Recuperando nuestros vínculos teológicos

pag7_informe1_web.jpgLos días 23, 24 y 25 de noviembre ha tenido lugar en Vitoria el XIX Encuentro de los grupos de Mujeres y Teología de todo el Estado y se inserta en el marco de la celebración del 50º aniversario de la inauguración del Concilio Vaticano II.

Ha sido un encuentro querido y trabajado desde los diferentes grupos y colectivos porque se tenía conciencia del momento intenso que estamos viviendo con la crisis económica, social y financiera como telón de fondo. Se requería un encuentro que nos permitiera tomar aún más conciencia como colectivo para intercambiar opiniones, debatir criterios y acordar compromisos.

El encuentro se configuró entre ponencias, talleres, celebraciones y encuentros y charlas informales por los pasillos del edificio del Seminario Diocesano de Vitoria, que nos acogió. También hubo tiempo para reflexionar sobre la organización de los Grupos de Mujeres y Teología a nivel del Estado y para el recuerdo agradecido y emocionado en el momento de presentar el libro que se ha editado recientemente sobre Mary Salas (1922-2008), su pensamiento y su palabra.

Se había diseñado el encuentro tomando la andadura de los Grupos de MyT como referencia y las ponencias se estructuraron en tres bloques: Recuperando raíces: nuestra historia; nuestro presente; por último, tejiendo futuro.

El objetivo era -en palabras de una de las primeras ponentes- “recordar juntas, pasar por el corazón la historia vivida y sacar el dinamismo del don recibido para el futuro”. Siguiendo nuestra praxis habitual, se trataba de contar la historia escrita no desde quien venció o los logros espectaculares sino desde la vida vivida por cada una y por los diferentes grupos.

Marifé Ramos y Mari Pau Trayner se encargaron de lo vivido y transitado en estos años desde que, en 1986, se constituyeron los dos primeros grupos, el de Mujeres y Teología en Madrid y el de Dones de l’ Església de Barcelona. Una y otra trajeron al hoy la situación teológica de nuestro país en aquellos años, la teología patriarcal imperante y las dificultades específicas que había para el acceso de las mujeres a los estudios teológicos.

pag7_informe2_web.jpgSe recordó cómo el Concilio Vaticano II nos dio a las mujeres motivos para soñar, nos dijeron que éramos Pueblo de Dios y ese Dios pasó de ser poderoso a ser misericordioso.

En estos años, las mujeres hemos perdido el miedo dogmático y ha habido que enfrentarse a la teología del sometimiento, a la apelación cuasi permanente al cuasi exclusivo rol maternal de la mujer; ha habido que poner en cuestión la antropología que subyace en la teología oficial. Pero no todo ha sido cuestionar: desde las mujeres teólogas se ha facilitado la inclusión de otros lenguajes en teología ( el lenguaje audivisual, el lenguaje del cuerpo), se ha escrito y publicado personal y colectivamente, se ha peleado por espacios donde estudiar, hablar y participar, se ha celebrado la vida y recuperado el valor de los símbolos, ya que éstos no son inocentes, neutros o inocuos. También se ha mirado el arte con otros ojos, incorporando mujeres negras, mujeres embarazadas, mujeres de distintos países y culturas con las cuales se han intercambiado también conocimiento y experiencias; se ha denunciado con palabras y gestos las situaciones de injusticia, especialmente con las mujeres, en la Iglesia y en la sociedad intentando mantener el humor. En definitiva, se ha tenido que deconstruir para construir con nuevos modelos y nuevos supuestos.
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Es significativo que en el contexto de los grupos de Mujeres y Teología no se hagan Congresos ni Seminarios sino Encuentros: se teje red, no se crean instituciones.

Para hablar del presente se encargaron Mª Luisa Paret (Madrid) y Mercedes López (Sevilla), que recordaron cómo nuestros orígenes son diversos pero esa diversidad no nos ha impedido confluir en el río de la teología sino que la ha enriquecido desde aportaciones diversas, reconociendo en el presente elementos comunes tales como: estar despiertas no solo a nuestra realidad como mujeres sino al resto de realidades que nos rodean, cuestionar el patriarcado y el patriarcalismo que todavía hoy subyacen en la estructura de la Iglesia y en la imagen y comprensión de Dios que “exporta”, deconstruir y desenmascarar el sexismo en los textos y reconstruir nuevas formas de relación. Intentar, en fin, construir una Iglesia distinta porque creemos que otro tipo de comunidad es necesaria y posible.

