
Estoy en Lanzarote participando en un homenaje a José Saramago (que no Sara Mago) que una asociación feminista, Mararía, ha organizado.
Ayer por la tarde Fernando López Aguilera, director, entre otras muchas cosas, de la Fundación Cesar Manrique, tuvo la conferencia inaugural. Una magnifica conferencia como hacia tiempo que yo no oía. Presentó el libro que ha publicado sobre José Saramago, en la editorial Alfaguara, “José Saramago en sus palabras” y a través de las palabras fue desgranando y acercándonos al hombre sencillo pero comprometido hasta la médula; luchador empedernido por los derechos de la humanidad y defensor de las libertades y los derechos de las mujeres…. Hubo muchas cosas que me llamaron la atención y que me dejaron el regustillo de volver sobre ellas.
Aprovechó Fernando, también un hombre de izquierdas y feminista, para criticar al gobierno socialista por la supresión del Ministerio de Igualdad, porque, en contra de lo que diga la derecha “no da igual” y es un ministerio necesario porque todavía la mujer está discriminada en muchos sectores de la sociedad y lo que es mucho más grave, se sigue asesinando a las mujeres por el simple hecho de ser mujer y porque algunos hombres siguen creyendo que son/somos de su propiedad y se niegan a dejarnos vivir con vida propia. En palabras de Saramago “La única prioridad que reconocemos es la del ser humano”. La única prioridad que reconocemos es la de la mujer y sus derechos, Y no pueden seguir pagando las justas por aquellos que se creen sus dueños, los pecadores. Y no se puede permitir que un escritor con un programa en una televisión pública, como Sánchez Dragó, presuma de haberse acostado con menores de 13 años. Quizás el delito ha prescrito, ese, pero lo que no hay duda es que esto es prostitución infantil y este señor un abusador de menores y un delincuente.
Disertó, Fernando el de izquierdas y feminista, de muchas más cosas, que probablemente las vaya trayendo a este blog, pero hoy quiero finalizar con unas palabras de Saramago oídas en boca de Fernando: “No se resignen, indígnense… pero civilizadamente. Perdamos la paciencia” Y miren Vds. por donde, mi imaginación se me fue a mi iglesia, esta iglesia que con frecuencia me duele en lo más profundo del alma. No me resigno me indigno, lo que no sé es cómo se hace civilizadamente, pero sobre todo creo que yo ya he perdido la paciencia. Ayer pensaba ¿Y en estos tiempos de crisis profunda, además de los gestos que están haciendo en parroquias y grupos de creyentes, no sería el momento de que nuestra Iglesia Institución tuviera algún gesto más concreto y renunciar a alguno de sus privilegios? Me refiero a los económicos. A lo mejor era el momento.
Y seguía pensando y soñando una vez más, pero ya con indignación y sin paciencia. ¿Para cuando la igualdad de la mujer en la iglesia? ¿Para cuando tratarla/tratarnos como a seres iguales y cualificados? Ya es hora porque muchas, también muchos, hemos perdido la paciencia.
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