Hace poco he recordado que hará más o menos un año Jorge Fernández Díaz (ex ministro de Interior con Rajoy) declaraba que Benedicto XVI, en una conversación privada en 2015, le había comentado que “el diablo quería destruir España por los servicios prestados por el país a la Iglesia de Cristo”. Puede que en esto, como en otras cuestiones, Fernández Díaz no tuviera muy buena memoria o puede también que Raztinger estuviese ya algo senil, pero es verdaderamente surrealista pensar que el demonio se haya decidido a participar en la política española y quiera vengarse de la evangelización de América y de la Inquisición incitando a los ciudadanos a que voten a Vox.
Claro que el mismo Ratzinger, en una entrevista a la revista italiana Gesù, había declarado que “el diablo es para la fe cristiana una presencia misteriosa pero real, personal, no simbólica”. La verdad es que no aprovechó la ocasión de cambiar de idea cuando llegó a Papa y se encontró rodeado por los lobos de la curia y pudo convencerse de que el demonio existía, pero no vestido de Prada, sino simplemente de rojo.
No cambió de idea cuando llegó a Papa y pudo convencerse de que el demonio existía, pero no vestido de Prada, sino de rojo
Recordando estas cosas, he querido investigar un poco y me he encontrado con que, en los años 70, sobre todo en Estados Unidos, el diablo era un tema recurrente. Aparecían sectas satánicas, Charles Manson, fundador de una de ellas, asesinaba a Sharon Tate; el filme El exorcista concitaba un gran éxito, y hasta la revista internacional Conciliun dedicaba al tema un número monográfico en 1975. Curiosamente, la prensa española se ha hecho eco estos días de la asociación Satanistas de España, aunque no pasen de ser un grupo humanista que no reivindican la figura del demonio.
Ya en 1961 Karl Rahner y su discípulo Vorgrimler habían editado un pequeño diccionario teológico que alcanzó gran difusión. He ido a consultarlo y me he encontrado con la sorpresa de que el epígrafe Teufel (demonio) no existe. Parece que Rahner y su epígono decidieron borrarlo de un plumazo.
Aunque muchos lectores de Alandar no sean peritos en teología, quizá les interese saber que en 1969 Herbert Haag, teólogo católico, profesor de la Universidad de Tubinga, publicó un pequeño libro titulado Adiós al diablo que en la edición española se tradujo como El diablo, un fantasma. Esa obra y otra posterior dieron lugar a una gran polémica porque Haag, de acuerdo con el título, despedía para siempre a Satanás.
Para destruir España no hace falta que nos eche una mano el diablo. Ya nos bastamos nosotros mismos
Con ello rompía con una tradición de siglos, en que el demonio estaba presente en libros, sermones y hasta en pequeños versos para niños:
“El demonio a la oreja
te está diciendo:
no vayas a la iglesia,
sigue durmiendo”.
Bien es verdad que los católicos siempre le tuvieron menos respeto que los protestantes. Santa Teresa experimentó, y así lo cuenta en el libro de su vida, «que no hay nada como el agua bendita para hacer huir a los demonios y evitar que regresen». En cambio Lutero sostenía: «si Cristo no está ahí, por desgracia el mundo y el reino del diablo están ahí. De lo que se deduce que todos los dones que tú posees –tanto espirituales como corporales- tales como la sabiduría, la justicia, la santidad, la elocuencia, el poder, la belleza, las riquezas son el instrumento y las armas serviles del infierno y del diablo».
Ahora parece que hay un acuerdo entre los exégetas de que el diablo no tiene un papel significativo en la vida de Jesús y si se le nombra es porque los redactores judíos, desde su cultura, aún creían en él.
Y volviendo a Benedicto XVI, si tuviera ocasión de dirigirme a él procuraría tranquilizarlo: para destruir España no hace falta que nos eche una mano el diablo. Ya nos bastamos nosotros mismos.
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Estoy totalmente de acuerdo.Llevo 51 años de cura en el mismo pueblo y nunca he hablado de esa figura.Para mi es la manera de representar esa inclinación que hay en el ser humano para dejarse llevar por su egoísmo.Es la tendencia que hay de hacer lo que a mí «me conviene» o buscar el bien del otr@
Tranquilo, Jesús ya ha hablado y lo ha combatido por ti, en todo el evangelio, y sobre todo, con su muerte y Resurreción.
Por esa regla también todos los milagros son solo símbolos, y hasta Dios puede ser solo un símbolo del bien. Seguid confiando en los jesuitas, que os llevarán al abismo con su fe «moderna», «racional» y «purificada».
Cuánto me acuerdo de tí Carlos! Muchos años, muchas vicisitudes, dominicas, colegio, Alandar, amistad….un cúmulo de recuerdos y cariño imborrables!!!
Muy interesante; y muy contento de llegar a esta página cultural.
Creo que la figura del diablo es la herramienta más barata y accesible que tienen los poderosos para controlar la conciencia de los más débiles e ingenuos. Es muy efectiva en los pueblos de Latinoamérica, gracias al aporte de los españoles.
Cordiales saludos a los editores.
Santiago Orellana Acevedo
Osorno
Chile