.

Mujeres emprendedoras

Foto. Mauricio Burbano

Las mujeres del proyecto Abriendo mundos recibieron una mención especial en la entrega de premios. Belén de la Banda, del consejo de redacción de alandar, presentó esta iniciativa de un grupo de mujeres latinoamericanas que se dedican al servicio doméstico y entraron en contacto con la asociación Pueblos Unidos. Han creado una cooperativa multiservicio y, según Donatilda Gamarra. “no hay que tenerle miedo a la crisis. No es una cuestión sólo de protesta, también de propuesta”. Donatilda, peruana, recordó sus tiempos en Villa El Salvador y la figura de Mª Elena Moyano: “organización, unidad, solidaridad… eso fue muy importante para nosotras. En un desierto donde sólo había alacranes y arena levantamos un proyecto de vida. Descubrimos que somos personas, tenemos derechos y amamos nuestra libertad”. Junto a ella subieron al escenario a recoger el premio Verónica Vargas y Catalina Villa, que compartieron sus experiencias en el proyecto.

Un hombre del concilio

Foto. Jose Luis Palacios.

La entrega del premio a Juan Martín Velasco fue un reconocimiento a un servidor del Evangelio que ha puesto todo su amplísimo trabajo intelectual al servicio de la Iglesia. A la pregunta de Ana Bou sobre sus premios, respondió- divertido- que no había recibido ninguno anterior, a excepción de los que le dieron cuando la catequesis: “Para mí fue una sorpresa cuando me avisaron. He buscado y no encuentro ninguna razón para este premio, a no ser la simpatía del consejo de redacción, que nunca agradeceré bastante”.

Martín Velasco reconoció que ha tenido mucha suerte en la vida porque siempre se encargó de cosas que le gustaba hacer. Repasó sus años en la delegación diocesana que se ocupaba de los y las emigrantes españoles: “Recuerdo un colegio para los hijos de los emigrantes que se quedaban. Durante un tiempo celebraba la misa con estos niños de 5 a 13 años. Fue de lo mejor que he hecho”.
Después evocó Martín Velasco su tiempo como responsable del Seminario de Madrid, seis años con Tarancón y cuatro con Suquía: “Fue un tiempo espléndido, sacamos adelante un proyecto muy interesante. Nos propusimos formar a los seminaristas como personas al servicio de la Iglesia, no como clérigos. Los chicos vivían en contacto con las comunidades cristianas, con la vida diaria. Si de algo estoy orgulloso es de los sacerdotes que salieron en aquella época”.
También recordó el premiado otra de sus ocupaciones, quizá por la que ha sido más conocido por quienes leen alandar y sienten amistad hacia esta revista: sus 16 años al frente del Instituto de Pastoral. “Me propuse trabajar para que, desde el Instituto de Pastoral, el Concilio Vaticano II fuese recibido y acogido en España. Yo no sé dirigir pero los compañeros y profesores de ese tiempo me lo pusieron muy fácil.
Foto. Mauricio Burbano
El concilio supuso una verdadera revolución espiritual, fue un soplo del Espíritu, un nuevo Pentecostés y eso duró hasta el final del pontificado de Pablo VI. En España, hasta que Gabino Díaz Merchán dejó la Conferencia Episcopal. Luego se atribuyó al concilio lo que no le correspondía, como la crisis religiosa, el tema de las vocaciones, etc. y se creyó que para hacer frente a esto había que tapar el concilio. Afortunadamente, todavía quedan frutos de aquello. Alandar y muchas comunidades siguen siendo fruto del Concilio. Hay que seguir teniendo esperanza y poner menos energía en criticar y más en construir Iglesia”.

Martín Velasco se detuvo un momento en la crisis actual de la que dijo que “tiene sus orígenes cuando se pone lo económico en el centro de la escala de valores. Una vez que ha ocurrido esto, ya no hay vida humana digna. Quizá sea la de ahora una buena ocasión para empezar de otra manera y que la economía se ponga al servicio del hombre. Mientras, hay que atender el dolor de tanta gente que está sufriendo la angustia de llegar a final de mes. Veo que la Iglesia está ayudando mucho pero no que denuncie las razones de la crisis”.

