En el número de alandar del pasado mes de junio, en un magnífico reportaje de Irene López sobre el periplo que atraviesan las personas refugiadas para llegar a las costas griegas, una imagen resultaba especialmente dura y dolorosa. Era la historia de una madre que “bajó de la patera acunando a su bebé, acunándole nerviosamente y solo a la luz de los faros de los coches se dio cuenta de que estaba inerte, de que estaba acunando un cuerpo frío e inmóvil”.
¿Cuántos bebés con días, semanas o meses hacen ese viaje escapando de la guerra? ¿Cuántos huyen de los disparos y el terror, de una muerte segura bajo los escombros que dejan las bombas? ¿Cuántos Aylanes como el pequeño yacente en la arena de aquella foto que impactó al mundo en septiembre de 2015? Esa fue precisamente la imagen que inspiró a una joven estadounidense, Cristal Logothetis, a poner en marcha el proyecto Carry the Future: una iniciativa para enviar mochilas de porteo a las familias refugiadas.