Desconectar para conectarnos

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En nuestra vida, en la calle, en los viajes, en las reuniones, en el supermercado… se ha introducido un elemento perturbador que desde hace tiempo ha dado en cambiar uno de los mayores placeres que el ser humano tiene: el de la conversación, conversar mirando a la cara, poder ver la expresión que produce en el interlocutor o interlocutora lo que le vas diciendo…

Quizá alguien me llame antigua, a lo mejor lo soy, pero hace unos días iba caminando por la calle y escuché una conversación detrás de mí. Uno se quejaba a otro de que le había estado llamando repetidamente en las vacaciones y este no le contestaba, incluso le había mandado algún whatsapp, sin éxito. “He estado en París y Londres y he ido con (aquí el nombre de una chica que no recuerdo). Desconectaba el teléfono por la mañana y solo por la noche miraba si había algo urgente. Quería disfrutar de su compañía”. Aminoré el paso para que me sobrepasasen y ver el rostro y la edad de quienes llevaban esta conversación. Dos hombres que no debían llegar a los cuarenta. Me animó. A lo mejor no es cuestión de edad sino de educación y sensibilidad.

Uno de mis placeres cuando viajo en tren es poder leer tranquilamente y combinarlo con mirar de vez en cuando el paisaje. Lo mismo intento hacer cuando el viaje lo realizo en autobús. Pero esto es cada vez más difícil. En uno de los últimos viajes en tren tuve como compañera a una ejecutiva que fue solucionando los problemas de personal que tenía en su empresa. Estuve a punto de ofrecerle mis servicios para alguna de las cosas de las que iba hablando.

Hoy ha sido en el autobús, sin ningún tipo de pudor y en un tono de voz que le podíamos seguir todos, un muchacho iba contándole a otro a través del móvil, todas las correrías de la noche anterior y que, por cierto, a nadie de los que íbamos en el bus nos importaban.

Es tremendo llegar a una reunión y ver cómo los y las asistentes lo primero que ponen encima de la mesa son sus móviles y digo sus móviles porque en más de una ocasión no es uno solo. Se les quita el sonido, eso sí, pero se deja en vibración y cuando esta entra en acción se coge, esté en el punto que esté la reunión. “Perdón, pero es que es importante”. Y me pregunto cómo hemos podido llegar hasta el siglo XXI sin estar conectados las veinticuatro horas del día.

Una nota más. Esta foto la hice este verano en una de las playas del Mediterráneo. Entiendo que debían de ser amigos que habían quedado para verse y hablar. Estuve más de cuarenta y cinco minutos y en todo ese tiempo no se dirigieron directamente la palabra. Mi duda es si se estaban “comunicando” a través de mensajes de móvil.

He leído que en Estados Unidos, donde suelen ser pioneros en muchas cosas, hay restaurantes que ofrecen descuentos por dejar el móvil fuera mientras se está comiendo y que éste no sea un elemento perturbador en ese rato de encuentro. No sé de ningún restaurante que haga esto en España, pero sí me gustó ver un cartel en una cafetería; «No tenemos wi-fi, lo siento. Tendréis que hablar entre vosotros.”. Y creo que ese es el gran reto que tenemos: desconectar para conectar, para mirar a los ojos a los otros, a las otras y saber qué sienten y qué nos dicen con esos otros lenguajes que van más allá de la palabra.

Autoría

  • Charo Mármol

    En 1953 en Cuba un grupo armado revolucionario liderado por Fidel Castro ataca el cuartel Moncada en Santiago de Cuba. Fue un intento fallido para derrocar al dictador. Ese mismo año en la URSS muere Stalin y, en Inglaterra, Isabel II es coronada Reina. Además nací yo. Fue en Murcia, pero enseguida me acogió la capital del Reino, Madrid. Ya madurita empecé a viajar por los países del Sur y desde entonces me considero ciudadana del mundo. Un mundo en el que me gustaría que reinase la paz, la justicia y la igualdad. Y a esto he dedicado la mayor parte de mi vida: a trabajar por el Reino de Jesús aquí y ahora.

7 comentarios en «Desconectar para conectarnos»

  1. Desconectar para conectarnos
    Comparto lo que escribe la autora. Muy buen artículo. Hemos pasado de manejar la tecnología y ponerla a nuestro servicio a que la tecnología nos supere, nos dirija. Es el camino a la deshumanización. Qué triste.

