
El papel del juego en el desarrollo es un tema que me interesa desde los años en que realicé mi tesis doctoral en la Universidad de Oxford. Nuestra misma supervivencia exige la dependencia del adulto. El juego es una necesidad para todos los seres humanos. La inmadurez con la que nacemos requiere que un adulto nos cuide durante una infancia muy, muy larga durante la cual el juego es la forma natural de interactuar con el mundo, los demás y nosotros mismos. Por ello, el juego ha sido reconocido como un derecho por la ONU y ha sido ratificado por más de un centenar de países.
Sin embargo, muchos seres humanos tienen enormes dificultades para poder ejercer este derecho. La concentración de población en las grandes ciudades, la especulación urbana y la progresiva desaparición de los espacios públicos, la dificultad de la infancia para poder moverse de forma autónoma y segura… todo contribuye a una progresiva desaparición de los juegos tradicionales y de los espacios donde se podía jugar.
Todo contribuye a una progresiva desaparición de los juegos tradicionales y de los espacios donde se podía jugar.
El juego, sobre todo en la infancia, tiene cada vez una relevancia mayor en la educación.
Estas relaciones entre curiosidad, juego y exploración muestran por qué es tan intenso el aprendizaje infantil cuando respetamos su modo natural de relacionarse con el mundo y con los demás. Los nuevos juegos tecnológicos, los videojuegos, nos proporcionan habilidades y relaciones sociales igualmente importantes y diferentes dentro de las sociedades postindustriales. Ya no hace falta estar físicamente al lado para jugar juntos. Pero mientras juegan, comparten y hablan de sus mundos más cercanos, generan el mismo tipo de conflictos y solidaridades que se generan en juegos tradicionales presenciales.
En este mundo que está sometido a cambios muy profundos y rápidos, nos parece que es importante conservar este patrimonio inmaterial que son los juegos tradicionales.
Desde hace más de una década, la Fundación Educación y Desarrollo ha ayudado a establecer estas redes de ludotecas en diferentes localidades del Perú, en la costa (Piura), la sierra (Ayacucho) y la selva (Loreto). También en algunos de los barrios más complejos de la ciudad de Lima. Nuestro objetivo es la creación de espacios de juego, ludotecas, donde los niños y niñas puedan ejercer su derecho al juego y desarrollar sus habilidades motoras, imaginativas, cognitivas y sociales.
Nos parece que es importante conservar este patrimonio inmaterial que son los juegos tradicionales.
¿Qué se necesita para que se establezcan estas ludotecas, estos grupos de juego, y cómo funcionan?
Lo primero, lo indispensable, hacen falta niños. Sin niños que jueguen no puede existir una ludoteca. En muchos juegos tradicionales los materiales de juego son los propios jugadores que se persiguen, se esconden, se retan a diferentes habilidades. Pero en otros muchos son necesarios objetos materiales con los que llevar a cabo tales habilidades (cuerdas, pelotas, palos, instrumentos, etc..), o con los que poder representar escenas y personajes de diferentes guiones.
Así pues, se necesitan juguetes como apoyo y estimulación del juego. Las ludotecas, y las diferentes redes de ludotecas que se han ido configurando a lo largo de estos años, se benefician de las donaciones que la Fundación Crecer Jugando nos proporciona cada año. Suelo decir que el mejor juguete para un niño es otro niño con quien poder jugar. Pero la llegada de nuevos juguetes a una ludoteca supone una enorme inyección de ilusiones y nuevas propuestas de juegos.
El tercer elemento de una ludoteca es el lugar donde poder establecerla. Necesitamos un espacio (público o privado) donde poder jugar. En el caso de las ludotecas la cercanía a sus domicilios es muy importante. El adulto concede sólo una importancia relativa al juego y si tiene que invertir tiempo en desplazarse para llevarle y recogerle de la ludoteca será difícil. Es más probable que los niños acudan si la ludoteca está próxima a sus casas y pueden ir y regresar con otros niños. Esto es aún más evidente si se trata de niños que viven en barrios y asentamientos humanos vulnerables.
