Deuda real saldada

Oficialmente, España no es un país católico. Pero su jefatura de Estado, sí. O lo parece. La familia real es católica, las bodas y funerales de estado se celebran en templos y con ritos católicos, los cargos institucionales se juran ante el Rey sobre una biblia católica y con un crucifijo como testigo, etc. Y, entre sus títulos oficiales, sus majestades siguen ostentando el de Reyes Católicos.

¿Va a cambiar esto? Pudiera ser. Al menos por lo que toca a las nuevas generaciones. Los próximos días 30 y 31 de marzo y 1 de abril se celebrará en Sevilla el I Congreso Internacional Reforma Protestante y libertades en Europa, organizado por la Alianza Evangélica Española, el colectivo más antiguo del protestantismo español.

La verdad es que el encuentro tiene una pinta bastante interesante. Como su título indica, analizará la influencia de la reforma protestante en las ideas que dieron lugar “al cambio de mentalidad de la sociedad, las revoluciones europeas y al desarrollo de las libertades individuales en Europa”, según reza su programa. Se quiere, sobre todo, destacar el papel español, que por lo general suele obviarse al hablar de protestantismo. Su coordinador, Emilio Monjo, pastor de la Iglesia Presbiteriana Reformada de Sevilla, quiere que el congreso sirva para rescatar las obras de los autores protestantes españoles del siglo XVI. Aquí pueden ver el programa completo.

Pero la gran primicia es que el congreso estará presidido, nada más y nada menos, que por sus altezas reales los príncipes de Asturias. De forma honorífica, bien entendido. Pero igualmente simbólica. Porque, como muy bien ha remarcado Pedro Tarquis, dirigente de la Alianza, se trata de la primera ocasión en la que la Casa Real española participa «pública y oficialmente» en un acto vinculado al protestantismo.

Naturalmente, los protestantes están más que satisfechos con el respaldo real, que no sólo interpretan como un reconocimiento al culto evangélico, sino que piensan que «contribuye a restaurar, de alguna manera, la memoria del cristianismo protestante del siglo XVI en España».

Lo cierto es que diferentes miembros de la Casa Real han acudido ya actos relacionados con la iglesia católica –por supuesto-, el islam y el judaísmo. Pero parecía que existía cierta resistencia a hacerlo con otras confesiones cristianas. Con lo que a la deuda histórica originada por las persecuciones impulsadas desde Carlos V hasta hace bien poquitos años había que añadir la provocada por las reticencias actuales. Con la presencia de los príncipes en Sevilla, los protestantes dan ambas por saldadas.

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