En 1983 a Julián del Olmo, a la sazón párroco de una pequeña parroquia cercana a la Dehesa de la Villa, le vino la idea de editar un periódico de información religiosa centrado en la entonces diócesis de Madrid-Alcalá. Para este fin puso en marcha los instrumentos habituales en este género de empresas pequeñas y voluntaristas: reunió un amplio grupo de posibles colaboradores e interesados, puso en circulación unos bonos de apoyo de 5.000 pesetas y con esta ayuda personal y económica, el mes de octubre de ese año se llegó a editar el primer número.
Antes hubo que encontrar un título. Como cualquiera de los posibles que se puedan imaginar estaba ya registrado, a alguien se le ocurrió la frase tópica: “se hace camino al andar” y de ahí, en un rapto de inspiración, llegó el título buscado: Alandar.
No había aún una estructura jurídica ni fuentes claras de financiación ni un local propio (se comenzó en el estudio de la arquitecta Pilar Contreras) ni una red de distribución. Sólo un grupo de colaboradores y una gran dosis de buena voluntad.
El número uno
En ese primer número comenzaba la colaboración mensual de Martín Valmaseda bajo la rúbrica de “A quien corresponda”. Con variaciones en el título y con gran éxito de público, la colaboración se mantendría durante largos años.
También en el primer número comenzaba un cómic con la historia de la diócesis de Madrid, firmado por mí mismo. Pocos sabían que la diócesis tenía sólo 130 años de existencia y que el primer obispo le mató de tres disparos un cura llamado Galeote. Y así sucesivamente.
En diciembre apareció un personaje, Don Green, pacifista y ecologista, ideado por Juan Miguel Quirós.
Muy pronto, el ámbito acotado –la diócesis de Madrid- se quedó corto: por ejemplo, en noviembre de 1984 se publicaba un reportaje sobre la crisis del YA, un año después aparecía la figura de Diamantino García, cura obrero y emigrante en la vendimia francesa… Alandar era ya un periódico de información nacional.
A los dos años, en diciembre de 1985, Cortés publicaba una página entera sobre el nacimiento de Jesús con el título “Y el Verbo se hizo pis”. Una página a la vez tierna y crítica que tuvo gran éxito. Dos meses después comenzaría el “Cántico de las criaturillas”, del que se habla en otras páginas de este número, y en marzo de 1998 la tira “Abba”.
Caminos en paralelo
Alandar empezó su recorrido precisamente en el momento de la llegada de Angel Suquía a la diócesis. Cuatro años después los vientos restauradores soplan con fuerza: en marzo de 1987 el colectivo “Curas en Madrid” publica su informe “Madrid, ¿una diócesis a la deriva?”; en junio se releva a Juan Martín Velasco al frente del Seminario; en diciembre Vida Nueva despide a Pedro Miguel Lamet, Julián del Olmo, Antonio Cano y Ramón Ajo. De todo ello da cumplida cuenta Alandar, entre otras cosas porque los tres últimos son colaboradores suyos.
Entretanto ha habido una entrevista de Julián del Olmo con el cardenal Suquía, a quien la revista no hace mucha gracia. Dada la condición de clérigo de Julián y como medida cautelar, asume la dirección de Alandar Pilar Contreras.
En diciembre de 1985 aparecen los dos primeros folletos Alandar, de los que se da cuenta en otro lugar de este número. El primero se titula “Yo no soy ateo” y recoge una entrevista y diversos textos de Enrique Tierno Galván. El alcalde de Madrid muere un mes después.
Se llega así, piano pianito, al número 50. Para entonces Alandar es una sociedad anónima pero eso no ha acabado con sus problemas económicos y de cuando en cuando los accionistas o los colaboradores más próximos han de rascarse el bolsillo. ¡Todo sea por la causa!
A las ONCE milagro
Y sin embargo, en 1990 se produce un pequeño milagro. La ONCE encarga al periódico una serie de publirreportajes que van a proporcionar un respiro económico. Y como consecuencia, también la posibilidad de comprar un local, porque hasta ese momento la sede social y el almacén son el estudio de la directora. En efecto, Alandar se traslada y abre piso propio. Sin embargo, como los milagros son escasos, la nueva dirección de la ONCE anula el encargo y la aportación económica. Vuelven los apuros.