  2. Desconectar para conectarnos
    Estoy de acuerdo con lo que dices. Creo un grave error lo que está pasando con los móviles i otros elementos

    modernos. Cada vez más las personas estamos obsesionadas por obtener rápidamente cualquier cosa, una

    respuesta, un teléfono, una cita ….tenemos la necesidad de comunicarnos al instante . Se puede ver por ejemplo

    en el autobús la triste imagen que dan muchas personas al estar todo el viaje «conectados/das» . Un dia en el

    autobús sentí pena al ver una madre con una niñita de meses colgadita en una mochila sobre su pecho , la niña

    lloraba , buscaba su mirada, unas palabras…. pero la madre estaba «cao» escribiendo en el móvil….me supo

    muy mal ver como la madre perdia aquella oportunidad .

    Creo que seria bueno i saludable , reflexionar i modificar nuestro comportamiento .

    Esther

  3. Desconectar para conectarnos
    Charo, seguramente yo también soy «antigua», porque tengo la sana costumbre de desconectar móvil y demás aparatos con bastante frecuencia, tal vez un día a la semana. Lo necesito para recuperar el silencio sin interferencias externas que me ayuda a conectarme conmigo misma y para dedicar tiempo personal y directo a las personas que que quiero o que me interesan. No me cuesta realizar esta desconexión, es más, entiendo que con ella me recupero a mí misma de ese tipo de «control mental» que supone la permanente «conexión» (saber, por ejemplo, que tienes un aparato encendido, ya sea el móvil o la tableta) Lo tomo como un acto de libertad y, en en el fondo, de subversión.
    Gracias por el artículo.

  4. Desconectar para conectarnos
    Pues sí, Charo, tienes toda la razón. La gente se está volviendo maniática y la pena es que se pierden la maravilla de una buena conversación, peor para ellos. Te contaría muchas anécdotas, pero solo te contaré la última de hace unos días.
    Estaba en misa y un señor subió voluntario a hacer las lecturas, en esto que le suena el móvil y cuando todos creíamos que lo iba a apagar , interrumpiendo la misma contestó y se puso a hablar ante el asombro del personal.

  5. Desconectar para conectarnos
    Charo, expresas muy bien lo que muchas personas pensamos sobre esta dependencia. Realmente se está convirtiendo en una adicción que tiene consecuencias muy graves pues atenta contra la auténtica comunicación que cada ser humano necesita. Me ha impresionado mucho el comentario que cuenta el caso de la madre que no atiende los requerimientos de comunicación de su hijita. Y eso es serio, muy serio. Gracias por tu artículo … puede hacer mucho bien.

    1. Charo Mármol

      Desconectar para conectarnos
      Gracias por vuestros comentarios y la valoración que hacéis del artículo.

      Tengo que confesaros que a mi me gustan las nuevas tecnologías y además me admira el que yo pueda escribir en España y que al momento, alguien que vive en Guatemala, pueda leer lo que escribo.

      Mi generación usaba el correo postal y ya el fax fue un verdadero avance para la comunicación. Qué decir del correo electrónico, o de los teléfonos vía satélite. Cuando en el 2001 vi en el Ixcam, en Guatemala a una indígena, utilizar el ordenador en plena selva, fui consciente de que estábamos en una nueva era y que se abría un campo para comunicarnos como nunca antes lo habíamos tenido. Resumiendo: que me encantan las nuevas tecnologías.

      Dicho esto, y aquí seguramente es donde viene lo de la generación, quiero que estas tecnologías estén a mi servicio y no yo al de ellas. Tengo un hermano que cuando me llama y no lo cojo, siempre dice que para qué tengo un móvil. Lo tengo para que esté a mi servicio y no viceversa. Pero es cierto que tengo que proponerme hacer «silencios tecnológicos» porque es muy fácil que creen y adicción y como toda adicción, lo crean sin que nos demos cuenta.

      Y ya acabo. Lo que cuenta Marivi yo todavía no lo he vivido, pero no sé lo que hubiera hecho si hubiera estado yo en esa misa.

      Gracias por vuestros comentarios

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