El cuarto elemento fundamental para que podamos establecer una ludoteca es un responsable o coordinador de cada uno de estos grupos de juego. En nuestra experiencia es fundamental que dicho responsable conozca bien, o forme parte, de la comunidad en la que se establece la ludoteca. Es importante que sea conocido y que conozca a las familias de los niños.
La ludoteca permite conocerse y jugar con los niños que asisten a la misma y que suelen ser vecinos entre ellos. Las ludotecas de una misma población constituyen una red.
Las ludotecas son posibles, finalmente, gracias a un quinto elemento: los voluntarios. Hay voluntarios locales que, como en el caso del responsable, conocen y facilitan las relaciones con los niños y sus familias. Otros voluntarios, peruanos y españoles, la mayoría estudiantes de institutos superiores o de universidades, suponen una valiosa ayuda para animar y garantizar las actividades realizadas con los niños. De todos los voluntarios necesitamos, y recibimos, una importante observación y reflexión sobre lo que sucede en cada grupo de juego.
En general las ludotecas funcionan un día a la semana durante un par de horas. Suele haber un período de diferentes rincones, donde cada niño elige juegos, lecturas, dibujos, etc. durante una hora, y otra hora dedicada a juegos de reglas tradicionales, con más ejercicio físico. Pero son los propios niños quienes seleccionan las actividades en las que quieren participar. También son ellos quienes dirimen los diferentes conflictos que se plantean al establecer los distintos roles o al utilizar los diferentes juguetes. De todas estas actividades lúdicas los niños se benefician con la adquisición de habilidades físicas y un ejercicio saludable. También con el desarrollo de la imaginación y la creación de mundos posibles donde la realidad se pliega a sus deseos e ilusiones. Aprenden a respetar las reglas y a entender que éstas son el resultado de sus propios acuerdos, lo que les permitirá entender mejor el funcionamiento social. Ejercitan sus capacidades mentales para desplegar estrategias que les permitan ganar a aquellos con quienes compiten en sus juegos. Y, sobre todo, disfrutan jugando y terminan por hacerse amigos de aquellos con quienes juegan. Las ludotecas construyen un tejido social de amistades entre los niños que les proporcionan un bienestar en el presente y una importante proyección hacia las relaciones sociales en el futuro.
A su vez, los voluntarios asisten a unos espacios que podemos considerar verdaderos laboratorios vivos en los que observar y aprender a interactuar con la infancia. En algunos casos les permitirá una práctica profesional de gran calidad para sus futuras actuaciones como educadores, psicólogos, médicos, etc.
Todo este proyecto hubo que interrumpirlo en febrero de 2020 por la llegada de la pandemia del Covid 19. Sin embargo, por iniciativa de algunos de los coordinadores y responsables de las redes, nos planteamos la posibilidad de dar continuidad a las actividades con los niños mediante internet.

Jugando contra el coronavirus en Perú
Las ludotecas de Perú han sido un excelente recurso para que miles de niños y niñas de la costa, la sierra y la selva ejerzan su derecho al juego. A lo largo de varios años hemos comprobado que esas horas de juego tienen un efecto muy positivo en su desarrollo físico, en su capacidad de imaginar mundos posibles, en su razonamiento lógico y en su interacción social. Ahora con la pandemia era incluso más importante seguir proporcionándoles estas oportunidades de hacer algo juntos.
A petición de los propios niños mantuvimos algunas actividades lúdicas por internet. Pero en abril de 2020, nos unimos al programa del Ministerio de Educación Aprendo en casa. Tiempo, ordenadores y teléfonos móviles debían dedicarse preferentemente a esa tarea. Los niños y las familias y los voluntarios diseñaron actividades de apoyo a los programas oficiales, manteniendo un carácter lúdico, pero adaptándose a los contenidos y objetivos del programa oficial. La experiencia fue muy exigente, pero muy gratificante para todos. Directores y directoras de los colegios evaluaban previamente las actividades propuestas por nuestros voluntarios y se las hacían llegar a sus alumnos. Cuando no había internet, tuvimos que acudir a los móviles de las madres, trasformando algunos de los documentos del Ministerio en mp4 y pdf para que pudieran llegar así a aquellos alumnos que no disponían de wifi.
