Nos rebelamos…y tenemos causas

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Por Mercedes García de Vinuesa*

Si te decimos que la desigualdad entre las personas más ricas del mundo y las más pobres está aumentando quizá no te resulte nuevo. Incluso es posible que te suene a retahíla, de esas de toda la vida. Y es cierto. Pero esta brecha se ha agrandado enormemente en los últimos años. Queremos que te pares un rato a visualizar este dato: una élite formada por el 1% de la población posee más de la mitad de la riqueza global mientras que el 80% apenas alcanza el 6%. Sí, es injusto, indignante.

Todavía hoy, 836 millones de personas no tienen cubiertas sus necesidades básicas de nutrición, vivienda, agua, educación o sanidad, según el informe del PNUD de 2015. Casi un tercio de las personas pobres, (según la OIT las que malviven con menos de 2 dólares al día) tienen un empleo aunque con una remuneración escasa e inestable. A esto hay que añadir la desigualdad de género: a nivel global, las campesinas, generadoras del 80% de la producción de alimento, apenas poseen el 30% de la tierra. Por otro lado, los efectos del cambio climático, la desertificación y degradación de las tierras afectan de manera directa a tres de cada cuatro personas pobres y en particular a quienes dependen de la agricultura. Un sector que en África emplea a la mitad de su clase trabajadora.

Jornada mundial por el comercio justo 2017Al leer estos datos, nuestra indignación puede ser mayor si pensamos que esta realidad puede cambiar. Las organizaciones de Comercio Justo sabemos que es posible, si se adoptan las medidas necesarias. El Comercio Justo lleva desde los años 50 consiguiéndolo.
Este movimiento económico y social nació, bajo el grito de “trade, not aid” (Comercio, no ayuda), para combatir la desigualdad,la pobreza y contribuir al desarrollo a través de prácticas comerciales justas. Poco más de medio siglo después conforma una red consolidada en todo el mundo, con más de 2000 organizaciones productoras, 500 distribuidoras y 4000 tiendas especializadas, además de entidades de certificación e instituciones internacionales reguladoras. Todas ellas deben cumplir la Carta de Principios, documento fundamental en el que se basa el Comercio Justo.

Y es precisamente a través de estos 10 principios como el Comercio Justo contribuye al desarrollo de los pueblos y a la protección del medio ambiente. Y también favorece el avance de las metas fijadas en la llamada “Agenda 2030”, los Objetivos de Desarrollo Sostenible firmados por 193 representantes gubernamentales en Naciones Unidas en 2015.

El Comercio Justo se basa en criterios como unas condiciones de trabajo dignas y seguras, el pago de un salario adecuado y de un precio justo por la producción, y en asegurar la ausencia de explotación laboral infantil. Además, sus prácticas comerciales respetan a las organizaciones productoras y no tratan de maximizar los beneficios a su costa. La transparencia en la gestión y la participación de los trabajadores y trabajadoras en la toma de decisiones son otros de los principios de esta alternativa comercial. De esta manera el Comercio Justo contribuye activamente a disminuir la pobreza, lograr la seguridad alimentaria, promover el trabajo decente, reducir la desigualdad en y entre los países y promover sociedades justas, pacíficas e inclusivas.

Otro de los principios fundamentales del Comercio Justo es garantizar la igualdad de género, favoreciendo una justa remuneración, igual a la de sus compañeros por las mismas tareas, y fomentando su presencia en órganos de decisión. Por otro lado, el Comercio Justo establece la necesidad del cuidado del medio ambiente en los procesos de producción, a través de la adopción de prácticas que reducen el consumo de energía, el uso de energías renovables o minimizar el impacto de los residuos.

Desde el punto de vista del impacto económico, las ventas no han dejado de crecer. A nivel global en 2014 alcanzaron los 5900 millones de dólares, solo teniendo en cuenta los productos bajo la certificación de Fairtrade International. En España, el consumo de Comercio Justo en 2015 llegó a los 35 millones de euros, dos más que el año anterior. Una tendencia positiva pero a la que todavía le queda mucho recorrido ya que nuestro país está a la cola en relación a otros países europeos. Aquí el gasto medio por habitante y año en Comercio Justo fue de 75 céntimos mientras que en Europa s 16 veces mayor.

Las organizaciones de Comercio Justo queremos que este movimiento siga creciendo para que su impacto sea cada vez mayor, porque sabemos que genera desarrollo, que en este sistema basado en valores como el respeto o la empatía nadie queda atrás.

Por todo ello, las organizaciones de Comercio Justo nos rebelamos. Y el próximo 13 de mayo, Día Mundial del Comercio Justo, saldremos a la calle a reivindicar que somos rebeldes, sí, que tenemos causas, y haremos un llamamiento a la ciudadanía para que se unan a nuestra rebeldía y a nuestras causas. ¡Os esperamos! #RebélateConCausa

Toda la información y agenda completa de actos en www.comerciojusto.org

*Mercedes García de Vinuesa, presidenta de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo

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