En el número 50 aparece una nueva sección, la columna de “La garita”, firmada por Julián Abad. Atento observador de la realidad, Julián abordará durante quince años los temas más dispares con inteligencia y agudeza, dando siempre que pensar.
Y entretanto ¿qué han dicho los obispos? Pues salvo esa primera intervención del cardenal Suquía, nada. Al comienzo hubo alguna colaboración de Iniesta y después nada. Durante unos años se envió el periódico –no sé ahora por qué- a Echarren y a Uriarte y al final, tras su silencio pertinaz, se les borró de la lista.
En noviembre de 1985, se hace cargo del periódico como director Ramón Ajo. Periodista de origen segoviano, estaba en la redacción de Alandar desde sus comienzos y su nombramiento coincide con el anuncio de que Alandar comenzará a salir con cuatro páginas más -es decir, veinte-, del proyecto de edición de libros y del de pasar a ser una publicación quincenal. Ni uno ni otro llegarán a buen puerto.
Una barca a la deriva
La vida sigue y la de la Iglesia se caracteriza por una deriva inquietante hacia el centralismo y el control romanos. En su número 56 Alandar publica la “Declaración de Colonia”, un documento muy crítico firmado por casi 200 teólogos europeos. Junto al texto del documento el periódico publica los comentarios y reacciones.
En mayo de 1989 Alandar se hace eco de alguna marejada en la COPE y de las quejas del gobiernos socialista por los continuos ataques al gobierno de esa emisora. Años más tarde -junio de 1997- Alandar publicará un dossier sobre le emisora católica que le traerá bastantes críticas, también entre sus lectores habituales. Un mes después es el Ya el que está en crisis y en peligro los puestos de trabajo de sus empleados.
La vida de la Iglesia está llena de luces y sombras. Alandar refleja unas y otras: El asesinato de los seis jesuitas y las dos mujeres en El Salvador, los 50 años de Taizé, la división en el carmelo teresiano… Pero entretanto la empresa Alandar ha comprado un local y el periódico ha cambiado de director. El nuevo director soy yo mismo, que me incorporo a una tarea en la que permaneceré diez años.
Antes he dicho que los obispos han ignorado siempre Alandar. Una excepción: Nicolás Castellanos, obispo de Palencia, presenta en 1991 su renuncia y va como misionero a Bolivia. Alandar le despide cariñosamente y desde entonces recibe siempre sus cartas de navidad y pascua con un párrafo autógrafo de amistad y de ánimo.
A finales de 1991 Correos nos juega un par de malas pasadas. La primera corresponde más al esperpento nacional, se refiere a cómo y dónde hay que entregar los periódicos y la contamos en el número de noviembre.
La segunda es la subida del franqueo en un 1.500 por 100, lo que obliga a subir el precio del periódico y el de la suscripción.
Hasta ahora no se ha hecho referencia a la página de humor, que refleja a menudo el excelente de Martín Valmaseda, que glosa la actualidad por medio de una fotonovela y que reproduce estampitas, oraciones o fotos de la vasta colección del esperpento católico. En enero de 1992 las páginas centrales publican un calendario de todo el año con su rúbrica diaria. Por ejemplo: 7 de enero: “se van los reyes”. 8 de enero: “se quedan lo camellos”; 30 de noviembre: San Elmañana; 1 de diciembre: San Eloy, etc. etc.
En marzo de ese mismo año aparece en portada un titular: “Necesitamos 35 hombres justos”, es decir, justamente 35 hombres (o mujeres) que aporten 100.000 pesetas. Los encontramos. A la vez muere el padre Llanos, muere también Fernando Urbina, beatifican a Escrivá de Balaguer. Como contrapartida, Alandar comienza una sección titulada “Buenas noticias”.
Alandar no es ajeno a los fastos del 92 y en octubre publica un “Romance de la otra tierra” dedicado al V Centenario. En noviembre se concede el premio Nobel de la Paz a Rigoberta Menchú.
