El mes de marzo es morado, como han podido comprobar un año más (dan ganas de escribir que los otros once son más bien de moretones). Luego viene abril y las mujeres volvemos a nuestro estado natural de invisibilidad. Y, sin embargo, aquí estamos. Puede que en paro, pero no paradas. Menos mal que la guerrilla de la brocha no duerme.
Al paro nos relegan, tanto a hombres como a mujeres, pero, aunque la diferencia se acortó en la última encuesta, lo cierto es que, con esto que llaman crisis, el desempleo femenino se duplicó en España, alcanzando las posiciones de cabeza -¡vaya cabeza!- en la Unión Europea.
El paro es una imposición, pero estar paradas sería una decisión que de ninguna manera estamos dispuestas a tomar. De modo que no, no es lo mismo. No paramos ningún mes del año. Ni de trabajar, ni de luchar, ni de empeñarnos, ni de soñar, ni de construir sueños.
Ni en marzo, ni en abril, ni en ningún mes de ningún año.
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