El movimiento feminista ha ganado el espacio social y mediático a escala global y se lanza con decisión hacia el político, el laboral y el resto de ámbitos de privilegios históricamente masculinos. Repasamos cómo se va a vivir este marzo feminista en nuestro país y las claves de la huelga del día 8 de marzo.
Cuando tengamos este número de alandar en nuestras manos quizá ya habremos vivido el 8 de marzo y estemos en disposición de valorar el seguimiento de las manifestaciones, de la huelga feminista convocada y de los actos en torno a ellas. Sin embargo, queremos sumarnos al relato de cómo se han gestado porque los 8 de marzo concitan y aglutinan los esfuerzos que, en el día a día, a lo largo de cada año realizan las mujeres de todo el mundo para que este día avance y lo haga hacia la dignidad y la justicia para todos.

El movimiento feminista tomará las calles a nivel global el 8 de marzo. FOTO CLEM ONOJEGHUO / UNSPLASH
Las manifestaciones que se desarrollaron el 8 de marzo de 2017 desbordaron las expectativas de las organizadoras y sus movimientos de referencia. En concreto, la de Madrid fue una fiesta que reunió en las calles a miles de mujeres y hombres -cómplices de las reivindicaciones declaradas- y esta participación animó al movimiento feminista y a los colectivos implicados para empezar a preparar, ya desde abril de 2017, la manifestación del 2018 con una característica que permitiera hacer realidad un anhelo surgido en los últimos años: una huelga feminista estatal.
En nuestro país ha sido la primera vez que el 8 de marzo ha empezado a gestarse con tanta antelación.
«Nos quedamos con el gusanillo de que los paros parciales del 2017 se tradujeran en una huelga real, tal y como hicieron las compañeras de Latinoamérica. La manifestación en Madrid y en otras ciudades fue tan masiva que nos vimos con ganas y con fuerza de hacerlo al año siguiente», explicaba en una entrevista la portavoz Viviana Dipp Quitón.
La huelga se contempla en un contexto internacional de eclosión del movimiento feminista, que sacó a la calle a las mujeres polacas por el aborto, a las argentinas con el #NiUnaMenos y a las estadounidenses en la Women’s March.
A pesar de este contexto internacional, en España no hubo margen de tiempo suficiente para que cuajara una convocatoria de huelga en 2017 y quedó en paros puntuales en algunas empresas, universidades y centros escolares. Pero ya había prendido la mecha y la primera asamblea celebrada en la capital para preparar el 8M de 2018 tenía una idea clara: convocar una huelga feminista a la que se uniera el mayor número de mujeres posible de todos los ámbitos.
No sabíamos muy bien qué iba a pasar, así que lo primero que decidimos fue empezar a movernos por los barrios», dice Inés Gutiérrez, portavoz del 8M. La intención de descentralizar la propuesta ha llevado al movimiento -que desde el principio está abierto a cualquier mujer y tras el que no hay ningún colectivo- a realizar las asambleas todos los 8 de cada mes en diferentes centros sociales de la capital y a hacer un encuentro estatal en Elche en septiembre y convocar oficialmente tras una asamblea en Zaragoza a la que asistieron unas 400 mujeres.
Desbordar la huelga tradicional
Con el paso de los meses fueron creándose las comisiones, tanto en Madrid como a nivel estatal, hasta llegar a albergar un numeroso grupo: comisión de organización, legal, sindical, de comunicación, estudiantil, internacional etc. Cada vez más mujeres se han ido sumando a las asambleas, que se vieron obligadas a convocarse en espacios más amplios. «Ha sido bonito lo de comprobar que ya no somos solo unas cuantas que cada año salimos a la calle, sino que está pasando algo con lo que tienen mucho que ver las redes y el empuje de muchas mujeres jóvenes», dice Dipp.
El enfoque de la huelga fue cuajando hacia un más allá de las huelgas habituales: se trata de visibilizar todo el espacio que cubren las mujeres… desapareciendo del mismo.
No es una huelga laboral al uso sino una huelga laboral, estudiantil, de cuidados y de consumo y del resto de espacios ocupados por las mujeres.
La idea de desbordar lo que, tradicionalmente, se ha concebido como una huelga fue tomando forma porque el enfoque de siempre es muy masculino y vinculado al ámbito laboral remunerado. Sin embargo, se veía necesario ampliar esas herramientas para visibilizar el trabajo de cuidados del que se ocupan mayoritariamente las mujeres como la desigualdad que experimentan en todos los ámbitos. Al final, asamblea tras asamblea, el movimiento ha ido diseñando este nuevo instrumento no solo de alcance laboral, sino político y social.
¿Quién es el sujeto de la huelga feminista? ¿A quién le hacemos la huelga? Fueron algunas de las preguntas que siguieron rondando en las reuniones y que había que responder. Tras largos meses de debate, el consenso ha acabado por reivindicar que las mujeres hacen la huelga a toda la sociedad y que son ellas las que están llamadas, el movimiento 8M está convocando a las mujeres.
«Queremos que sean ellas las que vayan a la huelga porque la idea es parar todas un día para visibilizar que lo que hacemos tiene un impacto en la sociedad si no estamos. Es un día sin mujeres también para que sean los hombres los que se encarguen de cuidar y hacer todas las tareas que solemos hacer nosotras», insiste Gutiérrez. La convocatoria ya se ha extendido a los barrios para llegar a todas, también a las mujeres que hacen cola en los mercados y no solo a las que leen Twitter. El objetivo es ampliar el poder de convocatoria y desafiar lo simbólico para pasar a un paro real.
Decir haciendo.
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