Una Eva latinoamericana y anticapitalista

pag21_vocesdesdeelsur1_web-2.jpgDesde sus orígenes, a principios del siglo XX, en la gestación del Día de la Mujer estuvieron involucradas socialistas de diferentes latitudes que creían que el capitalismo vulneraba sus derechos y luchaban para tener “plena participación, en condiciones de igualdad con los hombres, en la vida política, civil, económica, social y cultural”.

Como en aquel entonces, hoy en día la psicóloga y feminista brasileña Nalu Faria cree que “no puede haber igualdad adentro del capitalismo ya que él ha incorporado la opresión de las mujeres y el patriarcado como estructurante de su economía y de su forma de funcionar”. Entonces sostiene que, para “cambiar la vida de las mujeres, hay que cambiar el sistema” por uno en el que adquieran “soberanía sobre sus cuerpos y vidas” y puedan “vivir sin violencia y disfrutar su sexualidad”.

Un ejemplo de esta situación lo relata la monja y teóloga de la liberación brasileña Ivone Gebara, quien sostiene que, más allá de que algunas mujeres “tienen cargos importantes y llegan a presidentas, como en Argentina y Brasil”, en el “capitalismo globalizado se hace lucro sobre los cuerpos de las mujeres, son tomadas como objeto del derecho de los hombres, son consideradas el segundo sexo y se les niega a las pobres el derecho a una educación sexual”. Por tal motivo, puede comprenderse que las adolescentes que dan a luz pasan del 2 o 3% en España al 18 o 20% en Latinoamérica y, así mismo, tomando sus cuerpos como mercancías, aumentó el tráfico de mujeres con fines sexuales.

En el mismo sentido, la filósofa y escritora Francesca Gargallo piensa que “el capitalismo constituye el patriarcado en su máxima expresión, es intrínsecamente racista y esclavista, invisibiliza el robo de la plusvalía del trabajo femenino y considera a las mujeres improductivas, secundarias, sin derecho a la tribuna”. Estas palabras nos ayudan a entender por qué en Latinoamérica la proporción de mujeres trabajadoras sin contrato es mayor a la de los hombres, el 54% del trabajo femenino es informal y el sueldo que reciben representa el 70% del que obtienen los hombres.

pag21_vocesdesdeelsur2_web-2.jpgEn consonancia con lo anteriormente expuesto, la teóloga de la liberación mexicana María Pilar Aquino piensa que “el resultado final del neo liberalismo capitalista es de exclusión colectiva, inhumanidad generalizada y muerte prematura de amplios grupos humanos”. En este contexto “las realidades vividas por las mujeres de desigualdad generalizada y de despojo colectivo de sus derechos fundamentales son injusticias que claman al cielo. La visión liberadora del mensaje cristiano lleva a confrontar estas realidades y exige un compromiso colectivo por la eliminación de la injusticia sistémica, la exclusión sexista y la dominación patriarcal”.

En otras palabras, resulta indispensable soñar un modelo social diametralmente opuesto al capitalista en el que cada mujer pueda empoderarse y, parafraseando a Silvio Rodríguez, se transforme en una Eva que -un 8 de marzo cualquiera- no sea para Adán -la paridora pagada con pan- y, sin vestir de tul ni creer en un príncipe azul, quiera parir enfrentándose al qué dirán y, firme al timón como buen capitán, escoja dónde ir.

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