Carmelitas de la realidad

Foto. Mauricio Burbano
Dos comunidades de Carmelitas de la Caridad de Vedruna –las de Suerte de Saavedra (Badajoz) y Ceuta–, recibieron juntas otro de los premios alandar. José Luis Palacios las presentó como “mujeres entregadas a los más desfavorecidos”. Paloma Castro recordó a Joaquina de Vedruna como una mujer muy abierta a la realidad y que se saltó las leyes de la época para educar a las mujeres. Por su parte, Nieves Aguadero, otra de las hermanas de la comunidad de Suerte de Saavedra, hizo hincapié en que lo más importante para este grupo de hermanas carmelitas es estar cercanas a la gente y a sus necesidades, vivir con familiaridad y llorar o reír con el vecino que llega y que siempre se encuentra acogido. La gente con la que nos encontramos humaniza nuestra vida, nos ayuda a hacer Iglesia y a construir Reino”.

En Ceuta, las vedrunas trabajan con inmigrantes que llegan con la intención, la mayoría de ellos, de dar un salto a la península. Desde allí viajaron a recoger el premio Paula, Regina Serreno y Cande Gutiérrez, que compartieron un poco de su día a día. “Vivimos en una casa prestada por las adoratrices y que arreglamos con ayuda de los niños de la calle y los inmigrantes. En casa procuramos acoger a todos. Recuerdo cómo al principio venían a cualquier hora escapando de la policía. Tenemos clases de español, actividades deportivas y recreativas para que se familiaricen con el idioma, etc. Queremos ser un refugio de esperanza y ánimo, aunque para muchos Ceuta es una pequeña prisión de la que quieren escapar para ir a la península y sufren una presión psicológica muy fuerte de ver el estrecho y la costa tan cerca y tan lejos”.
Foto. Mauricio Burbano
Sobre la experiencia con ese mundo de la inmigración, las hermanas recordaron que “lo importante es la persona, no importa la religión, la raza o la ideología. Somos hermanos por ser hijos de Dios. Para nosotras vivir en Ceuta es una gracia de Dios porque las personas con las que trabajamos son mediación de Dios y nos están transmitiendo la fuerza para caminar y para seguir adelante. No tenemos problemas para vivir la fe porque en Ceuta comprobamos que los milagros son posibles”.

De la vida a la música

Foto. Mauricio Burbano
El tercer premio alandar lo recibió el proyecto Fábrica de Canciones, llevado a cabo en la Fundación Rais y dirigido por el cantautor Rafa Sánchez. Un grupo de personas sin hogar ha participado en esta iniciativa y ha grabado un disco que saldrá este otoño. Son canciones hechas por ellos y ellas en las que se refleja su vida y la forma que tienen de ver el mundo.

Amparo, una de las integrantes del grupo, contó su experiencia y cómo, al principio, se negaba a participar en el taller “hasta que llegué una tarde harta del mundo y de ver cómo la gente me despreciaba y me dije: o me uno o me hundo. Desde entonces ya no puedo dejar de ir. La gente de la calle somos lo que nadie quiere ver y me alegra haber compartido este tiempo con Rafa y haber hecho otras cosas”.

Otro participante del taller, Mariano, reconoció cómo había tenido una vida normal hasta que se encontró viviendo en la calle y la invitación de Rafa había cambiado la percepción que tiene de su vida: “esto es un grito a la vida para decir que somos personas, que somos humanos. No tenemos miedo de ponernos delante de un micrófono o de una cámara y decirlo”. Junto a Amparo, Mariano y Rafa, recogieron el premio otros dos participantes en el proyecto, Toño y Rocío.

El grupo de Fábrica de Canciones regaló a la revista y a los amigos reunidos en el Chaminade una canción titulada “alandar”. La cantaron, además de un par de temas añadidos y con ese buen ambiente se cerró el encuentro anual de la familia alandariega, que pretende hacer de esta publicación, en palabras de su directora, “una casa común con vistas al Evangelio”.

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