¿Por qué son todo preguntas?

El desconocimiento de cómo las personas con discapacidad hacen ciertos gestos cotidianos provoca curiosidad. El otro día cenando con unos amigos en plan distendido, una amiga que estaba situada en la mesa a mi lado se fijó en que llevaba las patillas perfiladas y bien cortadas, cuestión que le sorprendió. Al tener confianza conmigo, me preguntó:

 Y tu… ¿Cómo te afeitas…?

La respuesta no la dudé en ningún momento y fue instantánea:

 Pues… con la máquina de afeitar…

Después de unas risas generalizadas, tengo que confesar que la pregunta me asombró, pues no la esperaba, más siendo esta amiga ya de largo tiempo y creyendo yo que todas las cuestiones de la vida diaria de una persona ciega son más sencillas de lo que parece. Pero para la sociedad en general se deben asemejar a algo más complejo de solventar, por lo que pude comprobar.

Entonces le expliqué que no es muy difícil, pues, yendo con cuidado y orden por la cara, vas cubriendo zonas y suele quedar bien. Además, como alguien que ve, con cuchilla o máquina, si uno se despista es cuando te das un tajo o te cepillas la patilla o lo que se te ponga por delante.

Pero no acabó ahí la curiosidad y, ya abierto el melón, como se suele decir, me lanzó otra más:

 Y las uñas… ¿Cómo te las cortas…?

Me volví a quedar perplejo por lo mismo que lo anterior y le respondí:

 Pues al igual… con cuidadín, con orden y tijera en mano, una a una perfilando cada dedo.

La anécdota es totalmente real y me hizo reflexionar cómo este mundo de la discapacidad -y más la ceguera- tiene muchos agujeros negros y prácticas para nosotros mecánicas, como podría hacer cualquier otra persona, que para el conjunto de personas sin discapacidad se ven infranqueables. Así, imagino que tú que me estás ahora leyendo sin problema visual, seguro que te planteas las mismas dudas que las de mi amiga, del estilo: ¿cómo cocinas, como planchas, como tiendes la ropa, como la eliges, como te peinas, etc.?

Denotamos una vez más el desconocimiento que sigue acaeciendo y cómo hay que empatizar mucho con las personas diferentes, para así tenerlas más cerca.
La confianza de mi amiga al plantearme esa cuestión es fundamental, pues seguro que si no existiera esa complicidad no se atrevería y acabaría ignorando dicha duda. Yo mismo me pregunto en ocasiones, por ejemplo: “¿cómo se duchará una persona con la silla de ruedas?” Seguro que luego es más sencillo de como yo lo imagine y hoy en día existen utensilios que ayudan mucho a estas tareas cotidianas.

Así que, para concluir, varios mensajes. Seamos naturales al preguntar cualquier asunto, pues normalmente la persona con discapacidad no se ofenderá y seguramente te lo explicará. No etiquetemos ni estereotipemos las situaciones pues, aparte de que se puede normalmente “hacer casi todo”, por regla general se solventan más fácilmente de como pensamos. Y, sobre todo, es necesario empatizar con aquella persona que es distinta a nosotros, para entender su propia idiosincrasia y conseguiremos así una sociedad más humana e integradora.

Por cierto, gracias Mari Carmen por tu pregunta… seguro que hace años no te habrías atrevido a hacérmela.

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