La respuesta que la sociedad ha dado a las conductas dañinas para los intereses personales y colectivos ha seguido un camino largo y cruel en la historia, desde la Ley del Talión hasta el desarrollo de la Justicia Penal. Nadie discute hoy que el Derecho Penal, racional y moderno, debe regirse por un modelo garantista y que la pena ha de tener un fin preventivo y resocializador.
Pero algunos acontecimientos de singular gravedad han puesto en crisis ese modelo y han supuesto modificaciones de gran calado en el Derecho Penal, que se ha endurecido.
Asistimos a un debate acerca de la razón de ser de las penas, y se escuchan voces regresivas que consideran enemigo al delincuente y pretenden excluirlo del ámbito de las personas, a la par que se acercan a una concepción de la pena como retribución y proponen incluso la restauración de la cadena perpetua y aun de la pena de muerte. Por el contrario, se abre paso la posibilidad de fórmulas de mediación para que los sujetos concernidos por el delito puedan solucionar el conflicto y se experimentan alternativas no carcelarias al cumplimiento de la pena. En Navarra se ha realizado centenares de mediaciones penales en los últimos cinco años.