Nos encontramos actualmente en un momento de profundos cambios que nos afecta como mujeres feministas cristianas. Hemos descubierto y luchado por la igualdad y la diferencia y en esa dialéctica nos movemos. Sin embargo, se están volviendo a reproducir modelos del pasado que creíamos ya superados. Desde nuestra conciencia de mujeres seguimos apostando por una igualdad real, social, pública y religiosa y por una independencia moral que nos da conciencia de nuestras limitaciones y también de nuestras capacidades y presencia real en el mundo.

Es desde este presente desde donde atisbamos el futuro y para ello nos acompañaron Silvia Martínez y Teresa Forcades. Se plantea un futuro en diversidad: partiendo de nuestra propia diversidad como mujeres individuales y grupos de mujeres creyentes, nos reconocemos como un punto más de búsqueda junto a tantas otras personas que en una realidad nueva luchan por nuevas y mejores condiciones sociales y eclesiales para las mujeres.

Se hace necesario pasar de un antropocentrismo a una cosmovisión holística, centrada en la vida. Desde nuestros grupos ofrecemos la experiencia del aprendizaje colectivo, queremos preguntar a las mujeres jóvenes, conocer su universo vital y de ideas y ofrecerles la experiencia de nuevos contenidos y nuevos lenguajes en unas teologías de contexto que nos lleven de la experiencia y la reflexión a la denuncia profética.
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Somos un modelo de frontera porque hemos optado por ello y nos situamos ante el futuro con vocación de trabajar en red con otros colectivos porque urge un trabajo de reconciliación ante la feminización de la pobreza, la violencia de género, la discriminación las mujeres homosexuales, el trabajo interreligioso y el cuidado de nuestra propia identidad y de nuestros grupos de pertenencia. También porque creemos que las teologías feministas pueden ayudar a mujeres y hombres dentro de la diversidad y multiculturalidad que atisbamos como tendencias de futuro para nuestro mundo.

También en el futuro adivinamos nuevas influencias: las de la teología queer y, sobre todo, la incorporación cada vez más fuerte de lo místico y lo político en nuestra reflexión teológica, creemos que la teología del siglo XXI deberá estar constituida por un 33% de estudio y reflexión, por un 33% de experiencia y un 33% de oración y contemplación.

Es imprescindible crear espacio para lo inefable, porque es en la experiencia de oración donde damos tiempo a nuestra voz interior, nos enfrentamos con nuestros propios fantasmas, exponemos nuestra desnudez y vulnerabilidad y nos fortalecemos en lo personal y en el grupo. Hemos de perder el miedo a la experiencia mística porque ella es el origen de la libertad de espíritu, de la libertad en el Espíritu.

Y a partir de esta libertad surge el compromiso con lo político, con la capacidad de transformación de un mundo en crisis, de un mundo que gime con dolores de parto…seguramente porque algo nuevo está naciendo.

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1 comentario en «Recuperando nuestros vínculos teológicos»

  1. Recuperando nuestros vínculos teológicos
    Me parece estupendo que sigan escuchandose nuestras voces juntas en algun espacio real de nuestra geografía.Me hubiera gustado compartir este rato, pero la vida diaria, esa que también se impregna de lo teológico, me plenifica en estos momentos, a la vez que me satura. Y me siento unida a vosotras desde la Ruah, aunque hubiera deseado que fuera desde lo físico y entrañable del encuentro.
    Me gustaria que esos análisis que se hacen desde la reflexión conjunta, se hicieran vida en nuestras vidas de cada una. Que se reflexionara desde el amor y desde el corazon, sobre la existencia, permanencia y sentido de existencia de estos grupos de mujeres y teología. Que nos conviritieramos en testigos fieles de esa Buena Nueva, que a veces se nos oscurece un poco entre protagonismos y discursos, y que trascendamos al amor que nos une como mujeres que creemos en algo más que lo evidente.
    Agradezco a esta publicacion y a su equipo redactor y distribuidor, la presencia en mi ordenar de este trocito de Bilbao en el que me he sentido presente a través de todas. Gracias Charo por devolverme la ilusión en nuestra presencia en el mundo real.

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