Hace muchos, muchos años, “Viva la gente” -un grupo que tal vez hoy parecería happyflowers– se preguntaba cantarinamente por el color de la piel divina. No daban la respuesta; la conclusión era, más bien, que eso del color no tiene importancia, que “todos son –somos- iguales a los ojos de Dios”.
[quote_right]A lo mejor ahora que viene Navidad nos es dado reconocer los rostros de Jesús.[/quote_right]Pero no es verdad; el color sí que importa. Y no se suele decir, pero parece que la respuesta es “blanco”; al menos, esa es la tonalidad masivamente predominante en las representaciones. ¿O es que el blanco es el grado cero del color humano? La imagen que hay bajo estas líneas estaba acompañada de un texto que denunciaba que esta insistente representación del hijo de Dios blanco implica que es el color “de familia”, que Dios es blanco. La explicación que daba el autor anónimo es que “el mayor milagro de Jesús fue ser blanco en Oriente medio”. No, yo no creo que fuera un fenómeno milagroso.
A lo mejor ahora que viene Navidad nos es dado reconocer sus rostros. Del color que sean.
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