1993: Ratzinger presenta el Catecismo de la Iglesia Católica. Por entonces el catecismo Alandar llevaba siete ediciones y treinta mil ejemplares vendidos. Ese mismo año se jubila Don Green y aparece una tira firmada por Javier Prat con un nuevo personaje, Don Inocencio, un obispo “que quiere con los hechos hacer honor a su nombre”.
En abril el periódico publica una carta abierta del Arzobispo de Cuenca en Ecuador dirigida a Kiko Argüello, en la que analiza las comunidades neocatecumenales. Alandar agota su edición y hasta tiene que hacer fotocopias para atender a quienes solicitan el texto. En septiembre aparece el número 100 y una cena convoca al fundador, a los sucesivos directores, a accionistas, colaboradores y amigos. Parece mentira que hayan pasado ya diez años.
En diciembre de 1993 Alandar argumenta en su Crónica la conveniencia de que la renuncia del cardenal Suquía sea aceptada. Hay que esperar casi un año para que esto se cumpla. A este propósito hay que recordar que en una reunión del consejo presbiterial de Madrid, el arzobispo había dicho: “Me arrepiento de que he sido demasiado blando con Alandar”. La verdad es que, salvo la intervención inicial que se cuenta al principio, no fue ni blando ni duro. Nunca (nos) dijo nada.
Todo sube y no sólo los globos
Empieza el año 1995. Sube el papel y Alandar ha de subir su precio. Sin embargo quiere acompañar esa subida con una apuesta: el periódico aumenta en cuatro el número de sus páginas, que irán destinada a documentos. En efecto, hace tiempo que se viene notando la imposibilidad de recoger textos interesantes que se producen en distintos ámbitos.
Desde entonces Alandar ha venido haciéndose eco de declaraciones, manifiestos, testimonios… En el número de enero aparecen una carta abierta a Juan Pablo II, un fragmento de la Carta de Adviento-Navidad de Setién, una declaración sobre la paz de la VI Conferencia Mundial de las Religiones, un fragmento de la encíclica Tertio Millenio Adveniente.
Huelga decir que a lo largo de todos estos años Alandar ha sido eco de todos los movimientos y grupos que han ido intentando buscar los pocos resquicios que deja este mundo globalizado para construir relaciones y crear instituciones más humanas. Desde el movimiento 0,7 que tuvo en su momento tanta repercusión o el de la condonación de la deuda externa hasta el movimiento de objeción fiscal pasando las iniciativas en el Cuarto Mundo, la noviolencia, el comercio justo, la banca ética, las experiencias contemplativas y un larguísimo etcétera que incluye miles de iniciativas de grupos locales, parroquiales, profesionales… Y lo mismo hay que decir de la vida de la Iglesia pero eso se cuenta en otro lugar de este número.
Llega el año 2000, en el que supuestamente se van a descompensar los ordenadores y se producirán grandes cambios. El único ordenador de Alandar ya está descompensado de por sí pero en cambio se produce el cambio de director. Me llega la hora de la jubilación y toma el mando de Alandar Javier Malagón.
Alandar es siempre el mismo pero cada director deja inevitablemente alguna impronta. La voz de Latinoamérica, la andadura de Somos Iglesia, el conflicto en el País Vasco –antes soslayado- empiezan a aparecer con más frecuencia en las páginas de Alandar. Sin embargo la presencia de Javier en Alandar dura poco tiempo. Otros compromisos obligan al periódico a buscar un nuevo director.
En el año 2000 se ha producido la crisis lamentable de Manos Unidas que ha supuesto la salida de esa ONG de colaboradores y colaboradoras muy valiosos. Por carambola este conflicto tiene efectos beneficiosos para Alandar. Charo Mármol acepta incorporarse a la dirección del periódico y lo hace con todo entusiasmo y energía.
Pero esto ya no es historia sino presente. Por mucho tiempo y con todo garbo es seguro que seguiremos alandando.
(Artículo publicado en el nº 200 de alandar, septiembre de 2003)
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