Hay quien lo hace durante el horario de oficina; otros en el tren, entre casa y la universidad. Otros en el avión, o en el autobús. ¿Sudoku? ¿Sexo? ¿Solitarios? No, voluntariado al minuto, en vez de a horas o a días. A veces, pero no es obligatorio, con un ordenador. Con tareas concretas y no con misiones. En tiempos de crisis económica y de súper trabajo, cuando donar tiempo a otros se convierte en un verdadero lujo para ricos y jubilados, el compromiso social se vuelve microvoluntariado.
El copyright es de la fundación española Bip-Bip que en su página www.microvoluntarios.org ha creado una bolsa de micro acciones de voluntariado. Micro en el sentido de minutos: máximo 120, el tiempo requerido por una ONG ambientalista para diseñar un cartel de presentación de un evento. Mínimo 1’: el tiempo necesario para girar un mensaje urgente para difundir una información. A mitad de camino una infinidad de tareas útiles que es posible dividir entre muchos voluntarios: desde la realización de una presentación power point a la recogida de vestidos en la propia comunidad de vecinos.
Alguien podría pensar que es un compromiso social descafeinado, pero no lo creen los más de 4000 voluntarios que ya han respondido a la llamada de Microvoluntariado, en gran parte profesionales entre los 20 y 40 años de edad, que aseguran sentirse muy satisfechos.
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