Ain Karem, la Marea Blanca, el pintor Maximino Cerezo Barredo y la Escuela de Pastoral con Jóvenes fueron los galardonados en una nueva edición de los Premios alandar.
A mediados del pasado mes de junio se hicieron notar los primeros calores y, fieles a la cita anual, también llegaron los Premios alandar. Con el mismo ritual y en el mismo sitio: el salón de actos del Colegio Mayor Chaminade, en Madrid, que volvió a llenarse de gente de la gran familia alandariega. Pero, como dijo Cristina Ruiz, la directora de esta revista, parecía que este “no era un año más”.
En el ambiente, comentó Cristina, se respiran ilusión, cambios, formas distintas de hacer las cosas. No sólo en ámbitos sociales y políticos sino también eclesiales. Recordó también que hace 24 años, en este mismo lugar, la revista premiaba a una jueza rompedora y valiente de apellido Carmena. Una revista que tiene entre sus suscriptores a algunos de los nuevos representantes elegidos en las últimas elecciones.
Ese aire nuevo, señaló Cristina, viene también de Roma donde el papa Francisco está dando pasos valientes, promoviendo el debate para acoger la situación de las personas divorciadas y llamando la atención sobre el cuidado del planeta, el cambio climático y el cambio de los estilos de vida que tanto daño hacen a la madre Tierra. Temas que muchas veces salieron en las páginas de alandar y ahora ocupan portadas en los grandes medios.
En la idea fundamental de que hay que seguir construyendo desde las periferias con el objetivo de hacer un mundo mejor es donde alandar se mueve y quiere seguir haciéndolo. Por eso, señaló Cristina, en los premios “reconocemos a personas que, de maneras muy distintas, se comprometen para que el mundo sea más feliz, más bello, más justo”.
La entrega de los premios de este año tuvo también un prólogo distinto porque la directora de la revista recordó a Pilar Barbazán, fallecida un par de meses antes: “Buena gente donde la haya, trabajadora incansable, teóloga, artesana, activista… Ella estuvo en los inicios de alandar, ayudando a levantar la revista. Creó a la tortuga que es nuestra imagen y, años más tarde, la levantó para convertirla en una tortuga de carreras que cada vez iba más deprisa. Se reincorporó, tras unos años de ausencia, al consejo de redacción con toda su fuerza, su espíritu crítico y su energía. Hasta que la enfermedad empezó a limitar sus posibilidades. Pero hasta el último momento estuvo pendiente de la revista y de la vida de su tortuga”.
Música y Evangelio
El grupo Ain Karem, un proyecto musical y pastoral de las Hermanas Carmelitas de la Caridad de Vedruna, fue el primer premiado de la noche. Como dijo Cristina, “siempre nos gusta premiar iniciativas que, a través de la música, hablan de Dios y anuncian el Evangelio de manera cercana”. Nuestra compañera Corina Mora mantuvo una breve charla con las integrantes del grupo, que recordaron que Ain Karem es un proyecto de evangelización, pensado especialmente para la gente joven, donde se anuncia la buena nueva de Jesús a través de la música porque, como dijeron durante la entrega del premio, “la música llega donde otros no llegan, es un lenguaje universal que pone palabras a lo que llevamos dentro y nuestro mundo tiene necesidad de anuncio, de encontrar el sentido. Y Jesús es el Sentido”.
Derecho a la salud
Carmen Esbri y Jesús Escudero, de la Mesa en Defensa de la Sanidad Pública de Madrid, más conocidos como la Marea Blanca, recogieron el premio destinado a este colectivo. Nuestra compañera Pepa Moleón les planteó varias preguntas y, durante la conversación, salió a la luz el origen de esta organización que nació ante los intentos políticos de hacer de la sanidad un negocio y para defender el derecho a la salud, protegido por leyes que se están intentando derribar.
El éxito de la lucha de la Marea Blanca, que consiguió unir a usuarios y trabajadores sanitarios, está ahí: se paralizó el proyecto de privatización de la gestión de varios hospitales y 27 centros de salud madrileños. También se frenó la desmantelamiento del Hospital de la Princesa y dimitieron dos consejeros de la Comunidad de Madrid. Después de 32 mareas, los premiados recordaron que todavía queda mucho camino por recorrer: las privatizaciones se siguen haciendo de forma más sutil y en la atención primaria se está sufriendo mucho.
El artista de la liberación
El nombre propio de la noche de los premios fue el de Maximino Cerezo Barredo. Este claretiano, llamado por muchos “el pintor de la teología de la liberación”, no pudo asistir por motivos de salud. En su nombre, Fernando Torres leyó el discurso de agradecimiento.
Mino Cerezo explicó que con el premio se reconocía el contenido evangélico de un trabajo que tiene, más allá de su valor estético, la prioridad de haber sido hecho desde y para la causa de los pobres, los privilegiados, según Jesús, del Dios del Reino y del Reino de Dios. Un arte por la causa de su liberación”.
“Si algún mérito se ha de reconocer a mi trabajo –dijo Cerezo- es el de haber intentado escuchar y expresar plásticamente la voz, el grito, los gestos, la vida, la esperanza y los sufrimientos de esas mayorías marginadas, grito que la Iglesia latinoamericana oyó ya en 1968, con sus pastores reunidos en Medellín, haciéndose ‘intérprete de su angustia”.
Cerezo reconoció que del pueblo recibió un nuevo modo de mirar la realidad, la historia, el seguimiento de Jesús, la teología y las cosas de la Iglesia. “Hube de nacer de nuevo. Poco a poco fui aprendiendo que, si se quiere escuchar al pueblo y aprender de él… como un primer paso imprescindible hay que decidirse a dejar de lado cierta ingenuidad angelical y abandonar de una vez los esquemas que sutilmente la sociedad dominante introyecta en nuestra mentalidad. Fue necesario aprender a mirar el mundo y los acontecimientos con la perspectiva de los empobrecidos”.
Jóvenes en la Iglesia
El último premio de la noche fue para el equipo de la Escuela de Pastoral con Jóvenes, una iniciativa intercongregacional que, poniendo el acento en el “con” lleva ya varios años reflexionando sobre cómo acercar más el Evangelio a los chicos y chicas que son el futuro de la Iglesia. Zoraida Sánchez, Iñaki Sarasua, Mónica Plaza y Juanjo Andrés recogieron el premio y contaron las características de este exitoso proyecto que comenzó en 2001.
La noche de los premios acabó con la actuación de Ain Karem, que llenó de su música el Chaminade y dejó el ambiente lleno de buenas vibraciones para seguir haciendo camino con la familia de alandar.
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