A lo largo de estos dos últimos años hemos mantenido la participación directa de los niños en actividades lúdicas. El 28 de mayo de 2020, Día Internacional del Juego, logramos poner en marcha un Festival internacional con payasos, cuentos, música, canciones, bailes, juegos, etc. en el que participaron más de 4.000 personas.
La experiencia de ese día nos ha servido para establecer otras celebraciones de disfraces, cuentos, danzas y bailes, dibujos, etc. A finales de julio de 2020 los niños quisieron celebrar, también virtualmente, sus Fiestas Patrias. Disfrazados de heroínas y héroes descubrieron, jugando, una parte importante de la historia del Perú.
Al llegar las vacaciones de verano, en enero de 2021, los voluntarios ofrecieron y organizaron un conjunto de ludotalleres donde niños y niñas pudieran participar en varios de éstos y aprender aquello que ellos eligieran (inglés, manualidades, origami, danza tradicional peruana, música, dibujo, pintura, matemáticas, música, baile moderno, etc…). El Zoom se convirtió en una maravillosa herramienta que nos permitía hacer actividades juntos, todos los días de la semana, aunque cada uno estuviera recluido en su casa. También permitió que se incorporaran niños de localidades en las que nunca habíamos tenido ludotecas presenciales.
Al iniciarse el nuevo curso escolar en 2021 terminó el programa estival de ludotalleres y volvimos al programa de Juego en casa los viernes, sábados y domingos. Volvimos a celebrar el Día Internacional del juego en el mes de mayo y el Día de los derechos de la infancia en noviembre. La celebración de Fiestas Patrias se hizo con la emisión de cinco programas de una cadena de televisión inventada por nosotros FED Noticias (Fundación Educación y Desarrollo) y puesta en funcionamiento por presentadores y periodistas de 4 a 7 años que comentaban para los cientos de seguidores el patrimonio material e inmaterial del Perú en el año de su Bicentenario. En ese juego de la televisión los niños y niñas actuaron con una increíble profesionalidad, aprendieron y narraron un montón de datos sobre la cultura peruana, recibieron un apoyo enorme de sus respectivas familias y, sobre todo, disfrutaron muchísimo actuando como verdaderos profesionales.
Jugando contra el coronavirus refuerza la idea de protegerse y cuidarse para proteger y cuidar a otros, especialmente a los mayores. Pero también les proporciona la experiencia de hacer juntos una verdadera celebración del juego y la amistad.
Jugando contra el coronavirus refuerza la idea de protegerse y cuidarse para proteger y cuidar a otros, especialmente a los mayores.
En 2022 reiniciaremos los ludotalleres durante las vacaciones estivales, en enero y febrero. También esperamos retomar alguna actividad presencial de las ludotecas. En marzo está previsto ya el reinicio de las clases en los propios centros escolares.
La Jugando contra el coronavirus refuerza la idea de protegerse y cuidarse para proteger y cuidar a otros, especialmente a los mayores.
La experiencia de estos dos años nos obliga a añadir un nuevo elemento a estas ludotecas: las propias familias. Cuando las actividades eran presenciales el apoyo de éstas a los voluntarios también era muy importante. Durante la pandemia su colaboración ha sido imprescindible. Sin ella sus hijos e hijas no hubieran podido conectarse y disfrutar de las actividades con quienes han bautizado como sus “profesores”, aunque la mayoría de ellos no estén estudiando educación ni pedagogía. El tejido social ha seguido creciendo, incorporando también a las familias. Incluso hemos llegado a organizar una especie de Escuela de padres, donde adultos que sólo se conocen porque sus hijos comparten estas actividades por internet, han sido capaces de poner en común aquello que más disfrutan en la crianza de sus hijos y aquello que más les preocupa. Experiencia muy rica y positiva para todos.
La experiencia de estos dos años nos obliga a añadir un nuevo elemento a las ludotecas: las propias familias.
En cierto sentido Jugar contra el coronavirus nos ha permitido a todos, niños, familias y voluntarios, descubrir posibilidades de actuación común que nunca imaginamos y a seguir tejiendo unas redes que nos han ayudado a todos.
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